Cuando Harley Davidson tuvo que retirarse

Publicado el viernes, 11 noviembre 2016

José Luis Requero Fernández, Abogado, Business & Law.

Corría el año 1903 cuando William Harley y los hermanos Arthur y Walter Davidson crearon, en el patio trasero de la casa de estos últimos, la que posiblemente sea la primera “tribu” de consumidores de la historia. Hablamos, evidentemente, de las motos Harley Davidson, universalmente conocidas por su destacada distinción estética y el inconfundible sonido de su motor. Como toda marca renombrada que se precie, sus gestores pretendieron proteger la que supone una de sus principales características de la marca, sin embargo, se vieron obligados desistir de su pretensión por los siguientes motivos.

José Luis Requero Fernández, Abogado, Business & Law

José Luis Requero Fernández, Abogado, Business & Law

Con el paso de los años estas motos americanas fueron evolucionando y desmarcándose de lo convencional adquiriendo una mayor distinción en lo técnico, en lo estético e incluso en las personas a las que iba dirigido el producto. Era tal el grado de singularidad del conjunto que, en el año 1994, los responsables de la marca de Milwaukee pretendieron registrar el sonido emitido por su motor, ya que constituye de forma indudable uno de los principales rasgos distintivos de la marca. La solicitud de registro presentada ante la Oficina de Patentes y Marcas de los Estados Unidos recogía la siguiente descripción: “La marca consiste en el sonido del tubo de escape de las motocicletas del solicitante, producido por V-Twin, motor común de la motocicleta crankpin cuando los productos están en uso”.

Sin embargo, no fueron pocos los problemas que se encontraron, ya que nueve de los principales fabricantes de motocicletas y por consiguiente competidores directos de Harley Davidson se opusieron a esta pretensión por considerar que el sonio no era propio de los solicitantes, puesto que muchas motocicletas de estilo cruiser utilizan un motor tipo V-Twin, el cual es capaz de igualar su sonido al de las motos de Harley Davidson.

A ello había que añadirle los aspectos legales correspondientes. Tanto la legislación estatal española, como la internacional y comunitaria permiten registrar marcas sonoras siempre y cuando sea posible representarlas de forma gráfica, normalmente a través de un pentagrama. Se planteó, en su momento, considerar la onomatopeya como forma de representación gráfica para salvar este escoyo y así facilitar el acceso al registro de marcas sonoras del tipo de la que nos ocupa. Sin embargo, ésta fue una idea que en seguida fue descartada por el Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas por considerar que no sólo existe un gran desfase entre el sonido reproducido por la onomatopeya y el real, sino que además puede haber una gran disparidad de interpretaciones de sonidos y su onomatopeya dependiendo de las personas de los distintos países, ya que aunque el sonido es percibido de una misma forma su interpretación gráfica y su consiguiente lectura puede variar de forma significativa dependiendo de quién la interprete.

De esta forma, en el año 2000, después de seis años litigando contra sus enfervorecidos oponentes, Harley Davidson terminó retirando la solicitud de marca dando por finalizada su cruzada al considerar que el paso de los años, el dinero gastado y la incertidumbre sobre el eventual éxito de su pretensión eran motivos más que suficientes para poner punto y final al asunto.

No consiguieron su objetivo, pero lo que sí lograron casi desde el principio es algo mucho más importante y es que cualquier persona del mundo sea capaz de identificar una Harley Davidson, esté donde esté, solo con escuchar el “rugido” de su motor además de crear, como decía al principio, la que quizá sea la primera “tribu” de consumidores. Todo ello constituye un éxito que no tiene precedentes en la historia de las motocicletas y que sólo está al alcance de unas pocas marcas en todo el mundo.

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