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25 de NOVIEMBRE de 2015

10º aniversario de AMM, Daniel Bustelo y el registro personal del mediador

LAWYERPRESS

Por Gema Murciano. Coordinadora de Top Jurídico Mediación y Arbitraje, Mediadora familiar. Abogado. Documentación Jurídica.

 

Gema Murciano. Coordinadora de Top Jurídico Mediación y Arbitraje, Mediadora familiar. Abogado. Documentación Jurídica.Han pasado ya diez años desde que un grupo de personas decidieron asociarse para apostar por la mediación y juntos crear la Asociación Madrileña de Mediadores (AMM), con la intención de promover, realizar y difundir los beneficios de la mediación.

Pero si desde sus inicios hay algo que ha distinguido a los miembros de la AMM, institución de referencia dentro del ámbito en el que nos movemos, ha sido promocionar y dignificar la labor de los mediadores. Buena prueba de ello es la celebración de dicha efeméride con un taller dirigido exclusivamente a mejorar la labor desarrollada por los mediadores. Y nada menos que de la mano de Daniel Bustelo, Abogado, mediador y Presidente de AIEEF., que en palabras de algunos de los asistentes, “Es uno de los mediadores de los que hay que aprender si quieres ser un buen profesional”.

El tema elegido para la ocasión fue “El registro personal del mediador”, técnica a la que apenas se le da  importancia y pasa de puntillas en todas las formaciones (en el caso de que llegue a valorarse), si bien se empieza a recoger, aunque sea de refilón, como algo a tener en cuenta (in fine) y que puede mejorar nuestra labor.

Dicen que nada queda más grabado en nuestra emoción que una experiencia, por ello, la primera parte del taller empezó con una experiencia de senso aprendizaje de las muchas que tiene diseñadas AIEEF para ser conscientes de que:

-          todos ponemos etiquetas,

-          todos tenemos prejuicios,

-          todos presuponemos.

Y cuando se dice todos, también se incluye a los mediadores, por más que se defina el proceso de mediación como imparcial y neutral.

Permítame un inciso y hagamos un juego, juntemos a varios mediadores de distintas experiencias, y especializaciones en diferentes ramas en una sala y realicémosles la siguiente pregunta “¿Para que nos sentamos en la silla del mediador?” En nuestro caso, las respuestas que se dijeron fueron las que vienen a continuación:

-          para escuchar

-          para facilitar el diálogo

-          para desarrollar la comunicación

-          para generar confianza

-          para facilitar el entendimiento

-          para equilibrar el poder, o las posiciones

-          para apoyar a la comunicación

-          para ser agente de la realidad

-          para traducir las emociones o las situaciones

-          para despersonalizar el conflicto...

Tanto si da por válidas las mencionadas, como si se les ocurre alguna nueva, si quieren saber la respuesta verdadera, la encontraran al final de este  resumen.

Volviendo al registro personal, si somos capaces de identificar rápidamente que nos pasa cuando tenemos un conflicto en frente de nosotros, o ante un mediado concreto, (a veces lo que nos cuentan se parece mucho a algo que nos haya pasado previamente, o atenta contra nuestros principios morales) nos va a permitir poder legitimarle para mantener la equidistancia emocional y no quebrar los principios informadores de este proceso.

Y en caso de no poder hacerlo, nos va a permitir establecer un límite a esa mediación. Pero además es importante destacar un par de ventajas adicionales, por un lado nos ayuda a rebajar la ansiedad que nos puede producir intentar ser imparciales y a la vez, nos ayuda a realizar estrategias para no contaminar dicho procedimiento con nuestro sentir, o experiencias.

Porque no nos engañemos, es imposible no sentir, nuestras experiencias vitales, nuestras presunciones, nuestras etiquetas y nuestros prejuicios hacen que se modifique nuestra capacidad de escucha, dejamos de escuchar porque ya sabemos lo que nos quieren decir, y los mediadores como tales, somos conscientes de que si no se escucha, se puede hacer daño. Aun sin tener una formación específica, los mediados “leen” el lenguaje no verbal y reaccionan frente a él, pudiendo poner en cuestión aspectos tan básicos como la confianza en el proceso.

Y es que el registro personal del mediador va muy ligado a la escucha y a la palabra del mediador, por eso tenemos que procurar utilizar ambas herramientas de forma adecuada.

El taller finalizó con una práctica de role play, donde diferentes mediadores probaron la experiencia de ser conscientes de ver cómo salían a relucir sus emociones, y como afrontar esa situación sin menoscabar el procedimiento de mediación.

Durante la práctica se ensayó la fórmula “escuchar, reformular, escribir y preguntar” con excelentes resultados.

Desde esta tribuna solo puedo dar las gracias a AMM y a Daniel Bustelo por el regalo de asistir a tan valioso taller.

Ahora, ya puedo dar la resolución al juego: como mediadores presuponemos que si los mediados consiguen dialogar van a solucionar su problema, pero ¿a que vienen los mediados a mediación? Ninguno viene a mejorar su comunicación, a escuchar al otro, a que le traduzcan las emociones de la otra persona, vienen a que el problema que tienen obtenga una solución, de ahí que sea importante ese registro personal para permanecer “limpios” y poner a disposición de los mediados todo nuestro saber.

 

 

 

 
 
 

 

 

 
 
 
 
 
 
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