Abogado
madrileño,
nuestro
interlocutor
preside
APROED,
una
asociación
que
aglutina
juristas
y
ciudadanos
y
que
ha
sido
uno
de
los
ponentes
de
la
mesa
sobre
asociacionismo
en
el
sector
legal
que
tuvo
lugar
en
el
día
de
ayer
en
este
I
Congreso
de
la
Abogacía
Madrileña.
“Es
cierto
el
carácter
individualista
del
abogado
le
hace
estar
fuera
del
movimiento
asociativo.
Esta
corriente
asociativa
debería
velar
por
los
derechos
de
la
ciudadanía,
así
lo
hace
nuestra
propia
entidad
APROED”,
comenta.
Sobre
esta
mesa
en
la
que
ha
sido
ponente
señala
que
se
ha
constatado
que
las
asociaciones
participantes
en
la
misma
han
hablado
de
sus
proyectos
propios
más
que
iniciativas
comunes.
“Es
el
momento
de
buscar
ese
proyecto
común,
donde
quede
al
margen
la
forma
de
pensar
y
ser
de
cada
quien.
Se
trata
de
combinar
la
unidad
de
acción
junto
con
la
diversidad
que
debe
coexistir
de
forma
simultánea”,
apunta.
Mientras
tanto
el
grado
de
asociacionismo
en
las
profesiones
jurídicas
es
bastante
escaso.
Ni
abogados,
jueces
o
fiscales
ven
la
necesidad
de
integrarse
a
nivel
global.
En
el
caso
de
la
abogacía,
nuestro
interlocutor
denuncia
que
falta
un
proyecto
común
en
el
que
todas
las
asociaciones
del
sector
puedan
agruparse.
Sr.
Juárez,
tras
participar
en
una
jornada
sobre
derecho
asociativo
en
este
Congreso
de
la
Abogacía
Madrileña,
¿qué
sensación
tiene
de
lo
que
está
pasando
en
su
entorno?
El
movimiento
asociativo
debe
buscar
la
identidad
de
la
abogacía
como
colectivo.
Cada
asociación
debe
tener
su
identidad
propia
y
romper
la
tendencia
del
abogado
a
aislarse
y a
no
creer
en
el
asociacionismo.
Nosotros
apostamos
por
esa
metamorfosis;
de
abogado
individual
que
solo
le
preocupan
sus
propios
intereses
en
abogado
social.
Es
decir,
que
además
de
hacer
su
trabajo
como
profesional
debe
mentalizarse
que
su
proyección
debe
ser
social.
Es
curioso
que
también
jueces
y
fiscales
también
rechacen
su
movimiento
asociativo
que
les
corresponde.
Las
profesiones
jurídicas
parece
que
prefieren
trabajar
a su
aire.
Es
cierto,
parece
que
hablamos
de
profesionales
muy
individualistas
y
que
falta
una
carencia
de
identidad
como
colectivo
que
también
afecta
a
los
profesionales
que
usted
acaba
de
mencionar.
Si
hay
algo
clave
para
el
devenir
de
la
abogacía
y
para
el
resto
de
los
operadores
jurídicos
es
tener
una
identidad
propia
que
la
defina.
No
hablo
de
homogeneidad
como
grupos,
cada
uno
puede
tener
su
propia
idiosincrasia,
forma
de
pensar
u
objetivos.
Hablo
de
una
unidad
a
todos
los
objetivos
comunes
del
colectivo
de
abogados.
¿Cómo
consigue
una
asociación
sus
propias
señas
de
identidad?
Esa
identidad
propia
se
consigue
dejando
en
un
segundo
término
las
aspiraciones
personales
e
incluso
las
aspiraciones
sociales
y
volcándose
por
la
consecución
de
objetivos
comunes
que
afecten
y
que
traten
de
preservar
los
intereses
de
quien
está
por
encima
de
las
asociaciones
y de
los
propios
individuos
que
es
la
sociedad.
¿Cuál
es
la
relación
entre
asociaciones
de
abogados
y
sus
Colegios
Profesionales?
Solo
puedo
hablarle
de
las
relaciones
que
APROED
mantiene
con
el
Colegio
de
Madrid.
Hay
sus
más
y
sus
menos.
El
Colegio
parece
que
quiere
demandar
de
las
asociaciones
algo
más
que
cercanía
a
los
intereses.
Creo
que
esta
actitud
debe
cambiar
y
las
asociaciones
deben
considerarse
con
independencia
de
que
haya
una
comunión
con
la
forma
de
actuar
del
Colegio.
