El motín de las verduleras – Alberto Bosch y Fustigueras

Publicado el martes, 8 octubre 2019

José Manuel Pradas – La huella de la toga.

(A  Maite Nadal, jurista, futbolera, amiga y rubia orgullosa de serlo)

El tiempo pasa inexorablemente, “tempus fugit” que decían los clásicos, leyenda que suele estar escrito en los relojes de caja, preciosos todos, aunque nos esclavizan con la obligación de darles cuerda.

José Manuel Pradas Poveda

José Manuel Pradas Poveda, Abogado.

Y el tiempo, efectivamente huye para todos, de forma que muchos de los que lean este artículo, los más jóvenes, que ahora vaya a citar a José María García, conocido también por “Butanito” supondrá para ellos un lejano recuerdo de un periodista, hoy prácticamente retirado y del que tendrán una idea más o menos vaga, de un personaje que hace unos años tenía una tremenda influencia mediática. Para otros muchos, su nombre estará ligado a un transistor pegado a la oreja a media noche, intentando conciliar el sueño con la ayuda de “alguien que te habla”; pero bien es cierto que García se expresaba de una forma peculiar con unos silencios casi eternos, seguidos de monólogos con un aumento importante del número de decibelios, de forma y manera que escucharle podía llegar a ser incompatible con el afán natural de de intentar dormir a horas tan tardías.

Qué tiempos aquellos donde todos reconocíamos sin vacilar un determinado tipo de lenguaje periodístico. Su diccionario particular convertía, por la entonación que le daba, una palabra en casi un insulto de categoría. Abrazafarolas, chupópteros, correveidiles, mustélidos, estómagos agradecidos, se han bebido hasta el agua de los floreros, pasarse por el arco de sus caprichos y otros muchos que llevaban su sello inconfundible. Resumiendo en una frase ¡Qué nochecitas tan entretenidas nos daba!

Uno de sus mayores enemigos durante años –quizá lustros- fue Pablo Porta, al que siempre llamaba Pablo, Pablito, Pablete y que sentaba sus reales en la madrileña calle de Alberto Bosch, por  aquel entonces sede de la Federación Española de Futbol.

¿Y quién era Alberto Bosch?

José Manuel Pradas – La huella de la togaPues muchas cosas, que a más de uno sorprenderán por prácticamente “incompatibles” para los que ejercemos la abogacía. Nacido en Tortosa en 1848, fue sin lugar a dudas un brillante estudiante que además de doctorarse en Derecho, se licenció en Exactas e Ingeniería de Caminos. Estudió además Medicina y Farmacia. Quizá sea un caso único en el que se compatibilizó ser Académico de Jurisprudencia y Legislación con la de ser Académico de número de la de Ciencias Exactas, Física y Naturales. Era por así decirlo, un abogado, pero de “ciencias

Se colegíó en Madrid en 1877, asignándosele el número 6.478 y poco antes había decidido entrar en política, siendo elegido diputado conservador por Tarragona en dos ocasiones. Más tarde fue senador por Madrid y finalmente, antes de retirarse por lo que luego contaré, diputado por Albacete, de donde procedía su esposa.

Fue también, durante un breve periodo, Ministro de Fomento en 1895, pero para lo que más nos importa fue alcalde de Madrid en dos ocasiones y con unos resultados radicalmente distintos.

La primera fue en 1885, donde le tocó lidiar con una epidemia de cólera que empezó a asolar Madrid. Su actuación decidida para enfrentarse a la enfermedad y sus medidas para fomentar la higiene y la salubridad, hicieron que remitiera al poco tiempo y ello trajo consigo que fuera nombrado hijo adoptivo y a continuación predilecto de Madrid.

La segunda, entre 1891 y 1892, tuvo una gestión de signo radicalmente opuesto. Intentó dar un giro urbanístico a Madrid, del que ha quedado la reforma que se hizo de la plaza de Emilio Castelar y sobre todo la construcción del monumento a Colón, con motivo del cuarto centenario del Descubrimiento, pero ahí terminó su buena suerte. Se le vino encima el llamado “Motín de las verduleras” que sucedió el 2 de julio de aquel año.

En aquellos tiempos, el año económico terminaba el 30 de junio, de manera que comenzó julio con la entrada en vigor de un nuevo impuesto que gravaba con unos céntimos diarios las paradas de las verduleras. Los ánimos se caldearon y lideradas por una de ellas, apodada “La Sarasate” –probablemente más por tener una potente voz de soprano, que por sus habilidades en la composición musical o en tocar el violín- marcharon todas en manifestación desde la plaza de la Cebada hasta Recoletos y el Prado.

Francos Rodriguez, escritor, médico, político y luego también Alcalde de Madrid, dejó escrito: Hubo primero gritos; después, tomatazos; más tarde, puñadas y hasta tiros; los agentes esgrimieron las tizonas; las buenas mozas consumieron las hortalizas, usándolas como proyectiles; luego intervinieron los hombres; la población entera quedó convertida en campo de lucha, y, en resumen, durante un par de días se oyó por diferentes parajes de la corte el clamor de la revuelta, sofocada, no sin trabajo, tras de cargas de la Policía y de la Guardia civil; varios heridos, muchos contusos, cierre de tiendas, mueras, sobresaltos y abundancia de apostrofes en los labios y de columnas de prosa indignadísima en los periódicos.”

A resultas de ello Bosch, ante el cariz que tomaban los tumultos, dimitió y se retiró a una casa palacio de su propiedad en El Bonillo, provincia de Albacete. Apartado de la política, se dedicó a la investigación y a la divulgación científica, hasta su fallecimiento en 1900.

Y así se termina esta historia donde, espero que con alguna habilidad, haya podido hermanar a José María García, Alberto Bosch y los improperios de las verduleras.

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    Pepe Castelló 8 octubre, 2019 a las 18:16 - Reply

    Este Jose Manuel además de un buen abogado es una enciclopedia. Un abrazo querido amigo.

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