Afortunadamente, y de un tiempo a esta parte empieza a normalizarse ya el uso de
la palabra mediación en los distintos medios de comunicación: prensa, radio,
televisión; también en las redes sociales, e incluso entre los ciudadanos; sin
faltar tampoco fantásticas iniciativas para difundir sus bondades en todo el
territorio español.
Bastante multitudinaria y exitosa fue la jornada de celebración del día europeo
de la mediación, el pasado mes de enero, en que muchos mediadores salimos a las
calles, a los juzgados y también nos asomamos a las redes sociales y medios de
comunicación, en nuestro afán de dar a conocer al mayor número de personas
posible, este método pacífico de resolución de conflictos y todas las ventajas
que entendemos conlleva su uso para nuestra sociedad.
Ahora bien, muchos mediadores profesionales, y digo muchos porque he contrastado
esta situación con compañeros de distintos lugares de nuestra geografía, vemos
con estupor y también con preocupación, como algunas de esas iniciativas, que
desde luego no dudamos sean de buena fe en su mayoría, pueden malograr este
proyecto, que es un poco de todos y que avanza sin prisa pero sin pausa en
España, gracias al empuje de todos y también a un mayor apoyo legislativo y de
las administraciones; y lo vemos preocupados, porque en ocasiones trasladan una
imagen de la mediación banal, frívola, poco seria y lo que es peor, equívoca a
los ciudadanos.
Ante noticias tan importantes como que el País Vasco ostenta con éxito el 60% de
todas las derivaciones judiciales y el 80% de esas mediaciones terminan con
acuerdos, aumenta nuestra esperanza y también la fuerza para seguir luchando y
difundiendo la mediación, desde nuestro día a día, en otros lugares de nuestro
territorio, participando activamente tanto en la formación de nuevos mediadores
como realizando mediaciones de calidad, lo que puede marcar la diferencia a
futuro.
Nadie duda de la enorme capacidad de la publicidad y de las redes sociales para
difundir, en esta era de la imagen, contenidos de interés general, y ahí debemos
estar también los mediadores para aprovechar esas ventajas, pero creo
sinceramente que deberíamos intentar que dichos contenidos sean siempre
respetuosos con los principios de la mediación y expusieran, sin género de
dudas, las diferencias respecto a otros sistemas de resolución de conflictos
existentes, para que el mensaje llegue claro y sin distorsiones a los usuarios.
No es la primera ocasión que abordo este tema, y a lo mejor no será la última;
no voy a cansarme de hacerlo porque el empeño es grande y el objetivo lo vale, y
mucho; pero realmente ahí se encuentra el quid de la cuestión para que la
mediación no fracase antes de empezar.
Asistimos, con estupor, al éxito mediático de un anuncio lanzado por IKEA en
fechas muy recientes (un aplauso desde luego a la agencia de publicidad ya que
ha acertado la estrategia), en el que se ofrece la mediación ante problemas de
espacio en los armarios, pero que lo que más provoca, no es, como sería deseable
para la mediación, la pregunta e interés sobre ella, sino la carcajada (a
veces incluso en nuestro circulo familiar más cercano), al presentarse en clave
de humor, recreándose exageradamente y de forma cómica en distintos problemas de
pareja, por causa de la acumulación de prendas de ropa y ofreciéndola como una
forma de “arreglar armarios” aunque creo sinceramente, que en ese caso, sobre
todo se trata de venderlos; y en el que sin ningún pudor el mediador contratado,
un conocido ex ministro, finalmente y tras varias escenas histriónicas sobre
conflictos familiares de “espacio en los armarios”, y de decirles en una
supuesta “sesión de mediación”, a cada uno de ellos lo que pueden o no quedarse,
les aporta la solución ideal, en forma de llave allen (¿?) y la consabida compra
del armario.
Desconozco si el protagonista de esta campaña publicitaria es o no mediador
profesional, en sentido estricto, pero desde luego lo que está claro, es que
este tipo de publicidad puede hacer llegar un mensaje erróneo, a las personas
que lo vean y que entiendan que ante un conflicto sea el que sea, acudiendo a
mediación, el mediador va a ser quién les va a dar la solución ideal; o incluso
perciban que la mediación es un sistema de resolución de conflictos sencillos o
banales únicamente. Pienso que éste es, sin duda, un mensaje erróneo y a
evitar, porque precisamente lo que pretendemos todos los mediadores
profesionales, es que las partes en conflicto sepan, desde el primer momento,
que en mediación son los protagonistas y que en ellos está la solución y no en
el mediador, que únicamente debe de ser un facilitador de la comunicación para
alcanzarla o en su caso mejorar esa comunicación a futuro.
