Hace poco más de un año que di a luz a mi “miniyo”. Ahora estaréis pensando… “¡Felicidades! Pero ¿esto qué tiene que ver con el Derecho?”. Como diría una conocida Compañía de Seguros… “Todo, todo y todo”. Todo, porque después de apenas cuatro meses, que fue lo que tardé en escribirlo, pasaron otros cuatro y se lanzó a la venta mi libro “¡Ponte la toga! Y soluciona tus problemas legales.” Fue como un parto.

“Miniyo” porque lo escribí basándome en la idea de lo que siempre he pensado: La necesidad de acercar el Derecho al ciudadano perdido en el maremágnum de nuestra compleja jerga jurista y que, aunque algunos no lo crean, también tienen derecho a conocer el Derecho. El Derecho está en nuestra vida cotidiana, hasta en las cosas más simples.

Poco después de que se publicara ¡Ponte la toga! Y soluciona tus problemas legales, una mamá me contó que su hijo de 14 años, se lo había leído, le había gustado y entendido perfectamente. Me dejó atónita. Cómo era posible que una criaturita repleta de hormonas revolucionadas, pudiera haber leído, encima haberlo disfrutado y, para más inri, haberlo entendido. Llegué a pensar que el chaval ya apuntaba maneras para estudiar Derecho, pero no, quiere ser futbolista. Entonces, tuve claro que no sólo estaba cumpliendo el objetivo, sino que, además, lo había superado.

Aprovechando los viajes obligados por los asuntos que llevo fuera de la Comunidad de Madrid, una de las presentaciones de ¡Ponte la toga! Y soluciona tus problemas legales fue en Córdoba. Por cierto, preciosa ciudad y buenas gentes y, volviendo al tema porque si me dejas hablo por los codos, aunque puedo asegurar que paro para respirar, en esa presentación y firma en una librería céntrica, no hubo mucha gente por aquello del fútbol, pero sí la suficiente. Entre los asistentes, una abogada que además es profesora.

Hace varias semanas recibí una llamada. La mujer me comentó que había asistido a mi presentación en Córdoba, por la que me felicitaba y también por haber escrito ¡Ponte la toga! Y soluciona tus problemas legales, que es abogada y que imparte una asignatura práctica en Derecho a alumnos de Primero de Bachillerato de un colegio. Me sorprendió muy gratamente eso mismo, una asignatura práctica en Derecho y la felicité. Mi emoción creció cuando me dijo que estaba utilizando mi “miniyo” como parte del manual y ya se desbordó, cuando me pidió si sería posible que acudiera al “cole” a impartir una charla a los chavales sobre mi libro.

No me lo pensé dos veces. Cuadramos agendas y el día 2 de diciembre, media horita antes de que empezara la charla, me presenté en el Colegio La Salle de Córdoba. Me preguntaron si después de la charla, podía quedarme un rato para participar en una mesa redonda con alumnos de Segundo de Bachillerato, cosa que tampoco pensé dos veces ¡Fueron dos experiencias extraordinarias! Me encantó que estuviesen atentos, que me asaran a preguntas y nos echáramos unas risas. Comprendieron perfectamente la utilidad de tener al menos unas nociones prácticas en Derecho, lógicamente, explicadas con un lenguaje sencillo y ameno. Si a esto le sumas que hoy en día a esas edades son mucho más independientes, se genera la necesidad de aprender a prevenir problemas legales y a dar los primeros pasos para resolver un problema legal.

Todos sabían curarse un pequeño corte ¿Por qué no aprender a saber que no deben firmar sin leer antes, o que tienen la obligación de declarar como testigos si les citan al haber presenciado una pelea en una de esas noches de fiesta?