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El peligro de la corrupción en España. Apunte

MADRID, 04 de NOVIEMBRE de 2014
 

Después de 40 años de vigencia de un régimen político dictatorial en 1976 –1978 se instaura, con carácter general, un sistema democrático y de respeto a las libertades publicas y derechos fundamentales de los ciudadanos, tal y como se encuentra reconocido en los países de la Comunidad Europea, a la que algo después se incorpora España de pleno derecho. Al poco tiempo, unos años pero pocos, comienzan a aparecer, situaciones mas o menos judicializadas genuinas de clara y manifiesta corrupción, generalmente organizadas entorno a la financiación de los partidos políticos nacionales y autonómicos, so pretexto de carencia de medios, sobre todo para concurrir a las elecciones, ya sean generales, autonómicas o municipales, que se llevan a cabo fastuosamente, a la norteamericana, con grandes costes, y con  una muy abrumadora, a veces, inversión en toda clase de medios publicitarios agobiantes, que impactan en la sociedad pidiendo el voto para los miembros del partido en cuestión. Se comienzo solicitando ayuda a otros partidos o gobiernos interesados en el triunfo y se ingresaros cientos de millones en las diferentes tesorerías de algunos partidos, siempre bastante menos de los que recibían los políticos que recogían el dinero para hacer frente a tan alta financiación y que  en su totalidad no llegaban a recibir nunca, pues algo se quedaba pegado en las manos de los que se encargaban de la recaudación de cualquier forma. Desde luego, era dinero no fiscalizado, totalmente opaco y que quedaba a merced del físicamente receptor. Como, sin duda tuvieron éxito, se extendió dicho modus operandi a quienes no eran partidos extranjeros amigos o políticos y gobernantes, deseosos de que se implantara en España el novedoso régimen democrático.

Muy poco tiempo después, se comenzó a practicar en nuestro país ,sobre todo con aquellas personas que tenían cuantiosas cantidades que recibir por sus trabajos o de sus empresas para el Estado central ,autonómico o municipal generalizándose en grado sumo la concertación con el empresario de unos porcentajes que deberían entregar al político, para que este pudiera financiar a su partido, lo que no era cierto pues lo que solía hacer era quedarse para su enriquecimiento ilícito personal y hasta familiar con una notable cantidad ,totalmente opaca y al margen de todo control fiscal. El sistema lamentablemente fue agrandándose y en la actualidad se ha producido una serie de, valga la expresión, una serie bastante continuada de explosiones de corrupción que si no es generalizada se acerca bastante. Lo más grave es que los propios partidos nunca han denunciado hechos de corrupción ni a la Fiscalía expresamente creada para luchar contra ella, ni a la Policía o Guardia Civil o Juzgado de instrucción competente.

Se ha producido un juego cobarde y sucio de denuncias incluso, anónimas, de empleados o de subalternos que se han vengado de sus resentimientos contra los políticos o sus partidos, pero de estos no ha salido, por lo general, denuncias o querellas contra los corruptos. Se han defendido como han podido, pretendiendo demorar sin plazo las actuaciones procésales, y con bastante fortuna debido a las dilaciones o retardos que aquejan de forma generalizada a nuestra administración de justicia, consiguiendo de esa suerte que carezcan de virtualidad las actuaciones jurisdiccionales. No me voy a permitir la licencia de hacer un listado de asuntos de elevado contenido económico que se han perdido en el olvido procesal de nuestra defectuosa y hasta corrupta justicia. No sería difícil. La hemeroteca ha dado noticia más o menos puntual y en ocasiones sesgada del panorama de la corrupción, actual en España.

Se ofrece una especie de imagen muy perversa y difuminada de la corrupción, no sin fundamento. Por que cuando la corrupción viene de arriba el mimetismo derivado de que (por qué yo no si ya lo hace también tal y cual persona, y se convierte en imparable la tendencia y operatividad de la corrupción). Si a eso se une la extraordinaria codicia y avidez, ayuna de criterios morales de cualquier índole de nuestra actual sociedad, pues el plato está servido y únicamente falta pues, valga el símil comérselo, por que es que además si no lo hago pensarán que soy un tonto y ese camino inmoral se recorre en un santiamén, pues es deslizante.

Vigente la “cultura” del llamado “pelotazo” la cuestión se pone muy difícil y complicada, y ya pueden inventar los políticos un sistema de inspecciones y controles que aunque no terminen totalmente con la corrupción, al menos, la dificulten o hagan lo posible a favor no solo de la prevención si no también de la represión que esta en manos de los órganos judiciales y que son sumamente tardígrados. Una justicia tardía no es una justicia es mas bien una injusticia, con todo que ello supone.

Como se ha dicho por una diputada, doña Rosa Diez la corrupción es el ébola del sistema democrático español. Pues ya se debe luchar contra ella. Lleva haciendo hora que se haga seriamente.

Manuel Cobo del Rosal, Catedrático de Derecho Penal y Abogado.

 


 

 

 
 
 
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