Seguramente, ni son los mejores consejos, ni son los
únicos que deberían darse a un abogado que empieza en ésta, siempre, complicada
profesión. Son los míos, para todos aquellos que los quieran leer y meditar.
Al fin y al cabo, ya decía Paulo Freire, que “enseñar no
es transferir conocimiento, sino crear las posibilidades para su propia
producción o construcción” quizás, el entender esto, en relación a
lo que supone para el que está aprendiendo, es lo primero que se debe aconsejar
a un abogado novel.
Vamos con los diez siguientes:
1.
No subestimes al abogado contrario. Ya sea de pequeño despacho o de gran
despacho, un joven abogado inexperto o un curtido compañero con miles de pleitos
a sus espaldas, no te fíes. En cualquier momento puede sorprendente con una
excelente defensa o un cambio de actitud. Incluso, ante aquel que ha mostrado
escasos conocimientos o dado una sensación de no dominar la materia, no bajes la
guardia. Podría formar parte de su estrategia.
2.
Crea tu propio archivo documental. Sé extremadamente ordenado en su
confección y organización. En los primeros años de ejercicio profesional vas a
leer cientos, quizás miles de artículos, acumularás muchas experiencias, y
pasarán por tus manos una cantidad ingente de documentos. Generarás multitud de
escritos con tus primeros asuntos. No pierdas toda esa información. Es imposible
retenerla toda. Pero sí clasificarla y organizarla para que te sirva para
siempre. Anota aquello que te gustaría retener. No te preocupes tanto por
memorizar como por apuntar y organizar la información.
Usa esta base de datos como si de
una extensión de tu memoria se tratara.
3. Procura mantener una actitud pasiva,
reflexiva, en las citas con los clientes.
Intenta conocer de antemano, por teléfono, la información fundamental del
encargo. Ya en la cita, deja que hablen y se expliquen. Evita dar afirmaciones o
posicionarte con el tema. Jamás digas nada de lo que no estés seguro. Escúdate
en la necesidad de estudiarlo. Hazlo después, tranquilamente, y llama
posteriormente para trasladarle tus conclusiones o citarle de nuevo con dicha
finalidad. Jamás asegures un resultado.
4. Aplícate profusamente con los escritos.
Un escrito siempre es mejorable. Cuando ya lo tengas terminado déjalo reposar.
Después, revísalo, elimina palabras seleccionando otras más precisas, voltea
frases, cámbialo hasta que quede perfectamente ajustado. Procura, siempre que
hasta el menos brillante lo entienda. Si tienes la posibilidad de dejárselo a
alguien para que lo lea y te dé su impresión, hazlo.
5. Ten siempre un plan B.
Nada de jugártela a una sola carta. Usa varias vías de fundamentación para
llegar al mismo resultado. Prepara, si son convenientes, pretensiones
alternativas y subsidiarias. Tu mente siempre tiene que estar pensando, en que
si no salvas la casa, al menos que te lleves los muebles, y no recibas una
condena en costas.
6. No des nada por ganado.
En cualquier momento siempre algo puede fallar. Así que lleva todo muy bien
preparado. El exceso de preparación del asunto es tu arma secreta y en lo que
realmente puedes competir. Además es la mejor garantía para evitar problemas. En
juicio, lleva las cosas por escrito. Leer es bastante inadecuado y siempre debe
evitarse, pero más inadecuado es quedarte en blanco. Al escribirlo lo retendrás
y tenerlo por escrito te aportará seguridad. Si finalmente se te va el discurso,
el papel te sacará del apuro.
7. Sé humilde y paciente.
No hay nada más ridículo que un abogado novel dándoselas de experto. Se nota. La
actitud agresiva revela falta de seguridad y de conocimiento. Con el tiempo te
darás cuenta que cuanto más sabes más dudas tienes. Es simplemente porque
detectas las posibles contra argumentaciones que podrían hacer a tu propia
posición. Si tienes dudas, mejor preguntar que lamentarse por no haberlo hecho.
Incluso directamente al juez. Sé paciente, uno no tiene éxito profesional nada
más arrancar. Todo requiere su rodaje. La abogacía es una carrera de fondo.
8. Fórmate en experiencias prácticas.
Una mañana en los Juzgados viendo juicios o una conversación con un compañero
puede ser tan instructiva como el mejor de los cursos o seminarios. En cualquier
base de datos encontrarás miles de casos prácticos, con una peculiaridad muy
especial, son auténticamente reales. Disecciona las sentencias y analiza cómo se
ha desarrollado el proceso, cuáles han sido las posiciones de las partes y cómo
al final se ha resuelto el litigio.
9. No te obsesiones con las Redes Sociales y
el Abogado 2.0. La mayoría de los
buenos abogados no tienen cuentas en redes ni se prodigan por dichos lares. En
realidad es más fácil hacer clientes en un campeonato de bolos que en Twitter.
Muéstrate natural en redes y sobre todo conoce gente. Interactúa. Recuerda, eso
sí, que abogado se es las 24 horas y los 365 días del año. Determinadas
licencias en redes sociales quizás no son lo más adecuado, pero cuando, además
estás empezando, igual no te las puedes permitir. Ojo con esto, y más si no
ejerces por cuenta propia o no es tu intención.
10. Cuestiónate todo.
Sé asertivo. No vayas a rebufo de lo que te digan o recomienden, salvo que sean
personas de confianza. Ojo con las modas y tendencias del sector. Obviamente hay
muchas personas con intereses en ellas y son buenos vendedores. Esto incluye
incluso este artículo. Cuestiónalo también, igual ninguno de estos consejos
sirve absolutamente para nada. Decídelo tú. |