Las 27 magníficas 21 diputadas y 6 senadoras dejaron su huella en la Constitución que ahora cumple 40 años

Publicado el jueves, 6 diciembre 2018

Innumerables actos y homenajes se han sucedido esta última semana para celebrar las cuatro décadas de la Constitución de 1978. En todos ellos, se ha recordado la figura de los que la prensa del momento llamó ‘los 7 magníficos’, los ‘padres de la Constitución’. Esos siete hombres (Roca, Herrero de Miñón, Cisneros, Fraga, Solé Tura, Peces Barba y Pérez Llorca) han sido protagonistas desde entonces. Y han eclipsado a las ‘madres’ de la Constitución, 27 mujeres que, como diputadas o senadoras, aportaron su intelecto y su visión de género al texto constitucional.

Núria Ribas / @oikit

Imagen del Congreso de los Diputados

De ellas, sin duda la más notoria por ser la única mujer que formó parte de la Comisión Constitucional es María Teresa Revilla. Nacida en Tetuán en 1936 (entonces protectorado español), Revilla, abogada, fue diputada por Valladolid en las filas de la UCD de Suárez durante la Legislatura Constituyente (1977-1979) y en la primera Legislatura (1979-1982). En la redacción de la Carta Magna, Revilla defendió a capa y espada precisamente la inclusión de la igualdad de derechos para la mujer en el artículo 14 de la Carta Magna.

Aunque no pertenecieran a la Comisión Constitucional, el resto de las diputadas en esas Cortes incipientes también aportaron su grano de arena a través de las enmiendas presentadas, discutidas y aprobadas. Como Pilar Brabo (Madrid 1943-1993), luchadora antifranquista, miembro de la directiva del PCE y, más tarde del PSOE, que peleó en esa legislatura constituyente por el derecho a la libertad de expresión que recoge el artículo 20.

O Dolores Pelayo (Tenerife, 1943), que fue muy activa en cuestiones relativas a educación y familia, clave en la redacción final del artículo 32, sobre la igualdad jurídica entre el hombre y la mujer en el matrimonio. O Belén Landáburu (Burgos, 1934), la única mujer que participaría en la ponencia de la Ley para la Reforma Política de 1977. Landáburu era abogada, procuradora en Cortes y consejera nacional del Movimiento, además de senadora por designación real entre 1977 y 1979. Ya en 1972, su acción fue decisiva para modificar el Código Civil y hacer que se rebajara la mayoría de edad legal de las mujeres de los 25 a 21 años, equiparándola al hombre en la Ley de 22 de julio de ese año.

En sus antípodas políticas, como pasó también entre los diputados hombres en esa legislatura constituyente, se encontraba la pedagoga catalanista Marta Mata (Barcelona, 1926-2006). Fundadora de la reputada escuela Rosa Sensat, Mata pertenecía al PSC, entonces liderado por Joan Reventós. Renovadora de la pedagogía, heredera de las formulaciones educativas progresistas que intentó establecer la II República, Mata fue decisiva en algunos de los puntos clave en materia educativa de la nueva Carta Magna. Por ejemplo, en la inclusión de lo que luego serían los Consejos Escolares, es decir, abrir la puerta a la participación en la escuela de padres, madres, maestros y alumnos.

También en materia educativa, en esos meses en los que todo parecía estar por hacer, tuvo un papel fundamental otra de las 27 magníficas, la senadora por designación real Gloria Begué (León, 1931-Madrid, 2016). Begué, abogada, que sería la primera decana de la universidad española (de la facultad de Derecho de la Universidad de Salamanca, en 1969), no defendió al sector privado de la enseñanza, al contrario de los sectores democratacristianos de la UCD. A pesar de ello, en 1980 fue nombrada magistrada del Tribunal Constitucional (TC), a propuesta de UCD y con el apoyo del PSOE. Era la única mujer en el TC. Seis años más tarde, fue nombrada vicepresidenta del Alto Tribunal.

Todas ellas, junto al resto de las 27 magníficas (Dolores Ibárruri, Soledad Becerril, Carlota Bustelo, Ana María Ruiz…) hicieron historia, recogiendo el guante de esas otras constituyentes, las Victoria Kent y las Clara Campoamor que, desde sus escaños, superando condescendencias de sus compañeros varones en el mejor de los casos, defendieron la igualdad de la mujer tras años de ser ciudadanas de segunda.

Cuando se aprobó por unanimidad el artículo 14, Teresa Revilla no pudo morderse la lengua y pidió la palabra: “La mujer adquiere, por fin, la plenitud de derechos. La votación ha sido unánime, pero las mujeres no vamos a dar las gracias por ello ni tampoco vamos a mirar hacia el pasado con amargura o con rencor, ahora buscamos el futuro y en el futuro queremos simplemente querer ser para ser lo que podamos”.

 

 

Sobre el autor
Núria Ribas

Periodista. Más de 20 años de experiencia en medios escritos y en comunicación política y corporativa. Periodismo jurídico, económico, político y cultural. Veraz siempre; parcial, también. @oikit

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