Lefebvre y Ecija presentan su memento práctico sobre el Derecho de las Nuevas Tecnologías

Publicado el viernes, 12 mayo 2017
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De izquierda a derecha, Javier de Cendra (IE); Xavier Mas (Media Saturn); Juan Avilés (IBM Watson); y Alejandro Touriño (Ecija)

Núria Ribas / @oikit

Expectación y lleno absoluto en la planta 31 de la madrileña Torre de Cristal. Ni el ministro de Justicia, Rafael Catalá, ni la presidenta del Consejo General de la Abogacía Española, Victoria Ortega, quisieron perderse la presentación ayer jueves por la tarde del Memento número 70 de la editorial Francis Lefebvre, elaborado por el equipo de profesionales del bufete Ecija. Probablemente, el sujeto del documento ayudó al éxito de convocatoria: el Derecho de las Nuevas Tecnologías.

Las tecnologías de la información y la comunicación pivotan, ordenan y casi ya inundan prácticamente todos nuestros actos diarios, desde la primera lectura digital de los periódicos de buena mañana a la operación por banca online pasando por el simple uso de nuestro smart phone. Y, ya se sabe, cualquier actividad humana está reglamentada. Y donde hay un reglamento que cumplir hay un abogado al que consultar (con el permiso de los primeros robots que, a través de la inteligencia artificial, ya pueden responder dudas legales. Se encargó de demostrarlo en directo Juan Avilés, responsable de producto de IBM Watson).

Así que una obra extensa y práctica como esta que ahora presenta Lefebvre casi que era demandada a gritos por el sector. El encargado de plasmar en más de 600 páginas todo aquello relacionado con el Derecho y las Nuevas Tecnologías ha sido el bufete Ecija, firma especializada en Derecho de la Tecnología, Medios y Telecomunicaciones. En concreto, 31 abogados y abogadas de este bufete que precisamente celebra este 2017 sus 20 años de historia como recordó Hugo Ecija en la presentación del volumen, coordinados por el socio director del bufete, Alejandro Touriño.

Son 24 capítulos, repartidos en 7 partes, que engloban desde la sociedad de la información y el comercio electrónico hasta la protección de empresas y consumidores, pasando por los derechos de la persona, la administración y la Justicia Electrónica, el ámbito penal o los sectores tecnológicos.

Como destacó el ministro Catalá en la presentación del acto, el memento desarrolla los tres retos a los que se enfrenta el Derecho a la hora de convivir con las nuevas tecnologías: las controversias que aparecen en el mundo digital (protección de datos; ciberseguridad; derecho de la propiedad; ciberdelitos…); el impacto de las TIC en determinados sectores económicos (comercio electrónico, economía colaborativa, fintech, elearning…); y, por supuesto, el papel que el abogado deberá asumir en este tablero de juego tecnológico.

El papel del abogado o, directamente, qué tipo de abogado es necesario para afrontar este cambio de paradigma económico, social y legal que las nuevas tecnologías – o sea, nosotros mismos- han instaurado en las sociedades del siglo XXI. Y es solo el principio. Probablemente, ni podamos imaginar qué tipo de profesiones serán necesarias en 20 años.

El 80% de las profesiones que se ejercerán de aquí 10 años no existen ahora mismo. Cómo atraer a la escuela a alumnos con mucho talento que serán los abogados del futuro es la gran pregunta”, reflexionaba Javier de Cendra, decano del IE Law School, en una de las dos mesas redondas que acompañaron el acto de presentación del memento. Ese ‘abogado del futuro’ parece que, como mínimo, tendrá que ser ducho en nuevas tecnologías y, si se dedica al asesoramiento de empresas, ser mucho más permeable a la filosofía de la compañía para la que trabaja. Las empresas, cada vez más, buscan en su abogado a un asesor que les acompañe en el camino de generación de negocio. Eso implica conocer al dedillo el sector al que te dedicas y generar equipos multidisciplinares, como señaló Xavier Mas, responsable de la asesoría jurídica del Grupo Media Saturn.

El big data y el tratamiento de estos datos, tanto desde el punto de vista de las compañías que los manejan como de las incógnitas – y peligros- que abren jurídicamente fueron los protagonistas de la segunda mesa redonda. Muchas preguntas y, de momento, pocas respuestas. Pero lo que quedó claro es que la seguridad que necesitan las empresas para proteger los datos que manejan no tiene nada que ver con la de hace 10 años. Y eso incluye a los bufetes de abogados, que cuanto más digitalizados lleven sus casos, más información sensible van a tener que proteger del ciber terrorismo.

Al mismo tiempo, no todo son peligros. La transparencia en los datos que como clientes tecnológicos aportamos a, pongamos, la banca online (que en un vistazo tiene toda nuestra vida en sus manos solo con los movimientos bancarios que realizamos) puede ser un punto positivo para las compañías que decidan ‘devolver’ el control de esos datos a cada usuario.

En el campo del Derecho, las incógnitas que abre el big data son infinitas. El tratamiento de datos no es más que ‘alimentar’ con información a unas máquinas que funcionan con algoritmos. Llegará un momento, si es que no ha llegado ya, que estos algoritmos podrán condicionar nuestra vida decidiendo cosas como, por ejemplo, si nos conceden una hipoteca o si vale la pena financiarnos una carrera universitaria. ¿Abre eso la puerta a que las máquinas tengan también personalidad jurídica?

(Continuará)

Sobre el autor
Núria Ribas

Periodista. Más de 20 años de experiencia en medios escritos y en comunicación política y corporativa. Periodismo jurídico, económico, político y cultural. Veraz siempre; parcial, también. @oikit

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