Brexit e Independencia Judicial

Publicado el lunes, 7 noviembre 2016

Juan Gonzalo Ospina, Presidente de la Agrupación de Jóvenes Abogados de Madrid,  @Juango_Ospina.

Una democracia es grande si esta es capaz de equilibrar, con la oportuna virtud, los tres poderes que la hacen progresar: Legislativo, Ejecutivo y Judicial.

Juan Gonzalo Ospina, Presidente de la Agrupación de Jóvenes Abogados de Madrid

Juan Gonzalo Ospina, Presidente de la Agrupación de Jóvenes Abogados de Madrid

El 3 de noviembre, conocíamos como 3 jueces ponían en jaque al Gobierno británico al decidir que la decisión del Gobierno de aplicar la desconexión del Reino Unido de Europa no era legal ya que el Gobierno carece de tal mandato como órgano Ejecutivo y que tal decisión ha de emanar del poder Legislativo esto es, el Parlamento.

Independientemente de la corrección o no del fondo del asunto, la cuestión deja dos gráficas reflexiones: por un lado la insólita rapidez de la justicia británica y por otro lado, la solidez de la misma frente a cualquier tipo de injerencia. No han ni pasado 5 meses desde la resolución del referéndum y una ciudadana británica ya ha conseguido una resolución judicial contra el Brexit alegando que el mismo era «consultivo y no vinculante». ¿Ocurriría lo mismo en España? ¿En un país dónde nuestros Magistrados, para progresar dentro de la carrera judicial, necesitan el beneplácito de la mano negra del poder político que no es otro que el Consejo General del Poder Judicial? ¿Tendríamos en España una judicatura que, en contra de los intereses del Gobierno, resolvería con tanta celeridad e imparcialidad su decisión?

Ni una justicia lenta es justicia, ni una justicia dependiente o que no está blindada de cualquier injerencia política, termina por considerarse justicia. La independencia judicial es necesaria: como prioridad en cualquier democracia de calidad y con el fin de valer el derecho a la igualdad de todos sus ciudadanos sea el caso que sea. La falta de independencia judicial produce el desapego de la ciudadanía a sus instituciones y permite al «Poder» estar por encima de la ley.

Reino Unido no es una gran potencia mundial por una suerte del destino sino porque como potencia, hace valer su división de poderes y la aplicación ciega de la ley. ¿Cuándo aceptará España estas dos premisas? Hasta que esto no ocurra, ni progresaremos para ser una gran nación, ni tendremos la democracia que nos merecemos, como decía, Theodore Roosevelt, «Una gran democracia debe progresar o pronto dejará de ser o grande o democracia”.

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