A los que se juegan la cordura. A Sara, in memoriam.

Publicado el jueves, 6 junio 2019

Núria Ribas. Periodista

Solo hay un pecado imperdonable: la crueldad deliberada. Todo lo demás puede perdonarse. Eso, jamás”. Truman Capote sabía de lo que hablaba. Tras siete años de trabajo de campo para su novela-testimonio A sangre fría, esta contundente sentencia de Miss Sook en su relato El invitado de Acción de Gracias parece resumir el estado de ánimo del escritor tras narrar lo inenarrable.

Ser deliberadamente, premeditadamente cruel no es tan sencillo. La empatía es un mecanismo que, afortunadamente, casi todos tenemos, en mayor o menor medida. Pocos seres humanos serían capaces de torturar y abusar sexualmente durante meses de una niña de cuatro años para, al final, de un golpe atronador en la sien, asesinarla. El llanto cesó. Y el sufrimiento de Sara, indefensa, también. Valladolid. Agosto 2017. Entonces empezó el camino para demostrar que no, que la crueldad deliberada es lo único que no se puede perdonar.

Pero para lograrlo, en nuestro estado de Derecho, es necesario demostrarlo. Hay que aportar pruebas que a duras penas podremos asimilar por su brutalidad; recoger testimonios que casi no podrán articular palabra ante la atrocidad de lo ocurrido; configurar alegatos que sortearán la impiedad de los hechos que describen; deliberar sobre la iniquidad de un individuo que, a pesar de todo, es inocente hasta que se demuestre lo contrario; y, finalmente, emitir un veredicto y una sentencia con la esperanza de hacer justicia a lo injustificable.

Todos los profesionales que participan en esta cadena agotadora, pero imprescindible para que la crueldad deliberada que acabó con la vida de Sara mucho antes de morir no quede impune, sacrifican su sueño, su equilibrio, su estar apacible en la vida. Todos se asoman al lado oscuro, a ese territorio que el resto intentamos sortear porque nos empuja hacia un peligroso abismo mental. Policías, médicos, forenses, peritos, psicólogos, procuradores, abogados, fiscales, magistrados, jueces… Todas y todos se han jugado su cordura para intentar hacer justicia a la pequeña Sara. Como tantos otros casos cada día, en cada rincón del mundo. Sin descanso.

A ellas y a ellos, gracias.

@oikit

 

Sobre el autor
Núria Ribas

Periodista. Más de 20 años de experiencia en medios escritos y en comunicación política y corporativa. Periodismo jurídico, económico, político y cultural. Veraz siempre; parcial, también. @oikit

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