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25 de FEBRERO de 2015

Mitos y realidades en el ámbito de la criminalidad sexual

LAWYERPRESS

Por Judith Mínguez, jueza sustituta y criminóloga

 

Judith Mínguez, jueza sustituta y criminólogaLa delincuencia sexual ha resultado ser durante muchos años un fenómeno tabú o tolerable en algunos contextos y lo sigue siendo todavía en ciertas culturas y entornos sociales. Se trata de una forma de criminalidad que aterra a los ciudadanos, al margen de la prevalencia real de la misma, y provoca graves consecuencias, difícilmente reversibles en algunas ocasiones, en las víctimas.

Por otra parte, este paradigma de la delincuencia violenta suscita también una elevada polémica en torno a los sujetos activos que cometen dichos actos así como también, una serie de mitos que poco o nada se ajustan con la realidad de este tipo de criminalidad. Si consultásemos a la ciudadanía ciertas cuestiones relativas al fenómeno de la delincuencia sexual, nos encontraríamos con respuestas bastante homogéneas pero que distan mucho de la realidad empírica del fenómeno. La no reinserción de este tipo de delincuentes, el padecimiento de enfermedades mentales, la reincidencia de estos o la elevada tasa criminógena de este tipo de ilícitos, se configurarían como creencias extendidas entre la población.

Pues bien, hay que remarcar que, a pesar de tratarse de un grupo criminógeno muy heterogéneo, los delincuentes sexuales no son, en su mayoría, enfermos mentales, que representan un porcentaje del total de la delincuencia muy bajo, que suelen ser conocidos por sus víctimas, que no reinciden más que los delincuentes comunes y que los programas de tratamiento a los que son sometidos resultan efectivos.

Centrándonos en el tema de la reincidencia interesa destacar que mientras que los delincuentes sexuales presentan una tasa del 20 %, la del resto de delincuentes asciende hasta el 50 %. Por lo que respecta al porcentaje que representan dentro del cómputo global de la delincuencia, cabe remarcar que, a pesar de la alarma social que genera este tipo de ilícitos, tan sólo suponen el 1 % de la delincuencia registrada. Ahora bien, aunque nos hallemos ante un porcentaje delictivo muy bajo, algunos autores afirman que detrás del mismo se esconde una amplia cifra negra que, de llegar a conocerse, probablemente duplicaría la tasa actual.

Mayoritariamente se considera que este tipo de ilícitos recaen sobre víctimas desconocidas pero hay que remarcar que, el 80 % de las agresiones sexuales son cometidas por conocidos, amigos o familiares de las víctimas por el contrario de lo que se acostumbra a presuponer.

La cuestión más controvertida en el ámbito delincuencial de la criminalidad sexual sería la relativa a la rehabilitación y posterior reinserción de los penados. Si le preguntásemos a cualquier ciudadano si considera que los delincuentes sexuales pueden rehabilitarse, la mayoría de ellos respondería de modo negativo, tal y como han demostrado algunos estudios pero, nuevamente, habría que cuestionarse el grado de veracidad de esa respuesta. Para ello, cabría plantearse la eficacia de los programas de tratamiento que son de aplicación en nuestro país en la actualidad.

La trayectoria española en el ámbito del tratamiento de la criminalidad sexual es muy corta pero a pesar de ello, ya se han podido observar resultados positivos. Los primeros tratamientos fueron implementados en Estados Unidos y Canadá durante los años setenta y no fue hasta los 90, concretamente en 1996, cuando se instauró el primer programa de tratamiento en España. El mismo fue denominado Programa de Control de la Agresión Sexual, siendo conocido coloquialmente como CAS, y se aplicó por primera vez en las prisiones de Brians y Quatre Camins de Barcelona. En la actualidad se sigue empleando y se ha extendido por el territorio nacional, resultando el principal programa de tratamiento de las penitenciarías españolas.

El sometimiento al tratamiento tiene que ser voluntario y hasta el momento, ha ofrecido resultados satisfactorios. Centrándonos en un estudio realizado en Brians, centro en el cual se implantó por primera vez el programa CAS, los resultados no dejan lugar a dudas. El grupo de tratamiento estaba formado por 49 sujetos los cuales fueron sometidos a un seguimiento durante 4 años, habiendo reincido un total de 3, esto es, el 6,1 % mientras que, aquellos individuos no sometidos a tratamiento los cuales conformaban un grupo de control compuesto por 74 penados, presentaron una reincidencia del 31,8 %, es decir, 23 de ellos reincidieron.

A pesar de lo expuesto, no debe obviarse que algunos sujetos presentan características que dificultan o imposibilitan la consecución de resultados positivos como sería la psicopatía o ciertos factores de riesgo estáticos, los cuales no tienen un pronóstico positivo de cambio, a diferencia de lo que sucede con los dinámicos. Incluso algunos autores, han señalado que hay correlatos que favorecen el tratamiento como sería la voluntad de cambio, la condena de sus acciones delictivas, la ausencia de problemas neurológicos o de violencia en la comisión de sus ilícitos, entre otros. 

Para concluir cabe destacar que, a pesar del tratamiento y tal como se ha indicado previamente, habrá sujetos que volverán a reincidir debido, especialmente, a los factores de riesgo estáticos que poseen, entre los que juega un papel crucial la dilatada carrera delictiva de los mismos así como, la temprana edad de comienzo de la misma

De lo anterior puede concluirse que, a pesar de que los tratamientos que son de aplicación en la actualidad están ofreciendo resultados satisfactorios, todavía queda un largo camino por recorrer en este ámbito.

 

 

 

 
 
 

 

 
 
 
 
 
 
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