MARKETING

COMUNICACIÓN

INTERNET

FORMACIÓN

PUBLISHING & EVENTS

DIRECTORIO

PORTADA

Noticias de Bufetes

Operaciones

Vida Colegial Comunidad Legal Sistema Judicial Internacional
Arbitraje Mediación TIC Abogados Jóvenes Entrevistas Colaboraciones/Opinión Reportajes Agenda BLOGS

 

Apuntes para repensar el movimiento asociativo de la discapacidad
MADRID, 23 de JUNIO de 2014
 

A Mari Luz Sanz Escudero, activista de la discapacidad

En las últimas décadas, el movimiento asociativo de la discapacidad, el formado por la suma de las organizaciones cívicas de personas con discapacidad y de sus familias, ha inducido una serie de cambios de consideración en el entorno social, el ajeno a la propia y estricta discapacidad, que paradójicamente está teniendo efectos en este sector ciudadano, hasta el punto de que lo enfrenta, en el mejor de los sentidos, al desafío ingente de su propia reinvención. Cambios exógenos que han determinado, están determinando, cambio endógenos.

De las muchas transformaciones que tienen su origen en la acción cívica y política del movimiento de la discapacidad, citaría dos como más descollantes y que presentan a no dudar una mayor carga de intensidad y alcance, a saber: la nueva visión de la discapacidad, de las personas con discapacidad, como una manifestación de diversidad humana, de diversidad humana enriquecedora, que amplía y mejora allí donde está presente, de un lado; y, de otro, el enfoque de derechos humanos, el único admisible para abordar la cuestión pendiente y todavía problemática de la inclusión y la participación comunitaria plena de estas personas. El movimiento social de la discapacidad -en España y en los demás países llamados a sí mismos desarrollados, aunque quizá sea mucho llamar- ha sido inductor de ese cambio de representación mental colectiva, pero también está siendo –trayecto de ida y vuelta- el receptor de sus muchos efectos. Cambio llama a cambio.

A lo anterior, es preciso agregar otro hecho harto relevante. Más que los gobiernos, más que los Estados, que son los titulares nominales y siempre los responsables últimos, es hoy el movimiento social de la discapacidad el promotor más constante y activo de las políticas públicas y de las legislaciones en esta esfera. Comprobado esto, si la cantidad y la calidad últimas de la acción pública en materia de discapacidad está en función de lo que haga (o no haga) el movimiento asociativo, se desprende que lo que le ocurra a este, en su dimensión interna, resultará decisivo para la consecución de sus objetivos externos, que no son otros que la mejora, hasta hacerlas equiparables a las del resto, de las condiciones de vida y de ciudadanía de las personas con discapacidad y sus familias.

Este nuevo contexto insoslayable, en el que estamos situados, de grado o a la fuerza, pone en cuestión felizmente los modelos de partida –el reivindicativo o político, el prestacional o de servicios, y el híbrido, mezcla de los dos anteriores, por mencionar los más consolidados- del movimiento social la discapacidad y nos compele a repensar el activismo de la discapacidad, con arreglo a otras claves, que van a requerir creatividad a raudales y una dosis cuantiosa de audacia productiva.

No hay planos ni guías, no existe manual de instrucciones para enfrentar esa reinvención, tan necesaria como impostergable; como mucho solo cabría señalar tendencias, posibles orientaciones, vislumbres de por dónde puede ir o qué camino tomar, será menos el resultado del seguimiento de un recetario cerrado y concluso, que alguien nos proporciona de antemano, cuanto la agregación armoniosa de multitud de prácticas de innovación aplicada. Es, por suerte, un proceso colectivo, abierto y poroso, que se nutrirá de los aportes creativos –de los conatos, de los logros y también de los fallos, de los ensayos, de los errores y hasta de los aciertos, que los habrá- de muchas instancias, tantas como activistas. Una encrucijada, sí, pero una encrucijada sugestiva de la que solo podremos salir ejerciendo nuestra libertad, es decir, eligiendo o mejor aún creando la solución, que estará en nuestras manos.

