Bajé del tren en la estación de Valladolid, y camino de la Facultad de Derecho
me encontré una placa en un portal dónde alguien anunciaba su profesión de
“MEDIADOR”, diferenciada de “ABOGADO”, y ha sido la primera placa que ha visto
quien suscribe estas líneas con esta mención, no quiere decir que no haya otras,
pero ésta ha sido que he visto de manera consciente.
Era evidente que no me había equivocado de sitio y que me encontraba en el
epicentro de la mediación porque durante los días 22 y 23 de octubre se ha
celebrado un Congreso de carácter nacional para todos los profesionales de la
mediación.
El acto inaugural corrió a cargo de diversas autoridades, entre las que me
gustaría destacar la presencia del Alcalde de la ciudad, la participación de los
poderes políticos en estos congresos me parece muy interesante, pues si se logra
hacer ver el ahorro económico que supone potenciar estas herramientas, y la paz
social que genera, no hace falta ser muy avispado para reorientar unas políticas
que potencien este método, pues no sólo permite disponer de un margen
presupuestario más flexible, sino que mejorará diferentes aspectos de la
convivencia. ¿Quién no querría ser el artífice de esta magia y pasar por ello a
los anales de la Historia?.
La primera ponencia corrió a cargo de Javier Urra Portillo, Psicólogo Forense,
exdefensor del Menor de la Comunidad de Madrid, y muy conocido por sus
intervenciones televisivas como especialista en diferentes programas de
investigación.
De forma amena su exposición corrió a lo largo de varios ejes:
- La vida
es un conflicto;
- El perdón
y el olvido;
- Los
problemas de comunicación.
Indicó que la mediación tiene un papel crucial para suavizar emociones porque el
poder del odio es incalculable, pedimos a la vida más de lo que ésta puede dar.
Y la vida es injusta.
Además remarcó el problema de comunicación que tiene la
sociedad actual, el lenguaje puede ser un colchón afectivo, y los mediadores
aprendemos en nuestra formación como usar ese lenguaje para lograr la
legitimación, el empoderamiento de las personas que requieren nuestros servicios
y cómo quitar esas connotaciones negativas que impregnan las palabras que se
dicen.
No estamos preparados para el diálogo, ni para asumir las críticas, hay un
intento de arrodillar y dañar al otro....y estas situaciones se dan en un
divorcio ¿qué pasa con los hijos? Los niños captan la realidad desde su
perspectiva, se convierten en los más vulnerables, los que viven en el medio de
ese tsunami emocional que les pasa factura. Por eso es necesario la presencia de
un mediador para abrir esos canales de diálogo que estaban perdidos y que sus
efectos no sean devastadores a largo plazo.
De la mano del mediador internacional Francisco Díez, uno de los primeros
mediadores que se constituyeron desde Argentina, país con un amplia tradición en
este método extrajudicial, y coautor de unos de los libros de cabecera de
cualquier mediador “Herramientas para trabajar en mediación” conocimos la
aplicación de éste método adecuado de resolución de conflictos en aspectos tan
diversos como conflictos comunitarios que requieren una gran adaptabilidad al
contexto, la educación con un fuerte componente sistémico e incluyendo la
identidad de la asociación en conflictos político-sociales donde hay que tener
en cuenta qué personas son las involucradas, cómo se realizará el proceso y cuál
es el propósito.
Pero hubo un espacio para hablar de los principios de la
mediación, concretamente de la neutralidad y de cómo ha llegado el momento de
modificar la neutralidad por multiparcialidad, porque se necesita estar cerca de
cada uno de quienes están en el conflicto y se debe ser consciente de qué te
pertenece como mediador, saber que nos pasa para poder distinguirlo. Nuestra
gestión de conflictos es muy importante para que no se contamine el conflicto de
quienes acudan a mediación.
También reforzó el papel secundario del mediador, pues las
personas se mueven por sus propias razones, aunque sean locas, y corresponde a
aquél explorar su territorio para ser efectivo.
La tarde abrió con un taller práctico, un conflicto entre dos
socios, donde de forma clara se pusieron en práctica las técnicas habituales que
usa el mediador con una detallada exposición y con la experiencia que poseen los
mediadores Ana Vall y Andrés Vázquez, y que posteriormente fueron analizadas por
los asistentes.
El día cerró con una mesa redonda en la que participaron
ponentes de la categoría de Ana Criado, Carlos Villagrasa, Luis Velasco y
Fernando Rodríguez, que analizaron la mediación civil y mercantil y el Derecho
colaborativo de una manera concisa, respetando los tiempos marcados y donde,
entre otras cosas, se destacó la función del abogado antes del proceso, durante
y después del mismo. Toda una lección de clase.
Al día siguiente nos encontraríamos con el complemento del Congreso: las
diferentes experiencias prácticas para profundizar en los intereses personales y
profesionales de cada uno de los asistentes, actividades tan interesantes como
la gestión del conflicto a través del Lego Serious Play, una experiencia con
menores infractores, Círculos restaurativos y aplicación práctica, mediación en
materia laboral, Gestión de la diferencia, neutralidad y dilemas del mediador,
entre un amplio catálogo de opciones han sido el broche perfecto.
No me gustaría finalizar esta crónica del Congreso sin agradecer las gestión y
organización del mismo, todo muy cuidado y con detalles que marcan la
diferencia. Por último recordar que el mediador es un director de orquesta que
sigue la partitura del proceso, pero dirige y establece los tempos. Es necesaria
su proximidad y calidez para que las partes puedan comprender lo que siente el
otro y lo que pierde, para que surja esa magia que algunos tenemos la suerte de
conocer. |