Tengo un cliente alemán, con el que además de despachar, me gusta filosofar de
vez en cuando. Lleva viviendo aquí casi 30 años, le encanta nuestro país,
nuestro clima, nuestro fútbol (como es inteligente es del Real Madrid), pero hay
dos cosas que no comprende: el mus y nuestro gusto por la chapuza. Ese afán tan
nuestro de usar la cinta aislante para todo y el que venga detrás que arreé. Al
fin y al cabo, hemos pasado de ser el país de Pepe Gotera y Otilio, al de Rato,
Griñán y Barcenas, sin olvidarnos por el camino del Manolo y el Benito, los
reyes del gotelé.
Por tanto, pese a ser el mayor experto del mundo en el mus, nunca he sido capaz
de hacerle jugar y por más que lo he intentado, tampoco he podido hacerle
entender, la chapuza de la legalización de los libros este año.
Comenzaré por el principio. Corría el día 28 del noveno mes de 2013, cuando el
Boletín Oficial del Estado, publica la ya legendaria Ley 14/2013 de Apoyo al
Emprendedor. Esta norma guarda gran parecido con la cuenta 555 del Plan General
de Contabilidad: lo mismo vale para que un magnate ruso obtenga la residencia
comprándose un piso, que para crear nuevas formas jurídicas con las que
intervenir en el tráfico mercantil.
Pues bien, en su artículo 18.1, dice literalmente “Todos los libros que
obligatoriamente deban llevar los empresarios con arreglo a las disposiciones
legales aplicables, incluidos los libros de actas de juntas y demás órganos
colegiados, o los libros registros de socios y de acciones nominativas, se
legalizarán telemáticamente en el Registro Mercantil después de su
cumplimentación en soporte electrónico y antes de que trascurran cuatro meses
siguientes a la fecha del cierre del ejercicio.”
Esto que en principio, no debería haber generado demasiada controversia, queda
pendiente de su posterior desarrollo reglamentario.
Pero claro, se conoce que andan sus señorías en otros quehaceres que no sean los
propios del cargo por el que cobran. Puesto que ás de año y medio, no han tenido
tiempo de sacar adelante el mencionado reglamento (este y otros tantos que
tienen pendientes). Con lo que, para tratar de arreglar el entuerto, la
Dirección General de Registros y Notariado, se pone a “medio legislar” y saca
el pasado 12 de febrero una instrucción. El objeto: tratar de indicar como
actuar, antes de que llegue al 30 de abril, fecha en que se han de legalizar los
libros.
Pero claro, hay veces que cuando se trata de arreglar un entuerto, se enreda
más. Con lo que la Asociación de Emisores Españoles (una especie de lobby, que
trata de agrupar a todas las empresas que cotizan en bolsa), presenta un recurso
ante el Tribunal Superior de Justicia de Madrid. En el citado recurso se alega
(con bastante buen criterio, en mi humilde opinión), que la información
detallada en las actas, no se aportaba encriptada y que por tanto, podría ser
pública. Con lo que cualquiera puede tener conocimiento de información
confidencial de la compañía tal o de los planes de negocio de la compañía
pascual. Sí, ¡La Leche¡
Pues bien, dicho recurso ha sido resuelto con un auto de fecha del 27 de abril,
por el que de manera cautelar, se suspende la instrucción de 12 de febrero de
la DGRN descrita anteriormente.
Con lo que nos encontramos a dos días de la legalización de los libros, viendo
que lo que hemos enviado de una manera, igual hay que hacerla de otra. Viendo
que ahora nos dicen que van a poner a disposición de todas las empresas, una
programa de encriptación en la página
www.registradores.org. Y viendo por terminar, que aún estamos pendientes de
que se trasponga la Directiva Europea 2013/34, que va a traer un nuevo plan
general de contabilidad para las Pymes. Trasposición que tiene como fecha tope
el próximo 31 de julio.
Como vemos, un galimatías de narices, digno de un sainete del mismísimo Lope. O
quizá como diría el soriano (digo el sevillano) Antonio Machado de:
“La España de
charanga y pandereta,
cerrado y
sacristía,
devota de
Frascuelo y de María,
de espíritu
burlón y alma inquieta,
ha de tener su
mármol y su día,
su infalible
mañana y su poeta”.
A la espera de ese mañana, que la fuerza os acompañe. |