José Pedro Pérez-Llorca: la excelencia, el señorío y la altura de miras

Publicado el miércoles, 6 marzo 2019

José María Alonso, Decano del Ilustre Colegio de Abogados de Madrid.

Como Decano del Ilustre Colegio de Abogados de Madrid, como compañero y amigo no puedo dejar de expresar mi más profundo sentimiento por el fallecimiento de José Pedro Pérez-Llorca. Son muchísimas las virtudes que atesoraba. Además de ser un extraordinario abogado, eran especiales su señorío y su bonhomía. Siempre estuvo a disposición del ICAM para ayudar en cualquier circunstancia en que se le requería.

José Pedro Pérez-Llorca  y José María Alonso

José Pedro Pérez-Llorca y José María Alonso

Precisamente nombrarle Colegiado de Honor fue un acto de justicia, ya que concurrían en él rasgos de tipo personal y humano que, junto con sus acrisolados méritos profesionales y políticos, le hacían con creces merecedor de la más alta distinción de la Abogacía madrileña.

Tras abandonar el servicio activo diplomático y tras las primeras elecciones de la democracia española, jugó sin duda un papel imprescindible en la esfera pública; y fue decisivo su impulso para la adhesión de España a la Unión Europea o para la firma del nuevo tratado con los Estados Unidos y de entrada de nuestro país en la OTAN.

Como letrado, y tras ser uno de los miembros fundadores del insigne despacho Pérez-Llorca, se instituyó en acreditado experto y en una referencia de primerísimo nivel en los ámbitos contenciosos y del arbitraje. Pero, qué duda cabe que su legado como legislador constituyente y padre de la Carta Magna es el que más ha calado en la sociedad civil.

En efecto, todos debemos mucho a la Constitución. Porque es la obra que culminó la Transición y posibilitó la transformación de la dictadura en un Estado Social y Democrático de Derecho; porque ha ayudado al desarrollo político, económico e institucional de la España democrática; porque ha servido de paraguas al amparo de los principios y valores que deben regir para el buen funcionamiento de una sociedad; porque es una conquista de todos y un aval sustantivo a un largo y difícil camino que tuvimos que hacer con dificultades y sufrimiento; porque es una herramienta de incalculable valor, siempre referencia entre los nada fáciles equilibrios, en ocasiones, entre la libertad y la igualdad, entre la preservación de derechos individuales y respeto por el bien común, entre el reconocimiento de los derechos diferenciales y la lealtad institucional al Estado.

Nunca deberíamos perder de vista lo que quienes alumbraron aquel monumento jurídico hicieron en términos de esfuerzo, de generosidad, de altura de miras, de sacrificio a sus propias ideas e intereses particulares. La Abogacía madrileña, que me honro en representar, tendrá siempre una deuda de gratitud hacia ese gran abogado que fue José Pedro Pérez-Llorca.  Descanse en Paz.

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