¿Aplicaron la ley de Lynch los madrileños a su alcalde? La huella de la toga

Publicado el domingo, 8 septiembre 2019

José Manuel Pradas – La huella de la toga.

Un soneto me manda hacer Violante. Así arranca uno de los más famosos sonetos de Lope. “Que en mi vida me he visto en tanto aprieto” continúa. La verdad sea dicha, el que más abajo firma de poeta bien poco tiene, por no decir nada y dudo mucho que alguna vez haya podido engarzar dos versos más allá del humilde pareado. Permítaseme por tanto que no ponga ejemplos.

José Manuel Pradas Poveda

José Manuel Pradas Poveda, Abogado.

Pero bien es verdad que aunque no sea para hacer sonetos, si que me veo en un buen aprieto y cumplir el compromiso adquirido con Lawyerpress de hacer un puñado de reseñas de ilustres -y no tan ilustres- juristas del pasado, que irán por aquí desfilando, cuando el Director tenga a bien y con la única finalidad de entretener y si tengo acierto, ilustrar sobre sus vidas, obra y milagros. Nunca viene mal en estos tiempos vertiginosos, hacer un breve alto entre las sesudas noticias jurídicas, las siempre alarmistas financieras y las envaradas institucionales y poder dedicar unos minutos a conocer alguna curiosidad del pasado porque, no lo dudemos, de todo se aprende. Ojalá lo consiga.

Será mi fuente más cercana el Colegio de Abogados de Madrid, que pronto cumplirá sus primeros 425 años –pocas instituciones alcanzan en España esa antigüedad- y que por una serie de felicísimos azares, conserva casi íntegro su archivo desde su fundación. En los últimos años he tenido la fortuna de tener acceso a la documentación de ese archivo inmenso y fértil y, fruto de ello nació   Memoria de la Abogacía Española. Abogados de Madrid. Abogados de España. (Editorial Aranzadi)  obra escrita junto con mis amigos Charo García Paredes y el profesor Rogelio Pérez Bustamante. Así que, permítame el lector hacerle un guiño de ojo y le haga cómplice de la información que una parte importante del trabajo de campo ya está hecho antes y será la fuente de mi ciencia.

Seguiremos hablando del Colegio y la Abogacía histórica, pero no quiero quedar sin espacio para nuestro primer protagonista.

Se trata de Don José de Marquina y Galindo, quizá de los pocos alcaldes de Madrid que no tienen una calle dedicada a su memoria. La razón la sabremos en las líneas posteriores.

Nació nuestro colega el año de 1749 en la conquense localidad de Castillo de Garcimuñoz, pueblecillo que destaca en un alto en la Autovía de Madrid a Valencia y que aparece coronado por la mole del castillo-palacio del Infante Don Juan Manuel, Señor de Villena. Nuestro dieciochesco alcalde de la Villa y Corte  se colegió en 1774 asignándosele el número cronológico 2201.

Para lo que nos interesa, y por su amistad con Godoy, llegó a ser alcalde de Madrid entre 1805 y 1808, tras pasar antes como abogado de los Reales Consejos y secretario del de Castilla. Ha trascendido a la pequeña historia de Madrid como el “alcalde ateo”, pues ordenó quitar todas las cruces que estaba repartidas por calles, plazas y plazuelas de Madrid. La historia a veces es cruel y aunque el auténtico motivo de la retirada era evitar su profanación, para el vulgo la causa era radicalmente la contraria.

Pradas---MarquinaDe todas las cruces de Madrid, una sola se salvó y aún podemos disfrutar de ella. Es la Cruz de Puerta Cerrada. Ubicada entre la calle de Cuchilleros, la de Segovia y el inicio de la Cava Baja; ocupaba y ocupa, el lugar donde estaba una de las puertas de la antigua muralla de Madrid y que permanecía siempre cerrada y de esa circunstancia procede su denominación. Al derribarse la defensa en el siglo XVI, se erigió la cruz, rodeándola con un abrevadero para las bestias y fuente para las personas.

Aquel día de 1805 en que empezaron a derribarse las cruces, apareció allí un gran cartel con estos versos:

¡Oh cruz fiel!

¡Oh cruz divina!

Que triunfaste

Del pérfido Marquina

El 19 de marzo de 1808 como consecuencia del Motín de Aranjuez, la caída de Godoy y la abdicación de Carlos IV, su casa  en la calle de Concepción Jerónima, fue asaltada y fue muerto por las turbas, o así consta en muchos textos que se pueden consultar, donde dan por cierta esta versión y la fecha del fallecimiento.

Sin embargo esto no es así. Huyó a Fuensalida dónde fue detenido y quedó preso, hasta que la intervención de las fuerzas de Napoleón sirvió para rescatarle y como “josefino” trabajó para José I, como Decano de las Juntas de Negocios Contenciosos, institución que sustituyó al Consejo de Castilla.

Según la Real Academia de la Historia, falleció en lugar indeterminado el 3 de agosto de 1812. Pero otro documento, la Gaceta de la Regencia de España e Indias de 5 de febrero de 1811, editada en la sitiada ciudad de Cádiz, informaba de una noticia fechada  el 5 de enero en Madrid, donde se daba cuenta de su muerte allí.

Y esta es la breve reseña histórica del colegiado Don José de Marquina y Galindo, del que no he podido obtener una imagen, el alcalde ateo de Madrid –que no lo era- y que fue muerto por las turbas –aunque tampoco haya sido así- pero amigo mío, así se escribe a veces la historia.

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2 Comentarios sobre este articulo. Comenta tu primero.

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    Andres Molina 8 septiembre, 2019 a las 22:02 - Reply

    Una delicia saber que alguien se ocupa de nuestra historia «chica», la mas proxima a los personajes menos conocidos y, a veces, injustamente olvidados. Prosa castiza y directa. Enhorabuena por esta iniciativa

  2. Avatar
    Charo García Paredes 9 septiembre, 2019 a las 08:45 - Reply

    Enhorabuena!!! El artículo muy interesante.

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