Probablemente escribo sobre el año más
difícil
de todos, estoy convencido. Hablo
de nuestro primer año, el primero del despacho Vicente Tovar.
Hace un año no existíamos, y hoy sí. De hecho, nos hemos hecho con un merecido
hueco en el mercado. Y lo hemos conseguido siendo bastante fieles a la idea de
despacho que teníamos en la cabeza. Creíamos entonces, y creemos ahora, que
había que construir una marca que hablase de nuestra forma de ver nuestra
profesión, siendo consciente de que una marca se cocina a fuego lento.
Entendimos que era necesario ser un despacho más bien pequeño, que permitiera a
los equipos prestar un servicio personal al cliente (que es diferente a un
servicio personalizado). Entendimos que debíamos potenciar las áreas en la que
somos particularmente solventes por nuestro expertise, como el penal económico y
delitos contra la Administración Pública, y en las operaciones mercantiles
avanzadas.
Entendimos que debíamos convertirnos en un despacho influyente, bien conectado y
con una buena red de colaboradores, porque esto nos iba a permitir afrontar con
audacia desafíos estimulantes y entrar de lleno en causas complejas y con
relevancia social (asuntos como los ERE, formación, tarjetas black, trama Gao
Ping, por poner algún ejemplo), y operaciones mercantiles delicadas.
Y logros como alcanzar reconocimiento en áreas como el acoso laboral en la
Administración Pública, han sido muy estimulantes.
A nuestros clientes-empresa les hemos acompañado en sus pasos más difíciles. Dos
ejemplos recientes: hemos acompañado a Maeva, la mayor exportadora de aceite a
China, en su reto americano, y a AgrupaEjido en un procedimientos concursal de
enorme trascendencia.
Pero todo esto no sirve de nada sin el reconocimiento de nuestros clientes, y lo
tenemos. Y esto es lo que más estimula. La profesión del abogado es, sin duda,
una de las que tiene más frentes abiertos. Se podría
decir que la abogacía
es un frente abierto en sí
misma.Y el primer “frente” es el cliente que acude a nosotros porque tiene un
problema y además
suele ser grave. Esta persona
está
nerviosa y no entiende la lentitud y tampoco a la ineficacia de la justicia de
muchas ocasiones.
Tratar de manera satisfactoria al cliente es complicado y hemos encontrado el
tono adecuado para hacerlo.
Me han pedido que plasme en un papel lo sucedido en este tiempo. Y me viene a la
cabeza el primer día. Recuerdo perfectamente el olor a pintura que inundaba las
enormes habitaciones del despacho; a veces salía
hasta la calle, era un olor impersonal, nada cercano; en ningún
caso parecía
pertenecer a un negocio que pretendía
comunicar a los clientes que
éramos
expertos, que nuestra experiencia era uno de nuestros pilares fundamentales;
cuando todo olía
a nuevo, a recién
pintado.
Ahora, en el mes del primer aniversario, ya podemos decir que hemos creado un
ambiente corporativo, aunque no haya sido fácil;
efectivamente, lo bueno nunca es sencillo. Uno
de los objetivos primordiales era formar un buen equipo pero
¿qué
es un buen equipo?
¿Aquél
que más
conocimiento acumula?
¿El
qué
mejor defiende los honorarios para el despacho? ¿El
más
comercial?... Opiniones habrá
muchas. Nosotros somos un gran equipo, quizás
no porque tengamos una respuesta definitiva a todas las preguntas, sino porque
somos eficaces, estamos cómodos
trabajando juntos y, por encima de todo lo demás,
nos gusta nuestro trabajo.
Dar forma a un buen equipo es el
segundo gran frente abierto de un despacho. Se trata de una profesión
donde solo hay capital humano, y su gestión tiene con las importantes
dificultades. A pesar del gran volumen de abogados que existe en el mercado, encontrar compañeros
capaces, formados, con habilidades en los Juzgados, habilidades comerciales, de
trato con los clientes, oralidad, buena redacción e imaginación
para dar soluciones a conflictos que parece que no la tienen es tremendamente
complicado. Pero una vez conseguido, el equipo ha de funcionar, articularse,
hay que gestionar los egos, ser capaces de incentivarlos y generar un buen
ambiente de trabajo, dejando claro quien dirige el equipo.
Los primeros días
siempre están
marcados por la incertidumbre, por el miedo a tener un lienzo en blanco. A pesar
de toda nuestra vida profesional no sabía
si este proyecto tan prometedor, que me ilusionaba tanto (y me quitaba tantas
horas de sueño) funcionaría. Y sí:
ahora funciona y, lo mejor de todo, engancha. A lo largo de estos meses nos han
llegado asuntos muy complicados, difíciles
de encauzar; pero tengo que reconocer que son los mejores, los que reconfortan y
enseñan: porque nunca dejamos de estudiar, no se puede.
Como digo, pocas profesiones tienen tantos frentes abiertos. Y hay muchas más
dificultades en nuestra profesión:
la lentitud de la justicia, la falta de motivación de algunos de sus empleados,
la frustración
del interminable papeleo, las miles de llamadas telefónicas...
y
otros muchos más
"infortunios". Pero esto no
defineel
primer año; porque tengo la seguridad de que no cambiará
el resto de años.
Si el primer día
estaba marcado por la incertidumbre, por muchos proyectos, aun ms
gastos y la energía
de la motivación,
despuéés
de estos meses nada ha cambiado. Y lo mejor de todo, así
nos mantendremos el resto de años, como el primer día.
Un
deseo para los próximos
años? Que sean igual de apasionantes que este. |