Julio Sánchez, Abogado y Socio de Redlex.
La mayoría de los despachos nos pasamos nuestra vida profesional trabajando para nuestros clientes, resolviendo de la mejor manera posible los encargos recibidos, sin embargo, olvidamos al que, desde el punto de vista empresarial, es nuestro principal cliente que somos nosotros mismos y dejamos de lado la creación y desarrollo de un proyecto empresarial que mejore nuestra posición en el mercado profesional.
Este, ensimismamiento, puede ser la explicación de porqué, algo tan simple y aparentemente beneficioso como es la externalización de servicios jurídicos entre despachos de abogados se produce con menos frecuencia de lo habitual y con menos resultados de los esperados.
Un simple análisis meramente empresarial de la cuestión nos haría pensar que en un mundo tan especializado como es el de la prestación de servicios jurídicos resulta casi imposible que un despacho pueda abarcar por si solo todas las especialidades del derecho e incluso sería cuestionable como pueda cubrir las más importantes en todas sus distintas facetas. La consecuencia más lógica de esta reflexión sería la búsqueda de estrategias que nos permitan establecer alianzas puntuales entre nosotros, de manera que ello comporte ceder la explotación de alguna de las especialidades que no dominamos o no nos interesa explotar, en favor de otro bufete altamente especializado en esa materia o simplemente más cercano geográficamente al lugar dónde se deba prestar el servicio.
No obstante, parece que la tendencia más habitual es la de generar dentro de los despachos nuevos departamentos para afrontar nuevas especialidades, loable por otra parte, pero que, en muchos casos, o no se cuenta con la suficiente experiencia o conocimientos para desarrollarlos o incluso tienen escasa repercusión en la cuenta de resultados del bufete, y por contra se convierten en un lastre en tiempo y dinero al destinar fuerzas, recursos humanos y económicos a objetivos que no soportarían un mínimo análisis económico.
Algunas de las claves del escaso auge de la externalización de servicios jurídicos pueda ser la desconfianza sobre el nivel de calidad del despacho externo, circunstancia esta fácilmente superable con un estudio previo de la firma, habitual, además, cuando se trata de contratar cualquier servicio, por otra parte, se trata de establecer una alianza para explotar una determinada especialidad y no una unión vitalicia de modo que cualquier incumplimiento en la relación profesional puede suponer la rescisión del servicio.
Otras de las claves puede ser la desconfianza en relación al trato hacia al cliente, la desconfianza de que pueda suponer una fuga de información y activos de la firma o, incluso la pérdida del cliente, circunstancias perfectamente superables con la firma de un convenio que regule la relación entre ambos despachos, pero en muchas ocasiones se trata simplemente de falta de tiempo para pensar en las estrategias de mercado que más nos convienen, miedo a salir de la zona de confort que nos da seguridad, pero poco crecimiento y finalmente, el egocentrismo de que “solo nosotros” somos los más apropiados para tratar a nuestro cliente y esta actitud reticente y de desconfianza en compartir objetivos y medios con otros bufetes es uno de los problemas de crecimiento y expansión de la mayoría de las firmas de abogados.
Nuestra experiencia en Julio Sánchez.- Abogados nos muestra que, aunque la externalización funciona no lo hace como debería, nosotros empezamos con la externalización de los servicios del departamento de derecho penal, origen del despacho en 1986, y desde entonces hemos cubierto este servicio para otros despachos de abogados, además de para nuestros propios clientes, pero aún cuesta enfocarlo como una estrategia empresarial y se trata como si fuera una simple cesión de clientes ocasional y no se percibe como una oportunidad de crecimiento. A partir del 2010 incrementamos el servicio en relación al Corporate Compliance, desde el 2014 centrado en el compliance penal, y más recientemente otras especialidades como la protección de datos y derecho de las TIC o el derecho deportivo, y aunque sus frutos son innegables no se percibe, aún, la externalización como un factor de crecimiento en servicios e ingresos con un gasto mínimo en recursos humanos y económicos sino como una mera ayuda profesional.
En nuestra opinión, algunos de los beneficios para las dos partes son evidentes:
- Especialización.
- Incentiva la excelencia en el servicio.
- Concentración de nuestros esfuerzos a las especialidades que dominamos.
- En muchos casos puede potenciar la cercanía geográfica al cliente.
- Incrementa la visibilidad de nuestros despachos.
- Fortalece la confianza y la credibilidad en nuestros servicios jurídicos
- Amplia los canales de oferta de nuestros servicios jurídicos y logra la expansión de los mismos y mejorar la proyección profesional.
- Amplia la cobertura geográfica ofreciendo la colaboración en otras ciudades.
- Capta nuevos clientes.
- Aumenta la potencialidad de nuestras carteras de clientes.
- Fortalece y prestigia la imagen de marca de nuestros
- Minimizar costes en marketing y posicionamiento.
- El uso de la externalización puede suponer un impulso en la utilización en herramientas digitales y nuevas tecnologías.
- Crecimiento en red mediante una alianza fuerte que pueda competir con otros despachos.
- Respeta la independencia de cada despacho, resultando plenamente compatibles los medios de publicidad, proyección y expansión que cada despacho individual utilice.
Seguramente, a todos se nos ocurren más beneficios, pero desde luego la externalización es una buena alternativa de crecimiento que siempre ha de partir de dos premisas, confianza y excelencia.