El pasado sábado 11 de abril de 2015 se celebró en Madrid la primera gala de
entrega de los Premios #T, organizados por la Brigada Tuitera para reconocer la
labor de algunos activistas en redes sociales en defensa de la justicia, así
como para mostrar nuestro rechazo a las actuaciones de quienes con su acción o
inacción cercenan los derechos de los ciudadanos.
A estas alturas quizás haya quien no conozca a la Brigada Tuitera, aunque nos
constan los desvelos causados a don Rafael Catalá, Ministro de Justicia, cuyo
ámbito supervisamos sin más ánimo que el de lograr la mejor de las justicias
para todos los ciudadanos. Para esos rezagados van estas líneas.
La pregunta “¿qué es #T?” tiene tantas respuestas como húsares forman el
movimiento. Para mí, por ejemplo, es un grupo de personas que se han encontrado
sólo para darse cuenta de que nunca estuvieron solos y que nunca volverán a
dudar de que lo que hacen es lo que debe ser.
Porque algunas personas no conocen la indiferencia. Y reaccionan ante las
injusticias y se levantan frente a ellas, haciendo propia cualquier causa. Con
frecuencia esas personas se sienten incomprendidas e incluso solas. Y a veces
los discursos individualistas hacen mella en ellas y dudan. Y se plantean si no
será más normal batirse el cobre sólo por aquello que les afecta directamente.
Esas personas, no necesariamente vinculadas por su actividad profesional a la
Administración de Justicia, comprendieron un día que un ciudadano que no puede
acudir a un tribunal en ejercicio de sus legítimos derechos –por no poder pagar
una tasa desorbitada, por falta de medios propios o de los juzgados- es un
ciudadano indefenso a merced de quien quiera abusar de él.
Y ante esta certeza, y eso es lo que las diferencia de la gran mayoría, no
agacharon la cabeza ni se callaron sino que alzaron la voz, para que todo el que
quisiera escuchar (más bien leer) supiera la situación en que determinadas
políticas estaban colocando a los ciudadanos en relación con la justicia.
Y mientras estaban ocupados en esta tarea, difundiendo documentos que
acreditaban la falsedad de las manifestaciones interesadas del político de
turno, empezaron a ser conscientes de la satisfacción que produce luchar por
aquello en lo que uno cree, y ver que las luchas van dando frutos, y a darse
cuenta de la unión que se crea cuando lo que te une no es otra cosa que la fe en
ti mismo, en lo que puedes conseguir, y en los demás y en lo que merecen.
Personalmente nunca hasta ahora había luchado por nada. Nací después de la
promulgación de la Constitución Española. Pero no me quedaré callada mientras se
pierde todo lo que tanto ha costado conseguir.
Y no estaré sola. Donde haya un húsar no habrá paz para quienes pretendan
restringir siempre los derechos de los mismos. Defenderemos hasta la extenuación
la necesidad de derogar íntegramente la Ley de Tasas, y continuaremos reclamando
lo recaudado bajo el pretexto de sufragar una justicia gratuita que ve
anualmente reducida la inversión del gobierno; cargaremos sin descanso para que
en todo el país se hable de la importancia de salvaguardar la independencia de
nuestros órganos judiciales y de dotar a los mismos de los medios que les
permitan desarrollar su labor; sostendremos con nuestro trabajo el Turno de
Oficio, como máxima expresión de una función social de la abogacía de la que
todos hablan pero a la que no prestan la debida atención; y proclamaremos que el
Registro Civil corre el riesgo de ser privatizado, una vez más, a costa de los
ciudadanos.
Si para terminar, y después de todo esto que os he contado, yo pudiera hablar
con todos los húsares les daría las gracias por acogerme, por enseñarme y por
demostrar que la inacción es lo único que no sirve para nada.
Gracias por, como dijo el General @josemuelas, alzar la voz y llamar a las
cosas por su nombre. No sé si algún día el movimiento #T recibirá un
reconocimiento a la altura de lo que merece, de sus logros, pero lo cierto es
que haberos encontrado, y finalmente conocido en persona, es ya el mayor de los
premios. |