La Asociación Nacional de Laboralistas (ASNALA) ha cumplido veinte años de vida estrenando dos novedades. Por primera vez la preside una mujer, Ana Gómez, y también por primera vez su junta de Gobierno es paritaria, un empeño personal de Gómez. Abogada experta en derecho laboral y de la Seguridad Social, ejerciendo en Mariscal Abogados, la presidenta de ASNALA repasa en esta entrevista los principales escollos a los que se enfrentan en España los laboralistas y cómo piensa darle un giro a la principal asociación española en esta rama del Derecho.
Núria Ribas / @oikit
¿Habrá giro en ASNALA o la suya será una presidencia continuista de la del anterior presidente, Martín Godino?
Digamos que es un proyecto no rupturista. Hay que poner en valor el legado de Martín Godino al frente de ASNALA. Y he ejercido como vicepresidenta los últimos tres años. Pero quiero introducir reformas para acomodar ASNALA a los nuevos tiempos. Creo que podemos hacer mucho más y se lo debemos a los socios.
¿A qué se refiere?
A que hoy en día hay muchos contenidos a los que poder acceder gratuitamente. Es decir, cuesta ver la ventaja del asociacionismo. Sobre todo, en España, no sé por qué a los españoles nos cuesta asociarnos, preferimos ir cada uno por su lado. En ASNALA somos privilegiados porque tenemos un conjunto de socios que se mantiene estable. Somos unos 500 y, de abogados laboralistas somos la asociación más numerosa además de estar territorialmente en casi todas las Comunidades Autónomas. Pero creo que hay que escuchar más al socio para saber qué espera de ASNALA.
¿Y qué cree que le piden los laboralistas en estos momentos?
No estar solo en una rama del Derecho, la laboral, que se ha vuelto muy complejo. Llevamos unos años de locura. Hubo una gran reforma que luego ha dado pie a sucesivas pequeñas reformas.
La reforma laboral…
Lejos de traer certidumbre, paz social… lo que ha generado ha sido conflictos. Desde ASNALA podemos decir que conocemos de primera mano que la reforma laboral es complicada. El legislador, cada vez que mete la mano, complica la cosa, eso de por sí. Pero es que además esta fue una reforma, la del 2012, profunda y con flecos. Por ejemplo, las causas del despido. Parecía que para el legislador las cosas quedaron muy claras. Sin embargo, no es así. Ha dado lugar a una gran litigiosidad. Y esta no da lugar más que a corrientes doctrinales. Esto también es un eufemismo para decir ‘cómo afrontamos este problema’.
¿Las empresas no lo han tenido más fácil para aplicar el despido objetivo desde la reforma laboral?
Pues no. No hablo de empresas que hayan abusado, hablo de la generalidad del tejido empresarial. ¿Cómo puede ser que un país como España, que ha sufrido una crisis brutal, en la que las empresas han sufrido mucho, estas no hayan podido acudir, aunque parezca mentira, a la figura del despido objetivo que marcaba la ley, porque los trabajadores y sus defensas podían acogerse a que la letra de la ley no era clara? Hemos visto muchas situaciones en las que empresas pequeñitas, con pocos recursos, se les aplica la misma ley que a las grandes y esas debían afrontar indemnizaciones más costosas de las que marcaba el despido objetivo. ¿Qué pasa con los convenios colectivos de empresa? Pues un poco igual. Parecía que el legislador inventó un milagro para decir que las empresas podrían adaptarse a las condiciones de la crisis y nada más lejos de la realidad. Muy poquitas han podido hacer estos convenios. Y, de hecho, los pocos que se han realizado, se los empiezan a cargar.
¿Cuál es la solución? ¿Reformar la reforma?
Sin duda no se ha hecho bien el trabajo. Creo que debe haber un ejercicio de diálogo social en vez de una reforma unilateral del Gobierno. Deberían ponerse las pilas los representantes de la patronal y de los sindicatos. Entiendo a los jueces cuando nos dicen: ‘Es que nos toca hacer el trabajo feo. Como no está bien hecho, nos toca a nosotros medio legislar’.
No sé si en Derecho Laboral también pasa, pero en otras áreas cada vez más se acude a los tribunales europeos para dirimir litigios. La legislación europea enmienda la plana a menudo a la española. ¿Sucede en el campo laboralista?
Claro que sucede y no nos imaginamos hasta qué punto. La última instancia ya no es el Tribunal Supremo. Ahora, nuestro último tribunal es, sobre todo, Luxemburgo. En lo social, cada mes nos encontramos con un pronunciamiento que nos está aclarando si España cumple o no cumple con la normativa, si se ha traspuesto correctamente la directiva, cómo hay que interpretarla… Pero se da una circunstancia: existe poco conocimiento entre los laboralistas de este recurso, que es el derecho europeo. En cambio, los jueces lo tienen muy presente. Estamos viendo cómo se están especializando mucho los tribunales de lo social en derecho europeo. Son los propios juzgados los que elevan cuestiones a Luxemburgo. Y, de hecho, este es uno de los principales ejes que abordaremos en ASNALA. Vamos a esponsorizar un libro, que ya dejó cerrado Martín Godino, y que va a ser el referente bibliográfico en materia de derecho social de la UE en España. Eso nos da pie a seguir fomentado la formación de los laboralistas en este sentido.
Otro de los ejes claros en su nuevo mandato es el trabajo por la igualdad. Por primera vez hay una junta paritaria…
Yo lo tenía bastante claro e interiorizado desde hacía tiempo. Cuando asumí la presidencia, fue una decisión muy difícil. Había una junta muy valiosa, que había estado acompañándome a mí durante años, y fue una decisión complicada porque ni ellos se lo esperaban, ni yo di pistas. Pero yo sabía que tenía que hacerlo. Es decir, para mí era algo muy claro que se debía entender por parte de los socios que, al llegar una nueva persona a la presidencia, tenía que reformar la junta de gobierno porque solo así se entendería un cambio de registro.
El papel de la mujer en las altas esferas de la judicatura sigue siendo muy minoritario…
Sin duda, la igualdad real no existe. El famoso techo de cristal. El género, es un lastre hoy en día. Todavía somos un sector que no somos plenamente igualitario. Hay que seguir pensando, hacer autocrítica y luchar por este derecho.
Entonces, ¿cuotas sí o no?
Pues me encantaría que no hicieran falta, pero creo que son necesarias. A la vista de los resultados, no podemos pensar que esto se va a arreglar por inercia.
Muy buena profesional. Enhorabuena