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Por Eva Cañizares, abogada
Empieza la Liga de fútbol ¿en quiebra? Una quiebra entendida en una doble vertiente: la económica y la de valores. La Liga de Fútbol Profesional está formada por 42 clubes en dos competiciones: Liga BBVA (1ª División) y Liga Adelante (2ª División). Crea cerca de 85.000 empleos directos e indirectos, atrae a 14 millones de personas a los estadios, 174 millones ven los partidos por Tv, tiene un impacto económico superior a los 10.000 millones de euros… y sin embargo, es una Liga en quiebra. Es una Liga en quiebra económica porque lleva cinco años en pérdidas (-385 millones por año), con una deuda que supera los 4.000 millones de euros, aplazamientos con Hacienda por importe de cerca de 700 millones de euros, y con más de veinte equipos de ambas categorías en concurso de acreedores. Además, según estudio balance de la situación económico-financiera del fútbol español publicado por el CSD, los clubes de 1ª División adeudan la friolera de casi 900 millones de euros a las entidades de crédito. Y, curiosamente, entre los clubes más endeudados financieramente se encuentran los gigantes como el Real Madrid, uno de los grandes morosos de Bankia, el FC Barcelona con un crédito sindicado de unos 10 millones de euros, y el Valencia con otra deuda de cerca de 200 millones a Bankia. Es curioso que sea esta entidad, que ha tenido que ser intervenida y nacionalizada, la que esté dando cobertura económica a los clubes referidos… Es evidente que había que poner freno a esta burbuja y bancarrota del fútbol español, que se ha ido generando sin que nadie advirtiera públicamente del peligro, pese a que todos lo veían: ni los políticos, ni los bancos, ni los socios; sólo interesaban los goles y los triunfos. Todo valía. Dada la situación, desde la Liga de Fútbol Profesional (LFP) y el Consejo Superior de Deportes (CSD) se trabaja actualmente en diversas acciones para pinchar esa burbuja y reducir sus negativas consecuencias. Este es el motivo de que estemos asistiendo ya a reducciones de presupuestos, renegociaciones de sueldos y pocos fichajes, que, además, deberán ser sometidos al control y aprobación de la LFP. Dado lo insostenible de la crisis, la LFP, además, en su empeño por acelerar los ajustes, aprobó en enero un Reglamento de Control Económico para aplicar en la presente temporada 2013-2014, teniendo los clubes que entregar a la LFP sus presupuestos antes del comienzo de la temporada para ser aprobados previamente por la misma. No se aprobarán (al menos es la literalidad de la norma) aquellos que contemplen fichajes excesivos, sueldos que superen el 70% de los ingresos… en definitiva, aquellos que sigan generando deuda. Como mínimo, han de mantener el equilibrio entre gastos e ingresos y organizar y aplazar las deudas con Hacienda de tal modo que queden saldadas con fecha límite 2020. De no cumplirse con estos parámetros, la LFP debería vetar fichajes y obligar al descenso de categorías o al cierre. Incluso el Consejo Superior de Deportes (CSD) ha advertido de que los equipos que tengan más gastos que ingresos no podrán fichar porque no es admisible una competición en la que 22 equipos han acudido al concurso de acreedores. "Es la última burbuja y vamos a terminar con ella", afirman desde el CSD, organismo, por otro lado, co-responsable de la situación generada al mantenerse al margen frente a la inactividad que ha demostrado la LFP durante todos estos años de derroche y endeudamiento. Se agradece por fin una postura sensata (y obligada) y sólo cabe esperar que no quede todo en papel mojado. De momento, salvo el Guadalajara, que ha sido descendido de categoría, ningún equipo ha sufrido sanción por incumplir los parámetros establecidos en el citado Reglamento de Control Económico. Y los hay, a pesar de que no se han llevado a cabo acciones en este sentido. Veremos qué pasa y si hay alguien capaz de plantarse y obligarles a pagar lo que deben o van a seguir actuando al margen de la legalidad como hasta ahora. Porque, de seguir así, por muchos informes que se hagan, la situación seguirá siendo igual de injusta.. Algo sí se intenta cambiar y, fruto de este cambio es que se está reformulando el marco general de la insolvencia de las entidades deportivas profesionales por los problemas que hoy plantea el frecuente e indebido uso de la Ley Concursal. Es una evidencia la necesidad de adecuación de dicha Ley Concursal a la realidad deportiva. En cuanto a la quiebra de Valores, llevamos muchos años con el “run-run” de maletines. El escenario actual del fútbol ofrece datos preocupantes (recordemos la denuncia del Girona al Rácing hace escasas semanas). Países de nuestro entorno han sufrido vergonzantes procesos en los que se han demostrado prácticas corruptas. En nuestro país aún no se ha metido mano al fraude. Puede que las necesidades actuales obliguen a un marco normativo específico en materia de fraude en el deporte similar a lo aprobado recientemente en la Ley “Anti Dopaje”, que destaca por su peculiar interpretación del principio de presunción de inocencia, encontrándonos ante un nuevo modelo disciplinario realmente estricto en el que prima la responsabilidad objetiva. Es decir, trasladado al futbol en materia de fraude, si con respecto a un partido existiesen datos objetivos y fiables de que se han cometido una serie de irregularidades, ese encuentro debiera poder ser objeto de expediente y sanción. Si esto vale para el dopaje… ¿estaría justificado que también sirviese para esta otra lacra? No obstante, sabiendo las importantes cuantías económicas que una empresa (y los clubes lo son) gana o pierde porque un balón entre en una portería, hay que ser conscientes de que va a ser muy difícil que no haya personas que no intenten “intervenir” para que no sea sólo el azar y la habilidad los que determinen el ganador de un encuentro que puede suponer ingresar o perder muchos millones en la temporada siguiente. Lo que está claro es que llevamos demasiados precedentes que han sido obviados, y parece que ahora tampoco se quiere profundizar mucho en ello, a pesar de las promesas del Presidente de la LFP, Javier Tebas, de acabar con todo tipo de fraude en el fútbol y su máxima del “Todo YA no vale”… Visto lo visto, es evidente que el fútbol tiene que cambiar y adaptarse a las nuevas circunstancias, no puede quedarse fuera de juego. El debate está servido..
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