Al
final
todas
las
asociaciones
deben
participar
en
la
vida
colegial.
Con
las
nuevas
prácticas
jurídicas
están
saliendo
otras
asociaciones
de
profesionales,
¿cómo
valora
este
dato?
Son
asociaciones
más
corporativistas
que
otra
cosa.
Se
mueven
por
intereses
de
tipo
económico-profesional
y
laboral.
Creo
que
es
fundamental
que
las
asociaciones
trasciendan
de
este
contexto.
Es
la
única
manera
que
la
sociedad
cambie
su
percepción
de
la
abogacía;
de
colectivos
que
solo
se
unen
para
conseguir
metas
de
tipo
económico
y
que
olvidan
lo
fundamental
para
la
sociedad
que
es
formar
parte
de
los
intereses
de
la
propia
sociedad.
Se
habla
mucho
de
la
reconversión
de
la
abogacía
y
que
ha
perdido
su
sitio.
¿Usted
realmente,
como
lo
ve?
La
influencia
que
ahora
tiene
la
abogacía
en
los
ámbitos
políticos
y en
la
sociedad
en
general
es
escasa.
Hay
muchas
luchas
que
la
abogacía
mantiene
sin
mucho
éxito;
es
la
situación
caótica
del
Turno
de
Oficio;
el
triunfo
parcial
en
la
Ley
de
Tasas.
La
abogacía
al
carecer
de
una
identidad
propia
no
tiene
un
proyecto
común.
Y al
no
tener
un
proyecto
común
la
sociedad
no
la
toma
en
cuenta
lo
que
genera
que
su
relevancia
política
sea
nula,
en
definitiva.
Respecto
al
movimiento
asociativo
de
los
abogados,
¿qué
nos
puede
decir?
Hay
muy
pocas
asociaciones
en
el
sector
legal.
Echo
en
falta
asociaciones
de
todo
tipo,
tanto
de
tipo
corporativo
con
intereses
específicos
aunque
no
esté
de
acuerdo
con
sus
fines
sí
es
bueno
que
existan.
Al
mismo
tiempo
asociaciones
que
velen
por
los
intereses
de
la
abogacía
y
que
busquen
una
abogacía
con
identidad
propia
que
multipliquen
su
peso
social
e
influencia
política
hacen
falta
más.
Si
no
tienes
identidad,
no
influyes.
Y si
no
tienes
identidad
es
que
no
tienes
proyecto
común
que
identifique
al
colectivo
como
algo
concreto.
En
estos
momentos
la
abogacía
no
tiene
un
proyecto
común.
¿Qué
grado
de
colaboración
hay
entre
las
asociaciones,
entonces?
Son
escasas
pero
fructíferas.
La
última
posibilidad
de
colaboración
ha
sido
positiva.
Fue
el
pasado
jueves
16
de
abril
en
la
Facultad
de
Derecho
donde
en
la
jornada
sobre
la
reforma
del
Código
Penal
que
impulsamos
donde
colaboraron
hasta
once
asociaciones
y el
resultado
ha
estado
a la
vista.
Creo
que
ha
sido
un
éxito
muy
a
tener
en
cuenta.
Esto
significa
que
unidas
en
un
objetivo
común
pueden
conseguir
a
través
del
movimiento
asociativo
grandes
conquistas.
¿Qué
mensaje
lanza
Angel
Juárez
aquella
persona
que
nos
va a
leer
mañana
y
que
es
escéptica
de
todo
lo
que
significa
integrarse
en
una
asociación
de
abogados?
Recuerdo
para
responder
esta
pregunta
una
parte
de
mi
ponencia:
Las
asociaciones
debemos
superar
posturas
corporativistas
que
conforman
nuestros
objetos
sociales.
Hay
que
superar
el
protagonismo
y
ensimismamiento
cuando
no
el
sectarismo
del
que
frecuentemente
hacemos
gala
y
proyectarnos
como
buques
insignia
de
esa
metamorfosis
que
proponemos.
El
abogado
individualista
solo
superará
su
inmovilismo
social
si
percibe
que
a su
alrededor
se
mueven
asociaciones
de
abogados
que
promueven
la
superación
de
los
estigmas
que
inmovilizan
a la
abogacía.
Hay
que
superar
los
sectarismos
y
protagonismos
y
estaremos
invitando
con
nuestro
ejemplo
a
que
los
compañeros
superen
los
suyos
y se
sumen
al
nuevo
proyecto
de
la
abogacía.
Ese
proyecto
en
el
que
juntos
seremos
más
fuertes
pero
unidos
en
un
proyecto
común
somos
imparables. |