Estar en internet no significa no poder tener un trato cercano con el cliente.
Al contrario, quien recurre a estos servicios también quiere un plus de
privacidad, poder contarle a un profesional su problema legal en
confianza, sin que le juzguen, y que le aporten una solución rápida,
transparente, realizando todas estas gestiones desde la comodidad de su casa.
Para entender al cliente hay que ponerse en su posición. Muchas veces no vemos
el cuadro completo. De hecho, a los abogados se nos unen calificativos como:
soberbia o poca claridad, además de los típicos: no me escucha, no me llama o no
me informa de cómo va mi caso. Tenemos que bajar del pedestal en el que nos
hemos subido y atender al cliente desde el tú a tú, pero con respeto. Dar
confianza, garantía en los casos en que podamos darla, facilidad y claridad,
tanto en los trámites que va a seguir nuestra actuación como en el precio. Y
esto es clave en los abogados virtuales.
Por ejemplo, ¿Por qué el abogado no ofrece precios cerrados? Y si es que
no puede, porque el servicio o el pleito dependen de varios factores, ¿Por qué
no crea productos específicos que sí puedan venderse a un precio cerrado? Este
es un factor esencial a tener en cuenta para el profesional que quiera iniciarse
en la abogacía virtual. Dentro de las limitaciones que nos imponen los colegios,
cada abogado es libre para escoger sus honorarios y para plantear un caso como
crea que pueda ser más beneficioso para el cliente. Por ello, si eres bueno en
algo y crees que puedes venderlo, intenta acotar al máximo las características
del servicio para que los usuarios sepan lo que compran.
En todo caso, la imagen de la web es muy importante. Dar un tono de seriedad,
pero facilitar la búsqueda dentro de la web. Poner, por ejemplo, fotos de los
profesionales que trabajan en el despacho y no las fotos estándar que
encontramos en bancos de fotos. Tener un texto claro, legible, e incluso poner
testimonios de clientes en la web, son cosas que debemos tener en cuenta en el
momento de elaborar los textos. La claridad y el tono de cercanía
que debe transmitir la web.
Abrirse al mercado de internet como profesional no solo significa ponerte a ti
mismo en valor, también lo que ofreces. Por otra parte, le estás ofreciendo tu
producto a un tipo de cliente diferente al presencial. Quien busca en internet
ya ha mirado en muchas webs distintas, con distintas opiniones e incluso con
informaciones contradictorias, pero ya tiene un backup, una información
de apoyo, no va a ciegas. Y si contacta contigo es porque sabe lo que quiere o
porque está dispuesto a escuchar la propuesta que tengas que hacerle.
Evita errores. Aunque siempre vamos a cometer errores porque la vida (y así se
consigue el éxito, con esfuerzo) es eso, una sucesión de ensayo y error hasta el
acierto, hay algunos errores muy frecuentes en los abogados, sean online o no,
que no os podéis dar el lujo de cometer:
- Prometer resultados: no se puede, porque no dependen del abogado sino de un
tercero, que es el Juez.
- Mencionar a los clientes que lleva el despacho: antes dijimos que es
recomendable poner testimonios de clientes en la web, pero siempre con su
consentimiento, y hay que quitarlos de la web cuando lo soliciten.
- Usar los logos colegiales: la mayoría de los colegios lo prohíben. No se debe
hacer. Crea tu marca y poténciala, no utilices marcas de terceros.
- No escuchar a los clientes: se averigua mucho de ellos simplemente con
escucharlos y, además, se van contentos porque su abogado ha puesto interés en
su caso. No lo olvides, un cliente contento vale por dos.
El cliente online está abierto porque él decide cuándo contacta y cómo lo hace.
Ya no estamos ante una puerta fría, pero hay que saber plantear el servicio y
recordar que los abogados vendemos intangibles, vendemos nuestro conocimiento y
hay que saber venderlo porque cada vez la competencia es mayor, dentro y fuera
de internet. |