Según estimaciones de la ONU, en 2050 el 75% de la población mundial residirá en
grandes núcleos urbanos. Este hecho marcará de forma significativa la evolución
de las ciudades inteligentes, que deberán dar respuesta a las muchas y variadas
necesidades de estos ciudadanos.
Esto va a exigir el tratamiento masivo de sus datos, para poder proporcionar
servicios eficientes y de calidad.
Solamente esta circunstancia ya nos permite ver con claridad el fuerte impacto
que el desarrollo de las smart cities va a tener en la privacidad, ya que una
parte muy importante de la información que se va a recoger, tratar y conservar
serán datos personales.
Datos personales que se obtienen a través de múltiples apps, de los wearables,
en diferentes contextos, durante largos periodos de tiempo y a los que se
aplicaran tecnologías big data, con el fin de obtener conclusiones e inferir
nueva información que no es visible a primera vista. Esta nueva información
servirá de base a las empresas e instituciones para tomar decisiones sobre las
personas.
Pero hay que tener en cuenta que para que la evolución de las smart cities sea
sostenible es necesario que las personas estén dispuestas a facilitar
información y, además, que esta información sea veraz y esté actualizada. Y esta
información, veraz y actualizada, los ciudadanos sólo la facilitarán si confían
en que sus datos serán tratados adecuadamente y se conservarán de manera segura
y por un periodo de tiempo adecuado.
Además, en el ámbito de las smart cities, la seguridad de los datos personales
no supone únicamente garantizar la privacidad, sino también la seguridad de las
personas, de sus hogares, de su salud, de sus propiedades.
Cuanto más interconectados vivimos, más expuestos estamos a ataques externos e
invisibles. Pensemos, por ejemplo, en un posible ataque a los sistemas que
gestionan el tráfico o a los sistemas de potabilización del agua, al transporte
público o a los sistemas de emergencias.
Así, la seguridad digital se convierte en un aspecto muy importante del diseño
de las smart cities, y debe proyectarse desde un enfoque integral con el fin de
salvaguardar a los ciudadanos frente a ataques invisibles.
Por todo ello, parece imprescindible que la privacidad se convierta en un valor
añadido. Es necesario que las organizaciones la integren, desde el inicio, en el
desarrollo de sus actuaciones.
Los conceptos de privacidad en el diseño, privacidad por defecto y las
evaluaciones de impacto sobre la privacidad permiten a las organizaciones
mejorar la gestión y el control de su información. La privacidad se convierte en
un valor añadido de productos y servicios, aportando mayor confianza a las
personas que los utilizan.
La Autoridad Catalana de Protección de Datos trabaja en el análisis del impacto
que las smart cities pueden tener en la privacidad. En este sentido, en el
Documento para el debate publicado en el año 2013 se llega a una serie de
conclusiones:
-
Es necesario diferenciar aquellas situaciones en que se producirá el tratamiento
de datos personales. Aspecto no siempre sencillo, ya que exige un análisis de
las tecnologías existentes y de las posibilidades de interconexión de la
información ya distribuida.
-
Deben evaluarse las tecnologías utilizadas para identificar los posibles
impactos en la privacidad. Los tratamientos de datos personales pueden ser muy
diversos; por lo tanto, resulta de especial relevancia establecer correctamente
las interacciones entre todos estos elementos: tecnologías utilizadas,
incidencia en los diferentes principios rectores en materia de protección de
datos, instrumentos para mejorar la garantía de privacidad y necesidad de
precisar el marco normativo aplicable.
-
Hay que definir de forma clara la legitimidad de cada tratamiento y distinguir
la finalidad principal de los diferentes usos derivados o secundarios. Es
preciso distinguir los supuestos en que será necesario el consentimiento,
prestando especial atención al tratamiento de los datos sensibles.
Por tanto, es necesario que tanto el titular de la información personal como los
diferentes responsables implicados -administraciones públicas, sector privado y
empresarial, terceros que intervienen en el desarrollo e implantación de los
diversos ejemplos de smart cities-, así como las autoridades y los operadores en
materia de protección de datos, tengan presentes los diferentes principios,
garantías y obligaciones exigibles en esta materia.
Los principios de protección de datos van a jugar un papel muy importante en la
forma de diseñar las smart cities, ya que la información es imprescindible para
crear el valor adicional que ofrecen las tecnologías como el big data, Internet
de las cosas y el cloud computing.
Las dificultades prácticas para aplicar los principios tradicionales inherentes
a la protección de datos personales, como finalidad, consentimiento e
información, sólo nos pueden llevar a ser más imaginativos y en ningún caso a
dudar de que sigan vigentes, como se ha planteado en algunas ocasiones.
El derecho a la protección de datos es un derecho fundamental que es, a la vez,
un instrumento de garantía para el conjunto de derechos y libertades de las
personas, y para principios y valores esenciales como<A[como|cómo]>
la libertad, la dignidad, el libre desarrollo de la personalidad y la no
discriminación. Derechos y principios que son consustanciales al ser humano y
son garantía de una sociedad democrática.
Así, sólo podemos llegar a la conclusión de que las tecnologías se tienen que
analizar a la luz de los principios y valores inherentes a la privacidad. El
diseño de las actuaciones que implican el tratamiento de datos de carácter
personal tiene que incorporar la garantía de la privacidad al mismo tiempo que
se continúa innovando y evolucionando hacia soluciones tecnológicas que mejoren
nuestras ciudades y, en definitiva, nuestra sociedad. |