Carlos Ranera

En los últimos años se está percibiendo una importante transformación del sector legal. Ya estaba tardando. Triunfa una nueva generación de abogados distinta a lo tradicional. El denominador común que se mantiene es la excelente formación académica, los brillantes expedientes y el dominio del inglés. A esto se añade una nueva forma de relacionarse hacia adentro y hacia afuera (compañeros y clientes), una visión mucho más empática hacia el cliente, más digitales y ágiles en el contacto, muy especializados por materias, con la proactividad de aportar nuevas visiones y posibilidades y, finalmente, insultantemente jóvenes.

He calificado a esta generación como los “funky lawyers” porque, aunque me repatean los anglicismos, define una presencia global. Estamos ante una generación disruptiva en su forma de pensar, que valoran más las experiencias, con una visión global, que puedes ver con deportivas y sudadera, aunque en los despachos más tradicionales todavía se mire esto con recelo y se imponga el clásico código de vestimenta. No nos resistamos, es imparable. Lo más relevante es cómo son, no lo que parecen.

El término funky habla de un estilo de música fusión de otros que nace en la década de los 60. Esa revolución en la música, fue llegando poco a poco a muchos sectores de actividad, pero la abogacía seguía instalada en antiguos códigos, profundamente obsoletos.  En este caso utilizo funky como acrónimo lo que creo que define a los abogados que ya están triunfando y que liderarán los despachos en los próximos años: Fun, Umbrella, Nimble, Key y Young.

Empecemos por el “fun”. Se trata de otra manera de trabajar y de relacionarse. Más cercana, más divertida, menos engolada y cargada de complicidad. Podríamos utilizar la F también para definir a esta generación como friend, feeling o few, porque son cercanos, empáticos y de los mejores, como siempre, hay pocos.

“Umbrella” representa lo mejor que puede ofrecer un abogado a su cliente: protección, seguridad y cuidado. Pero también podríamos utilizar la U para definirlos por su empuje como unstoppable.

“Nimble” subraya su comportamiento ágil y experto. En cuanto a la forma, permanente disponibilidad digital, donde ya son más frecuentes las notas de voz por whatsapp que los correos electrónicos. Se genera una relación entre abogado y cliente de plena confianza y se multiplican los contactos.  En cuanto al fondo, profunda sensibilidad con estar actualizados, con muchos canales de información activos.

“Key” incorpora un concepto muy relevante en el sector legal; ofrecer nuevas llaves a los clientes para abrir otros caminos, oportunidades y soluciones. Ser experto para anticiparse y evitar problemas o anticiparse y crear oportunidades, en lugar de ser experto para solucionar conflictos.

“Young” nos dice que estamos ante una generación, que con pocos años en la profesión, ya muestran una inquietud y un protagonismo impropio en las generaciones anteriores. Han crecido a otro ritmo, se han educado a otro ritmo, se relacionan a otro ritmo y quieren trabajar a otro ritmo.

Ante esto el planteamiento debe ser igual de funky. No podemos mantener los procesos de selección del talento, no pueden ser iguales las carreras profesionales y los modelos retributivos. No podemos mantener las mismas formas de medir los resultados ni podemos esperar los mismo de estas personas. La razón es sencilla: ellos no esperan lo mismo que las generaciones anteriores.

Esto no quiere decir que no haya cientos de jóvenes abogados que son clones de los actuales socios, pero, en mi modesta opinión, los que liderarán las prácticas en poco tiempo no llevan reloj ni corbata, van a ser mejores directivos, menos jerarquizados y más colaborativos, estarán menos horas en los despachos y más horas en sus casas, hablarán más con sus clientes y tendrán muchas menos horas de reuniones internas.

Esto que les cuento sobre el mundo de la abogacía es extensible a otros muchos sectores y creo que no debemos esperar a que ellos se adapten a las antiguas formas de trabajar, sino adaptarnos los demás a las nuevas. Es más inteligente que resistirse con el consabido “a mí me lo van a contar que llevo toda la vida en esto”. Pues sí, despierta. Bienvenidos “Funky Lawyer”.