Es preocupante, desde luego, el alcance que una campaña de publicidad de este
tipo, sobre todo dada la importancia de la empresa a la que representa y su gran
difusión por todos los canales, pueda tener en una imagen clara y definida de la
mediación para los ciudadanos; pero lo que está claro, es que supone un franco
retroceso para todos aquellos mediadores profesionales que trabajamos a diario,
para que los principios y diferencias de la mediación lleguen de forma
inequívoca a todos los posibles usuarios, a los que se encuentran inmersos en
conflictos reales y de importancia personal y/o profesional que les angustian y
les preocupan, y que llegue como un sistema serio y riguroso de resolución.
Banalizar la mediación de esta forma quizás puede suponer, a corto o medio
plazo, contribuir a la confusión y el fracaso de la misma.
Entiendo de enorme importancia pues, que cualquier campaña publicitaria o
iniciativa que se realice para difundir la mediación, lo sea con todo el rigor
y respeto a esos principios y diferencias, porque si los ciudadanos españoles
entienden que el mediador es un profesional que va a darles la posible solución,
lo estamos colocando en el mismo lugar que está un asesor, un juez o un árbitro
y por tanto no entenderá dónde estriba la diferencia con éstos, ni tampoco
reconocerán, como es nuestra labor, su propia capacidad para solucionar por si
mismas, mediante el diálogo y con la ayuda de ese profesional, sus conflictos.
No se puede negar que hay dentro de esas iniciativas de difusión otras muchas
que, de la mano de la buena intención pero fuera de la mínima profesionalidad
exigible, contribuyen también a esta ceremonia de la confusión, y hemos incluso
asistido recientemente, en un grupo de mediación de Facebook, con gran cantidad
de seguidores, en su mayoría supuestamente profesionales de mediación, a la,
que entiendo lamentable, iniciativa de una mediadora que difundió en dicha red,
un twuit remitido por ella misma a Pablo Iglesias y Tania Sánchez, en un intento
poco afortunado de ofrecerles mediación en su ruptura sentimental. En ese post
incluso se venía a afirmar que igual ellos no lo veían pero que otra gente sí.
¿Son estos, de verdad, los cauces que queremos para difundir la mediación?
¿Vale cualquier cosa con tal de hacerlo?
Desde luego, personalmente creo que no, si lo que queremos es que la mediación
se asiente, como un sistema serio y riguroso de resolución de conflictos, que
sea tenido en cuenta por la ciudadanía y por la administración como alternativa
eficaz y fiable; y por tanto debemos controlar, de alguna forma, ese tipo de
iniciativas que banalizan la mediación en un intento de difundirla a cualquier
precio.
Algunos compañeros me comentan, en esta nuestra permanente preocupación por
estas cuestiones, que la situación descrita en esos dos ejemplos (aunque
lamentablemente hay más), se debe en parte a una gran proliferación de ofertas,
al boom de formación de poca calidad y de rápida digestión, como si fuera un
menú de fast food, lo que produce confusión incluso en los propios mediadores
que la reciben y salen al mercado profesional a ofrecer sus servicios; me dicen
que se deberá pasar necesariamente por un proceso de selección natural, en el
que indudablemente se producirán grandes daños colaterales para la mediación; y
que una vez pasada esta primera avalancha quedarán a disposición de los
ciudadanos, únicamente los mediadores bien formados y preparados para llevar a
buen puerto este barco que ya ha iniciado su travesía.
Se nos pide por algunos otros paciencia y esperar a que pase la ola, pero creo
sinceramente, que nuestra contribución debe ser activa, nos corresponde a todos
los mediadores, que sabemos lo importante que son estos primeros pasos para que
los ciudadanos acepten y conozcan la mediación, la misión de hacer llegar un
discurso claro y directo sobre lo qué es o no es la mediación, para evitar el
naufragio; debemos nosotros mismos intentar por todos los medios a nuestro
alcance, contrarrestar este tipo de iniciativas, mensajes y contenidos confusos
en la medida de lo posible, porque somos los mediadores los que hemos de
unirnos en un no todo vale para difundir la mediación.
Pongámonos a ello, porque es nuestra responsabilidad, y no se trata de abrir la
mente y ser flexibles, que sin duda los mediadores lo somos, sino de ser también
rigurosos, serios y respetuosos. Sigamos aplicando nuestro esfuerzo y entusiasmo
porque como he dicho el objetivo bien lo vale y depende de nosotros llevar a
buen puerto a la mediación. |