Ni la formación ni la legislación laboral están preparadas para afrontar el impacto que ejerce ya la digitalización sobre el empleo. La Fundación para el Diálogo Social propone “elevar este reto al debate público para no perder la cuarta revolución industrial como perdimos tantas otras”.
Núria Ribas / @oikit
Existen muchos estudios y mucha literatura sobre el impacto que la digitalización y la robotización están ejerciendo sobre el empleo y las condiciones de trabajo, tanto en España como en otros países de nuestro entorno. Algunos datos son reveladores. Por ejemplo, en Estados Unidos, cada robot introducido en el sistema destruye entre 4 y 5 empleos. En Alemania, en cambio, solo uno o dos trabajadores pierden su puesto.
La Fundación para el Diálogo Social, presidida por Joaquim Molins, ha querido saber cuáles de estos datos y de las hipótesis que la Academia lanza sobre el empleo en la era digital son vividas “realmente” en las pymes españolas. Presentado en la Fundación COTEC y dirigido por la ex secretaria de Estado de Empleo y actual profesora de la UCLM, Mari Luz Rodríguez, el estudio corrobora algunas presunciones (salarios, conciliación…) pero contradice otras.
“Lo primero que analizamos fue la formación centrada en la economía digital. Y lo que hemos visto es que la empresa debe ser el centro de gravedad en la formación digital porque, aunque nuestro sistema educativo reglado está haciendo su papel, la Formación para el Empleo no recoge ninguna de las competencias que son necesarias para la economía digital”, explica Mari Luz Rodríguez. “De entrada, no llega a la gran mayoría de los trabajadores. Y además, la formación es tan básica que no alcanza para la digitalización”.
Rodríguez apunta que las necesidades de formación en una economía digital son tan específicas y tan dinámicas, que solo dentro del marco de la empresa puede complementarse eficazmente la formación reglada que se imparte.
Brecha de género
Lo que no recoge la formación reglada en aquellos estudios más enfocados a la economía digital, Ingenierías y Arquitectura, es la paridad entre géneros. Solo el 27% de los estudiantes de estas carreras son mujeres. Eso se traduce en que el 70% de los trabajadores en el ámbito digital son hombres.
“Esto es muy grave de cara al futuro”, avisa Rodríguez. “Si aceptamos que la digitalización va a conformar un mercado de trabajo ‘bipolar’, es decir, trabajos estrella” muy bien pagados y el resto en un rango salarial bajo, “significa que el perfil de futuro va a representar una brecha entre hombres y mujeres muy peligrosa”.
Los tiempos de trabajo tradicionales, en los que todavía nos movemos la mayoría, tampoco cuadran con los tiempos de los nuevos empleos digitales. “Tienen el horario del mundo porque trabajan para el mundo. Trabajan siete días a la semana, 24 horas al día. Por tanto, los acuerdos que gestionan el trabajo en la empresa digital son más individuales que colectivos”, explica Rodríguez.
Paradójicamente, las nuevas tecnologías que permiten el empleo digital no han extendido masivamente el teletrabajo. Según el estudio de la Fundación para el Diálogo Social, la cultura del ‘presencialismo’ sigue primando tanto entre los trabajadores digitales (especialmente entre los más jóvenes) como en las empresas digitales.
“Y lo que tampoco está nada maduro” – resalta Rodríguez – “es el derecho a la desconexión. Pero estoy segura de que este punto será uno de los principales elementos en la negociación colectiva del futuro”.
Este punto del Derecho Laboral y de la negociación colectiva no es el único cambio que la legislación del trabajo deberá afrontar en los próximos años para adecuarse a la economía digital. “Las empresas no saben qué instrumentos jurídicos pueden usar para que, una vez han formado a un trabajador específicamente para una cuestión de la empresa, éste no se vaya al mes siguiente a la competencia”, señala Rodríguez. “¿Qué podemos hacer, desde el punto de vista del Derecho Laboral, para ni congelar al trabajador en su empresa, ni para que la empresa pierda el talento que ha formado?”.
Lo cierto es que la rotación en la empresa digital es altísíma. Así que este va a ser, si no lo es ya, uno de los grandes problemas de este tipo de compañías. En esta alta rotación, los salarios son un punto determinante (máxime cuando, tras la crisis, el sueldo medio de un ingeniero es de 24.000 euros), pero lo que prima en los nuevos empleos digitales es la búsqueda de proyectos que ilusionen y den ‘brillo’ a la trayectoria profesional “en un entorno extraordinariamente competitivo e individualista”.
“Todo esto es necesario abordarlo, elevarlo al debate público, porque el impacto de las TIC es algo del aquí y del ahora, condicionando a empresas y a personas. Es un reto de país. Si no lo hacemos, perderemos la cuarta revolución industrial, como perdimos otras revoluciones”, sentencia Rodríguez.