Mi
amigo Agustín que es activo miembro de la Legión de María no se cansa de
repetirme, desde su compromiso de apostolado laico, que todos sin excepción,
integramos un sistema: El Sistema.
No dejo de pensar que algo de razón debe tener mi buen amigo, pero que aquello
de: “No es bueno que el hombre esté solo” puede jugar malas pasadas si uno va
por la vida en un permanente Rodriguez madrileño.
Sin querer entrar en ninguna de las profundidades a las que Agustín intenta
llevarme una y otra vez, no puedo desconocer que integro varios sistemas, él me
corregirá por “sub-sistemas” al mismo tiempo.
Soy mediador en mi despacho, en MediaIcam, donde parece que finalmente debutaré
gracias al militante hacer de Luis Aurelio el próximo viernes 3, socio de Pactum
y de la incansable Asociación Madrileña de Mediadores, miembro del World
Mediation Summit que insiste en reunirse este año en la tórrida y sin playa
Madrid y estudiante, estudiante siempre.
Desde esa privilegiada perspectiva: estudiante perpetuo de formación contínua
que nos demanda la ley de mediación civil y mercantil y nos ofrece María Jesús
Fernández Cortés con sus prestigiosos cursos de ProMediación, asisto hipnotizado
al taller de mediación sistémica que dicta Antonio Tula.
Alumnos destacados que encuentro sorprendido entre mi bancada irreverente son
Arturo Ortiz, Laura Arranz, Gloria y Charo de Valencia, amigos de Lorca, de
Ronda, de Galicia, mi presidenta: Ana Criado, y en fin, un nutrido número de
prestigiosos mediadores españoles deseosos de ver al maestro en acción.
Las jugosas intervenciones y los ricos intercambios de cañas y comidas (lo del
baile y la ronda cubana queda para una entrada más informal aunque hay hermosas
fotos para compartir), nos pone delante a una duda que afecta al sistema (sub-sistema
me machaca Agustín), de los mediadores españoles: ¿Seremos capaces, las nuevas
generaciones, de superar las caducas y estériles antinomias y disputas de los
que nos precedieron? Si hay que estarse al excelente clima que se vive en este
taller, la tan variada procedencia de los asistentes, la cantidad de formaciones
de base que están representadas la respuesta es un rotundo si.
Sin embargo, como aquella aldea de Astérix, fue llamativa la total ausencia de
la intelectual asociación de notarios Signum en estas jornadas, no sólo porque
en lo personal es siempre un placer el poder compartir lugares en los que
logramos coincidir casi en pie de igualdad con una profesión cuyo sustento mismo
está siendo puesto en duda en la Galia, sino porque ese prestigioso colectivo
alguno de entre los cuales están formados también en técnicas de mediación, no
hayan visto útil ni conveniente participar de este encuentro tan enriquecedor,
ni ver en directo y en primera persona a un mediador sistémico.
¿Pero qué es la “sistémica” que hace que abandone gustoso un finde soleado en el
Mediterráneo para sentarme en los austeros bancos de la Camilo José Cela de
Madrid?
Ludwig von Bertalannfy, como mi amigo Agustín, buscaba una construcción teórica
que se ocupe de los principios y de las leyes que conciernen a toda clase de
sistemas, en no importa qué rama científica. Generando una cascada de pensadores
que al decir de Fritjof Capra nos introducen en la “sistémica” que no en la
“teoría de sistemas” ya que éste no es más que un nombre falso, toda vez que no
se trata de una teoría sino mas bien de un punto de vista, un marco, un
lenguaje. Es un marco que estudia los sistemas integrados que derivan sus
propiedades esenciales de las interrrelaciones, en vez de las propiedades de sus
partes (E. Grün, La mediación, un enfoque sistémico y cibernético)
El pensamiento sistémico implica una visión distinta de la, hasta ahora todavía
vigente caracterizado por el reduccionismo, el método analítico y el
determinismo. Plantea que en vez de orientarse hacia las cosas o los objetos se
oriente hacia las relaciones, interacciones y procesos. Postula que la realidad
no se puede escindir o fragmentar para entenderla, porque la realidad no está
hecha de elementos que interactúan sino de procesos en retroalimentación
dinámica y en múltiples niveles. (op cit.)
Naturalmente Antonio Tula nos hipnotizó con su elocuente narración teórica y sus
profundísimas reflexiones, pero lo que más disfrutamos los mediadores de a pie
que tuvimos el privilegio de asistir al curso fue de ver cómo acomodaba su silla
y se ponía a mediar codo con codo con nosotros sin red ninguna, muchas veces sin
comprender exactamente de qué iba la complicada cuestión jurídica que los
alumnos habíamos pergeñado.
Él, en su silla, acompañado de su paciencia, y una batería de herramientas
gigantes probadas y contrastadas en miles y miles de mediaciones nos iba
desgranando los misterios de un modelo de mediación que, como La Creación que
sigue atrayendo las reflexiones de Agustín, no podemos diseccionar ni reducir,
simplemente dejarnos llevar y fluir con las partes en busca de un cambio de
perspectiva que nos permita al sub-sistema en el que se transforma toda
mediación alcanzar el fin último de nuestro destierro en La Tierra: el
crecimiento en el respeto, la evolución que implica atender al Otro, en tanto
que Otro.
La increíble coloratura de la cultura de la paz aplicada a la mediación nos
impacta, nos conmueve. La humildad del mediador no es un concepto teórico en
Tula, pareciera que él fuese su corporización.
Queda para otra crónica el poder contar la maravilla de la transformación
operada por una compañera en su rol play movilizada hasta la conmoción con
preguntas circulares.
La indignada sorpresa de Soco cuando el maestro ponía en tela de juicio el
concepto de neutralidad del mediador, tal y como se nos fue enseñado.
Imposible describir lo entrañable de ver la satisfacción de Don Antonio al
escuchar a su hijo Omar ilustrarnos sobre los cinco axiomas de la comunicación.
Es que, a todas luces ha sido una bendición y un enorme privilegio el poder
aprender y crecer mamando de las fuentes mismas, un saber tan hondo generado no
sólo de la incansable lectura sino de las horas empleadas en la mesa de
mediación en ambientes tan elegantes como la provinciana capital de Mendoza como
en el más humilde hospital de su extra radio.
¿Qué sub-sistema nos atrae y nos convoca a cada uno de nosotros, el del mediador
erudito tras la filmina de su PowerPoint, o estos mediadores rudos, con arrugas
en la frente, curtidos por el sol del contacto humano que nos presentan
ProMediación o en el World Mediation Summit?
Desde mis pocos poblados archivos de mediaciones madrileñas me permito brindar
por estas concepciones basadas en el pensamiento complejo y en la riquísima
experiencia internacional.
Gracias ProMediación.
Muchas, muchas gracias Antonio Tula. |