“No
todas
las
empresas
bien
gobernadas
sobreviven,
pero
las
que
sobreviven
están
bien
gobernadas”,
afirmó
Ramón
Pueyo,
director
de
Gobierno,
Riesgo
y
Cumplimiento
de
KPMG
en
España,
como
preámbulo
de
una
jornada
organizada
por
la
Asociación
para
el
Desarrollo
de
la
Empresa
Familiar
de
Madrid
(ADEFAM)
y
KPMG
en
la
que
se
ha
tratado
de
averiguar
cuáles
son
las
razones
que
explican
la
longevidad
de
las
empresas
familiares.
Según
el
experto,
la
gobernanza
de
la
empresa
familiar
hunde
sus
raíces
600
años
atrás,
y
considera
que
se
trata
posiblemente
del
factor
fundamental
para
asegurar
que
el
legado
familiar
y
empresarial
se
transmita
en
el
tiempo.
A su
juicio,
se
trata
de
una
cuestión
tan
importante
que
debería
ser
una
prioridad
para
cualquier
compañía
familiar.
“La
competencia
más
importante
dentro
de
una
empresa
familiar
debería
consistir
en
la
gestión
de
la
propia
familia”,
aseguró
Pueyo,
quien
citó
un
reciente
estudio
realizado
entre
las
empresas
del
SP
500
que
revela
que
la
edad
media
de
estas
empresas
en
la
actualidad
no
sobrepasa
los
15
años,
cuando
en
los
años
30
del
pasado
siglo
superaba
los
100
. El
asunto
de
la
longevidad
empresarial
reviste
además
la
máxima
importancia
en
un
contexto
en
el
que
las
empresas
familiares
están
incrementando
su
peso
en
la
economía,
hasta
el
punto
de
que
suponen
ya
el
90%
de
todas
las
empresas
en
el
mundo.
Para
Pueyo,
contar
con
órganos
de
gobierno
altamente
profesionalizados
es
imprescindible
para
que
las
decisiones
se
centralicen
y
mejore
el
proceso
de
toma
de
decisiones.
“Los
grupos
toman
mejores
decisiones
que
los
individuos
siempre
que
sus
miembros
tengan
independencia
y
objetividad”,
dijo.
Además,
las
estructuras
de
gobierno
tienen
un
papel
importante
de
representación
y
mediación
entre
intereses
divergentes
dentro
de
la
empresa
y
llevan
a
cabo
una
función
imprescindible
de
supervisión
del
management
empresarial.
“Los
problemas
de
gobernanza
en
el
seno
de
la
empresa
familiar
son
el
resultado
muchas
veces
de
la
yuxtaposición
de
roles
que
se
produce
entre
propietarios,
administradores
y
gestores”,
opinó
Pueyo.
A su
juicio,
una
buena
estructura
de
gobierno
corporativo
sería
aquella
que
se
adelantase
a la
aparición
de
los
riesgos
y
los
mantuviese
bajo
control.
El
experto
alude
a
riesgos
derivados
de
la
asimetría
de
la
información
compartida,
a
problemas
relativos
a la
distribución
de
beneficios,
a la
posible
dilución
o
pérdida
de
control
por
la
transmisión
de
la
propiedad
o a
otros
que
sobrevienen
con
la
incorporación
de
las
sucesivas
generaciones
familiares
a la
empresa.
Según
Pueyo,
la
mejor
forma
de
abordar
estas
situaciones
consiste
en
dotarse
de
estructuras
de
gobierno
que
impliquen
un
desarrollo
reglamentario
dentro
de
las
compañías
con
el
fin
de
dejar
establecido,
con
el
acuerdo
de
todos
los
participantes
en
la
propiedad,
cuestiones
tales
como
las
responsabilidades
del
Consejo;
los
requisitos
para
ingresar
en
este
órgano
colegiado
de
decisión;
el
análisis
de
la
evolución
del
desempeño,
la
política
de
dividendos
o el
modo
de
dirimir
los
conflictos
que
puedan
presentarse
con
el
paso
del
tiempo.
El
experto
recomienda
dotarse
de
un
Protocolo
Familiar
que
debe
aprobarse
con
la
participación
de
todos
los
miembros
de
la
familia
empresaria.
A
partir
de
estudios
realizados
en
empresas
familiares
líderes
en
sus
respectivos
sectores,
el
experto
de
KPMG
citó
como
fórmulas
de
éxito
para
el
buen
gobierno
de
estas
compañías
la
regla
del
1x1,
que
consiste
en
incorporar
a
los
Consejos
de
Administración
un
consejero
externo
por
cada
miembro
de
la
familia
presente
en
este
órgano
de
gobierno.
Asimismo,
señaló
que
es
muy
importante
para
las
empresas
familiares
conservar
lo
que
llamó
la
“family
gravity”;
es
decir,
todo
aquello
que
hace
a
una
empresa
diferente
dentro
de
su
entorno,
y
señaló
que
la
familia
constituye
una
distinción
única.
También
aconsejó
la
búsqueda
de
líderes
para
pilotar
las
empresas,
incluso
fuera
de
la
propia
compañía,
y el
establecimiento
de
los
procesos
adecuados
para
que
la
sucesión
se
lleve
a
cabo
de
una
forma
tranquila.
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