“La
tecnología ha generado nuevos modelos de negocio que usan un lenguaje
diferente y con los que las organizaciones tradicionales están obligadas a
entenderse”, ha afirmado Xavier Busquets, profesor de Estrategia Digital de ESADE Buisness & Law School, quien ha sentado a la mesa redonda “Economía
colaborativa: explorando retos sociales y económicos”, a compañías de
diferente naturaleza para hablar del nuevo ecosistema de oferta y demanda.
Un entorno en el que “el consumo colaborativo ya no tiene marcha atrás”,
como ha asegurado Adolfo Ramírez, director general de Tecnología y
Operaciones de Santander España, quien ha compartido experiencias hoy en
ESADE con María Álvarez, responsable de Asuntos Públicos, Regulatorios e
Institucionales de la Asociación Española de la Economía Digital, y
responsables de diferentes empresas que tienen como modelo de negocio la
economía colaborativa.
Para
Ramírez, que ha querido aportar las reflexiones de la empresa tradicional en
este ámbito, hay tres grandes factores que han conducido al consumo
colaborativo: “La crisis económica, la optimización en el uso de las
tecnologías y el cambo social derivado de ésta. La empresa tiene que cambiar
drásticamente su cultura, transformarse desde la base y pasar de conceptos
como la propiedad, al acceso; de la marca, a la reputación y, sobre todo,
del consumidor, al colaborador”, ha reconocido el director general de
Tecnología y Operaciones de Santander España, quien ha señalado que, según
un estudio de PwC, “la economía colaborativa habrá generado en 2025 más de
335 billones de euros. “Tenemos que ver esta situación como una oportunidad,
no como una amenaza”, ha advertido.
A tal fin,
Ramírez ha enumerado las diferentes vías que tienen las entidades
financieras para subirse al tren de la colaboración, como “start ups,
innovación, análisis de big data y colaboración con la competencia”,
y, en referencia a esta última, ha querido destacar la plataforma común de
pago con móvil en la que varias entidades financieras comenzarán a hacer
pruebas en los próximos meses.
En
relación al resto de compañías de naturaleza tradicional, Adolfo Ramírez,
director general de Tecnología y Operaciones de Santander España, ha
destacado seis formas de reaccionar ante la llegada del consumo
colaborativo. Dos no recomendables, “ignorar y generar lobbys para
hacer presión y denunciar”; y cuatro que mantienen el mismo espíritu de
colaboración, “esponsorizar, invertir o comprar, llegar a acuerdos y
recircular productos”.
Del
turismo y el transporte a la educación y las finanzas
Desde la
Asociación Española de Economía, que representa a más de 500 empresas
especializadas en economía colaborativa, María Álvarez ha destacado la
importancia de esta actividad en el desarrollo de riqueza y la creación de
empleo. Un progreso que se enfrenta aún a varias trabas, como por ejemplo,
“obstáculos de índole regulatoria, pero que afortunadamente tenderán a
desaparecer porque la economía colaborativa ha venido para quedarse. La
Unión Europea publicará próximamente un guide line y pronto veremos
cómo se pasará de la regulación horizontal, más generalista, a otra más
vertical, especialmente en los sectores del turismo y el trasporte”.
Para ver
cuáles son las necesidades específicas de cada sector en este ámbito, la
mesa redonda organizada por el Club Digital Business & ICT ESADE Alumni ha
reunido también a representantes de los anteriores sectores y de otros dos
más, el de la educación y el de las finanzas, quienes han explicado los
pecularidades que diferencian y avalan el consumo colaborativo en cada uno
de ellos.
Chema
González-Soto, director de Estrategia y Desarrollo de Negocio de BeMate.com,
start up de la empresa Room Mate, ha querido destacar que esta compañía,
originalmente con hoteles en propiedad, ha sabido ver las posibilidades de
modelos como Airbnb, que ponen en contacto turistas y propietarios de
inmuebles vacíos, e implementarlos “fortaleciendo sus virtudes y cubriendo
sus carencias. ¿Si ya tienes un hotel, ¿por qué no sacar partido también a
las infraestructuras libres que hay alrededor de él?”, ha afirmado.
Por su
parte, Inés de Saralegui, cofundadora y directora de Respiro, una plataforma
para compartir vehículos, destaca también el beneficio económico. “Es una
puesta por el transporte sostenible —argumenta—. que puede favorecer un
ahorro de entre 3.000 y 4.000 euros al año. Nuestra propuesta de valor,
además de a la comunidad, es a todo tipo de instituciones. De hecho, ahora
estamos hablando con Metro de Madrid”.
“Afortunadamente, nuestro sector es de los pocos en los que no ha aparecido
ningún lobby que hiciera presión para expulsarnos del mercado”,
comenta Miguel Caballero, socio y fundador de Tutellus, plataforma de
aprendizaje colaborativo. “El verdadero enemigo de la educación es la
apatía”, añade mientras reconoce que ya se ha aliado con varias
universidades para luchar juntas ante esta amenaza.
Finalmente, Mireia Badía, fundadora de Grow.ly, que basa su modelo de
negocio en el crowdlending [préstamo privado], ha explicado la razón de ser
de su compañía también por el excedente, en este caso financiero, y la
necesidad de colaboración. “Hasta ahora ha habido una gran dependencia de
los bancos a la hora de la financiación y ésta no es una alternativa, sino
una fuente más”, comenta mientras destaca que, “en el futuro, empresas y
hogares se financiarán con una mezcla de este tipo de servicios que, además,
empiezan a estar regulados”. “En nuestro caso vamos más adelantados
—explica—, nos regimos por una Ley 5/2015 del 28 de abril y en breve también
estaremos regulados por la CNMV”.