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OPINION

 
Del “España nos roba”, al “España llora”
MADRID, 25 de AGOSTO de 2014 - LAWYERPRESS

Por Carlos D. Lacaci, Abogado-Consultor, M. Consj. Asesor Cremades & Calvo-Sotelo

Carlos D. LacaciMe atrevería a señalar que todos los que somos contemporáneos de la Transición Española hemos vivido las cuatro mejores décadas de la Historia reciente en España.

Obviamente, cada uno es contemporáneo de su tiempo y no pretendo con esta reflexión hacer comparaciones subjetivas vividas. Lo que para un español de la I o II República pudiera resultar como el período más brillante para sus respectivos intereses, igual podría significar para otro ciudadano que hubiera transitado durante el periodo del Régimen del General Francisco Franco.

En mi caso, tengo que ubicar este escrito desde mi espacio-tiempo y ese no es otro que el de un español, hijo de la Transición, que me ha visto casi nacer, crecer y soplar las mismas velas que aniversarios tiene aquélla.

Pues bien, ¿qué puedo decir, que podría destacar a modo casi de resumen vital de estas cuatro décadas vividas en mi país, llamado España? Responderé a esta cuestión resumiendo mi respuesta en un doble hito fundamental: Progreso y consolidación del estado del bienestar.

Efectivamente, es evidente el progreso económico y social habido en España durante las últimas décadas: En Sanidad, con una protección y cobertura casi universal, en educación, con unas tasas de alfabetización y escolarización de las más altas a nivel mundial, con una economía plenamente integrada en los mercados internacionales, con un importante crecimiento y creación de empresas, exportación de bienes y servicios, etc.

Afirmando lo anterior, no puedo dejar pasar la parte más negativa de lo que, a mi juicio, conforma el polo opuesto a ese progreso vivido y disfrutado en España durante este periodo que vengo comentando: La corrupción, la maldita y detestada podredumbre que significa la Corrupción política en mi querido y próspero país llamado España.

Así es, por desgracia o más bien, por la desvergüenza de estos políticos corruptos, no dejan de aparecer nuevos casos de corrupción año tras año, mes tras mes, semana tras semana. Como muestra de ello, reparen en los siguientes datos:

Los casos de corrupción política en España se reflejan, en 2014, en unas 1700 causas, más de 500 imputados y sólo 20 en prisión. En 2013, según el Consejo General del Poder Judicial, en España había 1661 casos de corrupción.

Si aún quieren bucear más por este barrizal de estafas y corruptelas habidas en nuestro país en los últimos años, en este enlace pueden seguir contabilizando casos sobre el particular: http://es.wikipedia.org/wiki/Anexo:Casos_de_corrupción_política_en_España

A cualquier ciudadano honrado, la mayoría de los españoles, todos estos escándalos políticos, que no son otra cosa que delitos tipificados por nuestro código penal y demás leyes civiles y administrativas, le produce un gran rechazo hacia sus representantes políticos en los que depositaron su confianza.

Para los que además somos juristas y nos dedicamos a esta noble profesión, consistente en poner al servicio de los encausados su Derecho de Defensa, aún nos sorprende más cómo es posible que todos estos políticos corruptos tengan tan poco respeto por la Legalidad, en definitiva por el Estado de Derecho, al cual, como servidores públicos que son, deberían de respetar, con más contundencia si cabe.

En la parte del debe, de las cosas que son claramente mejorables de las vividas durante esta etapa iniciada tras la Transición Política en España, cabría también señalar el sistema endeble (por no decir, inexistente) de la División de Poderes que debe regir toda Democracia que se precie realmente a serlo, sin riesgo a fracasar.

Relacionándolo con los crecientes casos de corrupción a los que hemos asistido y seguimos asistiendo, un sistema democrático asentado en una división real de poderes debería servir como dique de contención frente a cualquiera de estos abusos cometidos por parte de los presuntos corruptos. El problema radica en que en España no existe esa división real de poderes. Si nos fijamos en la Justicia, por ejemplo, desde que se decidió en nuestro país asestar una “puñalada” a Monstesquieu, con la Ley Orgánica del Poder Judicial de 1985, premeditadamente, se establecía un sistema de nombramiento de los Jueces por parte del poder Ejecutivo y del Legislativo, mermando (casi anulando) la necesaria libertad e independencia de la Justicia.

El resultado de este sistema, con unos poderes del Estado que van contaminando a los otros, se traduce en una marea de casos de corrupción que, lejos de cesar, pasan por encima de nuestro Estado de Derecho como un tsunami sin control arrasando todo aquello que ven a su paso.

El penúltimo caso grave de corrupción política (decir el último sería cometer una clara imprudencia con poco éxito de acertar) es el que se ha narrado por propia boca del presunto protagonista corrupto (se ha llegado a un punto en que la desvergüenza de estos personajes es tal, que ya no les importa ni auto inculparse en estos sucios asuntos de estafas y corruptelas), el otrora “Molt Honorable”, Presidente de la Generalidad de Cataluña, el Sr. Jordi Pujol.

El Señor Jordi Pujol (en este artículo, seguiré tratándole de Señor, aunque repárese en que ser un Señor, según la propia definición de la Real Academia Española, en su 2ª acepción es: “Noble, decoroso y propio de señor”; Y en su 4ª acepción, se dice: “Persona respetable que ya no es joven”. Tenemos claro que el señor Pujol, ya no es joven, pero no queda ya tan claro que sea “respetable”) se hizo eco, hace unos años, del tristemente famoso “Espanya ens roba”, voceado con ímpetu desde las filas nacionalistas de Cataluña.

Hoy, tras la Transición Española, casi cuarenta años después de nacer nuestra ya no tan joven Democracia, lo que más dolor me ha causado de lo vivido hasta la fecha no ha sido ni es el ver a tantos políticos corruptos parapetados por el aparente sistema democrático que les ampara, ni siquiera me duele tener que escuchar tantas injurias y calumnias vertidas contra nuestro país, como ese impropio e inmaduro: “España nos roba”, voceado por unos cuantos nacionalistas de salón, lo que más dolor me ha causado y me causa es comprobar y sentir como fuimos capaces de construir un estado del bienestar, con el esfuerzo y trabajo de varias generaciones de españoles y como unos pocos (o no tan pocos) políticos corruptos, han dilapidado y siguen dilapidando los muchos logros conseguidos por todos los españoles.

España nunca ha robado ni robará a nadie, España es un país generoso que pese al empeño de unos cuantos por quererla dinamitar, siempre está dispuesta a ofrecer otra nueva oportunidad.

Aunque, sí es cierto que, en esta última oportunidad que está ofreciendo España, está llorando. España llora.

 

 

 

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