El acuerdo de inversión China-UE abre nuevos mercados chinos a los inversores españoles

Publicado el viernes, 19 febrero 2021

Philippe Deltombe, Socio Asian Desk. AGM Abogados .

Philippe Deltombe

Philippe Deltombe

La Unión Europea y China firmaron el 30 de diciembre de 2020 el CAI (Comprehensive Agreement on Investments) bajo el impulso de Berlín, decidido a aprovechar la repentina flexibilidad de Beijing.

No se discutirá aquí si esos son esfuerzos de Beijing para complicar las relaciones entre los Estados Unidos y la Unión Europea, aunque notemos que muchos analistas temen que la aplicación efectiva del acuerdo pueda dificultar el acercamiento transatlántico sobre el tema China.

Esencialmente, el CAI daría a los inversores europeos accesos adicionales al mercado chino y reequilibraría la actual asimetría, pues los mercados de la UE ya están más abiertos a China.

De todos modos, la fase de finalización y ratificación en la que participan Bruselas y los países miembros durará por lo menos un año.

¿De qué trata el CAI?

La UE consiguió que China se comprometiera de abrir su mercado en esferas como los servicios financieros, los servicios de telecomunicaciones, los nuevos vehículos energéticos, los servicios de transporte aéreo y marítimo, los productos químicos, los hospitales privados y la investigación y el desarrollo.

El acuerdo plantea eliminar los complejos requisitos de las joint-ventures chinas en sectores como los automóviles y los servicios financieros y aumentar las protecciones jurídicas para los inversores de la UE.

Una parte no despreciable del acuerdo punta al compromiso chino de implementar un entorno de inversión equilibrado para los europeos en frente a las industrias estatales de China (SOE).

China también se comprometió a mejorar la transparencia en su entorno normativo.

Habrá un organismo de supervisión destinado a comprobar la implementación del CAI y un mecanismo estatal de “Dispute Resolution”.

¿Compromisos?

¿Hasta qué punto China hizo realmente concesiones importantes? De hecho, cuando los compromisos son poco claros y sin plazos, y que implican, por ejemplo, normas laborales internacionales (convenciones de la OIT) y empresas estatales (cuyas subvenciones quedarían excluidas del mecanismo de Dispute Resolution), se permite cualquier tipo de dudas.

Obstáculos

En una nota similar, China promulgó en septiembre de 2020 la Lista de entidades no fiables (UEL), cuyo objetivo es identificar qué personas y entidades extranjeras enumeradas en la UEL pueden verse restringidas o prohibidas para invertir en China, sobre la base de la identificación de los posibles daños de esas entidades/individuos a la soberanía del Estado, la seguridad nacional, los intereses nacionales y las entidades/individuos chinos.

 

Esto puede combinarse con la Ley de Inversión Extranjera de la República Popular China (FIL) del 1 de enero de 2020, que establece un sistema de revisión de la seguridad de la inversión extranjera para cualquier inversión extranjera que afecte o pueda afectar a la seguridad nacional.

Beijing habría circulado una lista no oficial de industrias y sectores sensibles. Estas industrias serían principalmente productos o servicios militares o relacionados con el ejército, productos o servicios relacionados con la defensa nacional, productos agrícolas, energía, recursos, infraestructura, servicios de transporte importantes, tecnología clave y

heavy infrastructures”.

Esas precauciones no son totalmente unilaterales: la UE garantiza que las áreas sensibles como los servicios públicos, la infraestructura crítica y las tecnologías se mantengan plenamente preservadas. Sin embargo, es evidente que las fronteras están mucho mejor delineadas por el lado chino.

Sabor político

A los entusiastas de la UE, se puede aconsejar bajar ligeramente el tono de los vítores (se han dejado muchos detalles clave para futuras negociaciones), pero el CAI también tiene un fuerte sabor político en esos tiempos de incertidumbre que le dio a la UE la oportunidad de mostrar cierta autonomía con respecto a Washington.

Para Pekín, el acuerdo parece ser una victoria política altamente simbólica, que demuestra aún más que China está en el negocio de la globalización con socios importantes, asegurando el interés continuo de los inversores europeos y el acceso a tecnología interesante.

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