¿Hacia qué modelo de activismo de la discapacidad vamos o hemos de ir? Se ha consignado ya, no hay respuestas categóricas, nos encaminamos hacia el modelo que libremente elijamos y conscientemente persigamos. En cualquier caso, no puede ser una fatalidad o un hecho consumado, que nos venga impuesto desde fuera, sino el producto de una voluntad y de una acción deliberadas en el sentido deseado, lo cual presupone, un proceso de reflexión, que ha de ser alentado hasta la fatiga.

Optemos por uno u otro modelo, o por salidas intermedias, los elementos primordiales de esa redefinición, a los que debería tender un movimiento social recreado desde nuevas y vitalizadas bases, pasarían por los derechos, por la inclusión y por el empoderamiento de las personas con discapacidad (o la familia), de cada persona con discapacidad y de cada familia, entendidas como centralidad de la que todas las demás periferias (cívicas, sociales, económicas, profesionales, normativas, políticas) serían tributarias.

Pero en esta tarea de revisión y reinvención no puede solo ser vaga, aunque se trate de meros apuntes, pueden y deben delinear algunos rasgos que contribuyan a dibujar una silueta del movimiento social de la discapacidad en gestación. Con claridad, en el nuevo modelo de activismo de la discapacidad ha de primar lo político, la nota de reivindicación y de derechos, frente a lo prestacional, que serían subsidiarios y estarían en función de lo anterior, que sería preferencial. Se ha de lograr una combinación inteligente de ambos (derechos y servicios), siguiendo una suerte de reparto de funciones, la acción política modifica las condiciones del entorno (permite pues el cambio estructural) y la gestión de prestaciones atiende (y en su caso resuelve o atenúa) necesidades individuales de inclusión y bienestar (no se descuida lo local). En este bosquejo de nuevo modelo, se impone reconfigurar la dimensión prestacional, que únicamente ha de responder a lógicas del propio movimiento asociativo, no de jerarquías ajenas, como los de las Administraciones Públicas, que han de ser contenidas en su tentación perenne de intervencionismo. Además, la provisión de servicios por parte de las propias entidades del sector asociativo solo será admisibles, en lo sucesivo, si pasan la criba de la tríada fundamental enunciada más arriba, la de los derechos, las de enfoque inclusivo y la de su aportación al empoderamiento; si la superan, continuaremos echando mano de ella, si no, será descartada.

Superada la dicotomía entre derechos y servicios, entre acción política y reivindicativa y actividad prestacional, otros elementos han de concurrir en este proceso, a modo de trazos, si se quiere gruesos, que ayuden a perfilar el renovado rostro cívico de la discapacidad. El rearme ético del entramado organizacional; la profundización democrática, que pasa por una gobernanza de raíz múltiple, en clave de apertura y corresponsabilidad; la permeabilidad con la base social real, que ha cambiado sustancialmente, y que necesita ser “seducida” –por tanto las entidades han de hacerse “atractivas”, la seducción presupone la atracción- para que aprecie en las organizaciones de la discapacidad un cauce eficaz de canalización de su avidez de participación y de ejercicio práctico de su pulsión solidaria.

El nuevo movimiento social de la discapacidad y el activismo que ha de encarnar debe aspirar a ser una red porosa, extensa y sólida de apoyos y de acompañamiento activo de las personas con discapacidad (y de sus familias) para que cada una de ellas, a esto llamamos empoderamiento, sea por sí misma, el agente, el promotor y el decisor de su propia inclusión y participación comunitarias. El movimiento social de la discapacidad quedaría en una posición secundaria, sí, de catalizador, de facilitador, incluso tendría los días contados, porque en su propio éxito, de conseguirlo, estaría la justificación de su desaparición.

Luis Cayo Pérez Bueno, Presidente Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad (CERMI)

 


 





 


 

 
 
 
 

Nosotros  /  Contacto  /
sitemap

copyright, 2014 - Strong Element, S.L.  -  Peña Sacra 18  -  E-28260 Galapagar - Madrid  -  Spain -  Tel.: + 34 91 858 75 55  -  Fax: + 34 91 858 56 97   -   info@lawyerpress.com  -  www.lawyerpress.com - Aviso legal