Hans A. Böck / @LP_Hans.
En el pasado Legal Management Forum hemos podido escuchar a dos grandes especialistas en tecnología. José Luis Cordeiro, miembro fundador de la Singularity University, nos dibujó un mundo del futuro basado en machine learning, inteligencia artificial, apps y robótica, que dejó buena parte del público con la boca abierta al imaginarse como sería nuestra vida dentro de 10 o 15 años. Después, Francisco J. Martin, CEO de BIGML, nos devolvió al suelo raso con su evaluación de los avances sobre la IA y el aprendizaje máquina, que según él están a mucho tiempo de poder igualar un ser humano.
Ambos speekers tienen mucho de verdad en sus propuestas, pero al final creo poder haber constatado que el público se quedó con las explicaciones de Paco Martin, más conservadores y mucho más pegado a la práctica actual en los despachos. También es cierto que es el ritmo con el cual nos gustaría afrontar la revolución digital del sector: con mucha calma y convencidos de que no es tanto lo que va a cambiar.
A lo mejor tienen razón, pero entonces hay que dejar claro que todo el debate sobre LegalTech que se está llevando a cabo en un sinfín de foros, puede ser sólo una burbuja. Analizando las iniciativas que de momento tenemos en España, hay cerca de 140 en nuestra órbita, me atrevo a confirmar la burbuja.
A mi modesto entender, falta la parte tecnológica a muchas iniciativas de LegalTech, aunque si pensamos que un servicio en la nube para bajarse documentos es ya “rocket science”, entonces claro que no. Sin embargo, hay pocas iniciativas en el mercado que se vislumbran como Legalzoom o Axiom, disruptores en sus mercados natales del norte de américa.
De momento tenemos muchos servicios cuyos “emprendedores” han copiado sus ideas a otros ya existentes, como en la gestión de contratos, los buscadores de abogados o las plataformas de consultas. Buena parte viene de emprendedores jóvenes, pero gran parte está auspiciado por despachos que ven en ello una nueva oportunidad de e captar clientes nuevos.
Para la mayoría de iniciativas falta a mi humilde entender un plan de negocio, una visión clara de lo que se puede alcanzar, y sobre todo, una inversión de acuerdo con la idea y los objetivos. A bote pronto sólo se me ocurre Pablo Rabanal con su reclamador.es y Jesús María Arriaga con su despacho omnipresente en la publicidad. Con inversión se consigue el éxito.
Durante los últimos años de mi experiencia de asesoramiento de start-ups en la construcción de su reputación he podido ver y acompañar a muchos proyectos fuera del sector legal, que, aunque también sujetos a un gran riesgo de fracaso, han podido alcanzar cierta notoriedad y éxito gracias a su inversión inicial, el apoyo de inversores y las rondas posteriores de financiación.
La explosión de los LegalTech, más que a productos tecnológicos o avances en Inteligencia Artificial o machine learning, se debe a la facilidad que parece que ofrece la WWW para llegar a clientes mediante SEO y SEM, y en consecuencia a productos más bien virtuales vendidos con estrategias únicamente online y con una inversión mínima. Su éxito por desgracia es poco y casi ninguna iniciativa llega al gran público.
Para finalizar sólo hay que mencionar que en el GC Excelence report, los responsables de los departamentos jurídicos constatan que los despachos siguen más enfrascados en la innovación que en escuchar a los clientes. El LegalTech puede ser interesante para suplir esta brecha, pero si lo seguimos utilizando para darnos el gusto de sentirnos innovadores, no tendrá mucho futuro.
Y por otro lado es preciso y urge, que creamos un entorno de Legal start-up desde dentro del sector, quizás como el Colegio de Abogados de Paris con su hub, porque corremos el serio peligro que los no-abogados competirán en el sector legal.
Las señales ya están en la pared. Si los quisiésemos ver, sabríamos como controlar la burbuja LegalTech.