Después de
40
años
de
vigencia
de
un
régimen
político
dictatorial
en
1976
–1978
se
instaura, con
carácter
general,
un
sistema
democrático
y de
respeto
a
las
libertades
publicas
y
derechos
fundamentales
de
los
ciudadanos, tal
y
como
se
encuentra
reconocido
en
los
países
de
la
Comunidad
Europea, a
la
que
algo
después
se
incorpora
España
de
pleno
derecho.
Al
poco
tiempo, unos
años
pero
pocos,
comienzan
a
aparecer,
situaciones
mas
o
menos judicializadas
genuinas
de
clara
y
manifiesta
corrupción,
generalmente
organizadas
entorno
a la
financiación
de
los
partidos
políticos
nacionales
y
autonómicos, so
pretexto
de
carencia
de
medios, sobre
todo
para
concurrir
a
las
elecciones, ya
sean
generales,
autonómicas
o
municipales,
que
se
llevan
a
cabo
fastuosamente, a
la
norteamericana, con
grandes
costes,
y
con
una
muy
abrumadora,
a
veces, inversión
en
toda
clase
de
medios
publicitarios
agobiantes, que
impactan
en
la
sociedad
pidiendo
el
voto
para
los
miembros
del
partido
en
cuestión.
Se
comienzo
solicitando
ayuda
a
otros
partidos
o
gobiernos
interesados
en
el
triunfo
y se
ingresaros
cientos
de
millones
en
las
diferentes
tesorerías
de
algunos
partidos,
siempre
bastante
menos
de
los
que
recibían
los
políticos
que
recogían
el
dinero
para
hacer
frente
a
tan
alta
financiación
y
que
en
su
totalidad
no
llegaban
a
recibir
nunca,
pues
algo
se
quedaba
pegado
en
las
manos
de
los
que
se
encargaban
de
la
recaudación
de
cualquier
forma.
Desde
luego,
era
dinero
no
fiscalizado,
totalmente
opaco
y
que
quedaba
a
merced
del
físicamente
receptor.
Como,
sin
duda
tuvieron
éxito, se
extendió
dicho
modus
operandi
a
quienes
no
eran
partidos
extranjeros
amigos
o
políticos
y
gobernantes,
deseosos
de
que
se
implantara
en
España
el
novedoso
régimen
democrático.
Muy poco
tiempo
después,
se
comenzó
a
practicar
en
nuestro
país
,sobre
todo
con
aquellas
personas
que
tenían
cuantiosas
cantidades
que
recibir
por
sus
trabajos
o de
sus
empresas
para
el
Estado
central
,autonómico
o
municipal
generalizándose
en
grado
sumo
la
concertación
con
el
empresario
de
unos
porcentajes
que
deberían
entregar
al
político,
para
que
este
pudiera
financiar
a su
partido,
lo
que
no
era
cierto
pues
lo
que
solía
hacer
era
quedarse
para
su
enriquecimiento
ilícito
personal
y
hasta
familiar
con
una
notable
cantidad
,totalmente
opaca
y al
margen
de
todo
control
fiscal.
El
sistema
lamentablemente
fue
agrandándose
y en
la
actualidad
se
ha
producido
una
serie
de,
valga
la
expresión,
una
serie
bastante
continuada
de
explosiones
de
corrupción
que
si
no
es
generalizada
se
acerca
bastante.
Lo
más
grave
es
que
los
propios
partidos
nunca
han
denunciado
hechos
de
corrupción
ni a
la
Fiscalía
expresamente
creada
para
luchar
contra
ella,
ni a
la
Policía
o
Guardia
Civil
o
Juzgado
de
instrucción
competente.
Se ha producido
un
juego
cobarde
y
sucio
de
denuncias
incluso,
anónimas,
de
empleados
o de
subalternos
que
se
han
vengado
de
sus
resentimientos
contra
los
políticos
o
sus
partidos,
pero
de
estos
no
ha
salido, por
lo
general,
denuncias
o
querellas
contra
los
corruptos.
Se
han
defendido
como
han
podido,
pretendiendo
demorar
sin
plazo
las
actuaciones
procésales,
y
con
bastante
fortuna
debido
a
las
dilaciones
o
retardos
que
aquejan
de
forma
generalizada
a
nuestra
administración
de
justicia,
consiguiendo
de
esa
suerte
que
carezcan
de
virtualidad
las
actuaciones
jurisdiccionales.
No
me
voy
a
permitir
la
licencia
de
hacer
un
listado
de
asuntos
de
elevado
contenido
económico
que
se
han
perdido
en
el
olvido
procesal
de
nuestra
defectuosa
y
hasta
corrupta
justicia.
No
sería
difícil.
La
hemeroteca
ha
dado
noticia
más
o
menos
puntual
y en
ocasiones
sesgada
del
panorama
de
la
corrupción,
actual
en
España.
Se ofrece
una
especie
de
imagen
muy
perversa
y
difuminada
de
la
corrupción,
no
sin
fundamento.
Por
que
cuando
la
corrupción
viene
de
arriba
el
mimetismo
derivado
de
que
(por
qué
yo
no
si
ya
lo
hace
también
tal
y
cual
persona,
y se
convierte
en
imparable
la
tendencia
y
operatividad
de
la
corrupción).
Si a
eso
se
une
la
extraordinaria
codicia
y
avidez,
ayuna
de
criterios
morales
de
cualquier
índole
de
nuestra
actual
sociedad,
pues
el
plato
está
servido
y
únicamente
falta
pues,
valga
el
símil
comérselo,
por
que
es
que
además
si
no
lo
hago
pensarán
que
soy
un
tonto
y
ese
camino
inmoral
se
recorre
en
un
santiamén,
pues
es
deslizante.
Vigente la
“cultura”
del
llamado
“pelotazo”
la
cuestión
se
pone
muy
difícil
y
complicada,
y ya
pueden
inventar
los
políticos
un
sistema
de
inspecciones
y
controles
que
aunque
no
terminen
totalmente
con
la
corrupción,
al
menos,
la
dificulten
o
hagan
lo
posible
a
favor
no
solo
de
la
prevención
si
no
también
de
la
represión
que
esta
en
manos
de
los
órganos
judiciales
y
que
son
sumamente
tardígrados.
Una
justicia
tardía
no
es
una
justicia
es
mas
bien
una
injusticia,
con
todo
que
ello
supone.
Como se ha
dicho
por
una
diputada,
doña
Rosa
Diez
la
corrupción
es
el
ébola
del
sistema
democrático
español.
Pues
ya
se
debe
luchar
contra
ella.
Lleva
haciendo
hora
que
se
haga
seriamente.
Manuel
Cobo
del
Rosal,
Catedrático
de
Derecho
Penal
y
Abogado.
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