Arturo Mendoza, Socio Director Ejecutivo de Dret.
La International Compliance Association define al ‘compliance officer’ como el profesional que debe identificar los riesgos a los que se enfrenta una organización, diseñar e implementar controles para protegerla de esos riesgos, supervisar e informar sobre su eficacia en la gestión de la exposición a los riesgos, resolver las dificultades de cumplimiento a medida que ocurren y asesorar al negocio todo lo que respecta tanto a normativa vigente como a las verificaciones que son necesarias para monitorar el desarrollo empresarial. Sus funciones van desde el establecimiento y la revisión de los estándares para comunicaciones internas y externas hasta examinar las instalaciones de la empresa con el fin de asegurarse su accesibilidad y seguridad.
En los últimos años, el ambiente de trabajo interno de las empresas ha evolucionado positivamente a lo largo de la curva de madurez de todo lo relacionado con el Compliance o “cumplimiento normativo”. Se nota en el modo de actuar empresarial, en las descripciones de los puestos vacantes de las empresas, en la cautela cuando se procede a los concursos para las contrataciones públicas o del sector privado: el cumplimiento ya es la forma de proceder normal de los agentes económicos. Incluso se está apostando por ampliar los modelos básicos de Compliance para ofrecer ese “algo más” a los agentes económicos del mercado y resultar más atractivos a los operadores nacionales e internacionales. Uno de los pasos esenciales antes de implementar un modelo de Compliance y el respectivo profesional encargado, es analizar la naturaleza de las operaciones que lleva a cabo la empresa, así como su diversidad; la complejidad y la escala del negocio, el volumen de las transacciones, y su tamaño.
El papel del compliance officer es asegurarse de que una empresa está desarrollando su negocio en un marco de cumplimiento pleno de las leyes nacionales e internacionales que le afectan y constriñen, así como las diversas recomendaciones de su actividad, los estándares, las mejores prácticas y las normas de comportamiento interno. En el trabajo del compliance officer no sólo hay un componente objetivo, de vigilancia de respeto a las leyes, sino también más difuso, que consiste en crear un ambiente proclive a evitar las situaciones de riesgo, la conservación de la buena fama, evitando la litigiosidad en la empresa.
Cada vez más empresas están viendo un mayor retorno en la inversión en programas de cumplimiento, ya que no sólo previenen las infracciones, sino que también pueden servir para mitigar las multas si se ha llegado a cometer la infracción.
Un programa de cumplimiento a la medida, dirigido a las áreas de riesgo del negocio, es importante para ayudar a las empresas a superar las dificultades, sin imponer restricciones innecesarias. En esta perspectiva, el compliance officer se convierte en un agente esencial en la política de cumplimiento de la empresa, que supervisa y tiene en su poder procedimientos de notificación internos de riesgo de infracciones.
Incorporar a la cultura de la empresa las políticas de cumplimiento requiere la implementación de medidas prácticas de las que se responsabiliza el compliance officer. De éstas, una de las principales es capacitar a los empleados en las normas que les incumben y cómo hay que desarrollar el trabajo para entrar dentro de los criterios.
Profesionales con un perfil ético indudable, que se une al conocimiento de los objetivos económicos de la empresa y la industria a la que pertenece. Su remuneración varía dependiendo de la empresa y la exigencia y la especialidad que se requiera, y hay que comprender que se les paga no sólo para mantener impecable la actividad de la empresa frente a las diferentes normativas, sino para educar a toda la empresa e instituir prácticas que garanticen el nivel más alto posible de cumplimiento.
La profesión de compliance officer es relativamente nueva en nuestro país, y no siempre se está entiende como se debería, incluso están encargando estas funciones a personas que pudiesen no están capacitadas, o que no conocen bien la dimensión de su trabajo y la importancia de que lo cumplan al completo. Se trata de un perfil profesional que las empresas han de ver como una gran ventaja, incluso a nivel competitivo; ya que se trata de una persona independiente que va a monitorizar el trabajo de los demás. Avanzar por la senda del cumplimiento de todas las normas que afectan a una actividad o a una industria no hace más que mejorar el posicionamiento en el mercado y, a medio plazo, incrementar los resultados. Apostemos por esta figura, para contribuir a un ambiente de fair play también en el mundo de la empresa.