¿Tengo una ‘revolving’ o una tarjeta de crédito convencional?

Publicado el viernes, 26 febrero 2021

reclamador.es.

La línea que separa una tarjeta de crédito convencional de una tarjeta revolving es muy delgada. En ambos casos, todas las compras o disposiciones de efectivo que se realizan con ellas, quedan aplazadas automáticamente. Las tarjetas de crédito permiten agrupar todas las compras del periodo de facturación que el usuario tenga establecido y pagarlas íntegramente en la fecha de cargo elegida. Sin embargo, si se aplaza el pago a plazos con intereses, puede tratarse de una revolving, con los temidos problemas económicos que genera la tenencia (y disposición) de una de estas tarjetas.

Un crédito al consumo que en una mayoría de los casos ha acabado en una deuda difícil de  solventar, ya que el importe pagado incluye intereses usurarios y comisiones muy elevadas.

Por ello, ante las numerosas dudas de los consumidores, reclamador.es explica a continuación cómo descubrir si se dispone de una tarjeta de crédito o una tarjeta revolving. O si aquella tarjeta que ofrecieron al consumidor en el supermercado, llevaba letra pequeña… y se debe reclamar lo pagado de más.

Sí. La revolving aplaza el pago del capital dispuesto

  • La principal diferencia entre una tarjeta revolving y una de crédito “convencional” es su funcionamiento. Si bien con ambas se aplaza el pago del gasto realizado, con la tarjeta de crédito común esa deuda se abona en su totalidad el día fijado en el contrato firmado con la entidad financiera, normalmente a final de mes.
  • Por su parte, con la tarjeta revolving se abona a plazos, en cuotas fijas mensuales. Una cuota que se estipula en la firma del contrato del crédito revolving y que lleva a aparejado unos elevados intereses que, incluso, el Tribunal Supremo ha considerado como usura cuando superan la media de los intereses de las tarjetas de crédito, aproximadamente, cuando supera el 20%.

Esta principal diferencia entre tarjetas revolving y tarjetas de crédito convencionales da lugar a una segunda diferenciación entre ambas. Es la siguiente: los créditos de las tarjetas revolving se renuevan cuando llega el siguiente plazo de pago, pues al ser una cuota fija mensual, si el gasto con la tarjeta revolving supera esa cuota, esa cantidad se acumula. Y no solo esto, además, explica reclamador.es, hay que sumarle los ya citados elevados intereses y comisiones que se aplican en este tipo de crédito al consumo. En las tarjetas de crédito que se tienen en mente, las que siempre se han usado, el consumidor abona el día estipulado el gasto que ha realizado con la tarjeta de crédito, así como los intereses que se le pudiera aplicar, pero no se acumula a otro mes.

En definitiva, con las tarjetas revolving, pese a que el consumidor pague todos los meses la misma cuota, la deuda aumenta mes a mes, por lo que a más tiempo de posesión de dicha tarjeta, mayor deuda se genera. La tarjeta revolving no extingue la deuda de una sola vez al mes siguiente, por lo que, aunque el consumidor siempre pague sus cuotas mensuales de manera religiosa, la deuda disminuye muy lentamente. Esto no ocurre con las tarjetas de crédito, pues la cuota del mes varía en función del gasto pero no se acumula.

Así, a día de hoy, explica reclamador.es, numerosos consumidores se están enfrentando a deudas que no paran de crecer y que para que los bancos devuelvan el dinero y los consumidores puedan dar por cancelado el crédito de esas revolving tienen que acudir a la justicia. Una deuda que, según el año de contratación del préstamo, el tipo de interés de la tarjeta revolving, entre otras circunstancias, asciende, de media, según datos de la compañía online, a unos 2.000€, si bien hay casos en los que esa deuda asciende hasta los 10.000€.

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