El valor económico del agua: cuando ya no vale mirar al cielo

Publicado el miércoles, 24 octubre 2018

Todas las predicciones económicas en España tienen en cuenta, siempre, sectores como la energía o las finanzas. Pero nunca nadie habla del valor – no del coste – del agua. Y sin ella no es posible el desarrollo económico. En nuestro país, este es un punto especialmente delicado: somos uno de los territorios más secos de la UE con un modelo económico basado en sectores intensivos en el uso del agua. Tenemos un problema.

Núria Ribas / @oikit

Julián Suárez, Vicepresidente de Desarrollo Sostenible de CAF

Sin querer ser apocalípticos, la mayoría de los ponentes que ayer intervinieron en los IV Diálogos del Agua América Latina- España 2108, organizados por CAF (Banco de Desarrollo de América Latina) y la colaboración del Ministerio para la Transición Ecológica, dejaron muy claro que el agua es uno de los grandes retos de nuestro mundo hiperconectado, hiper tecnologizado, pero que sigue funcionando como si este recurso, el agua, fuese infinito.

El cambio climático, como recordó Manuel Menéndez, Director General del Agua, ha encendido todas las alarmas en un país, España, donde el estrés hídrico (la diferencia entre los recursos utilizados y el total disponible que se calcula habrá a largo plazo) es uno de los más altos de la Unión Europea. Además, la mayor parte de nuestro PIB se genera en regiones secas. Y en 2015, según un estudio del Ministerio de Medio Ambiente, los negocios más intensivos en el uso del agua para su producción representaban un 22,7% del PIB y más de un 25% de las exportaciones totales (la industria de las bebidas y la alimentación; la industria turística; o la industria química, entre otros).

El problema se agrava a causa del cambio climático. Nos está cambiando todas las previsiones en las que nos basamos, porque los datos históricos pueden no tener validez para intentar determinar cómo nos va a afectar respecto, por ejemplo, la sequía”, explica Menéndez.

Menéndez reconoce que todavía hay campo por correr en la introducción de soluciones innovadoras para adaptar las directivas europeas respecto al medio ambiente que España todavía tiene pendientes. “Pero estas directivas tenemos que hacerlas compatibles con las otras directivas comunitarias que buscan un desarrollo económico. ¿Cómo compaginamos las dos cosas? Pues con innovación y conocimiento científico. Esto supone un reto importante y está más relacionado con la gobernanza o colaboración entre instituciones que con la tecnología desde el punto de vista de la innovación”, asegura Menéndez.

El cambio digital

Quizás no es la innovación al uso, la tecnología convencional, la solución, pero sí lo será, según Tomás Michel, Presidente de la Plataforma Tecnológica del Agua Potable y Saneamiento, “el mundo digital. Las tecnologías convencionales ya están todas disponibles. Las podemos mejoramos, pero ya las tenemos. El cambio esté en el mundo digital: sensores, el big data, drones, blockchain, la robótica…”. Para Michel, es esencial conseguir hitos como aprender a almacenar más agua y mejor y, aunque reconoce que es difícil políticamente, “transferir agua entre cuencas y entre usuarios a nivel europeo”.

Algo que sería especialmente beneficioso para España, por ejemplo, teniendo en cuenta que, algunos años especialmente secos, de las diez cuencas europeas que más agua usaron sobre el total del que disponen, siete son españolas, según la Agencia Europea del Medio Ambiente.

La innovación pues, pero la digital (la innovación en infraestructuras hídricas y de eficiencia en su uso está bastante avanzada en España en sectores como el agrícola o el químico), será una de las claves. Michel identifica cuatro puntos esenciales en esta estrategia: “Debemos reconocer el auténtico valor del agua en nuestra economía, no hablo de coste, si no de valor, porque sin ella no puede haber desarrollo económico. Debemos ser capaces de usar las distintas aguas para diferentes usos y diferentes usuarios implementando así la economía circular. Debemos gestionar el agua de modo más eficiente, tener un agua 4.0. Y, por último, ser capaces de compaginar las infraestructuras grises, nuestras obras de ingeniería, con las infraestructuras naturales”.

 

Sobre el autor
Núria Ribas

Periodista. Más de 20 años de experiencia en medios escritos y en comunicación política y corporativa. Periodismo jurídico, económico, político y cultural. Veraz siempre; parcial, también. @oikit

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