El
primer contacto para una mediación familiar
suele ser a través de un hijo/a o cónyuge.
Cuando se le invita a explicar que es lo que
ocurre, no es extraño escuchar: “A ver por
donde empiezo…por la familia, por la
empresa, TODO es un desastre”.
Ese
TODO es la clave, la confluencia de dos
mundos antagónicos destinados a entenderse.
En la correcta gestión de ambos mundos está
el secreto de su éxito o la causa de su
fracaso.
Algo
común a las Empresas Familiares (E.F.) es
que casi nunca es el patriarca el que pide
la mediación, es un allegado o un miembro de
la familia, o el abogado. Como personas
inteligentes e intuitivas, los patriarcas,
aunque incrédulos, acceden a la mediación
para demostrar su deseo de que todo vaya
bien. Ellos saben que hay un malestar
general, malas caras, salidas de tono, las
comidas los domingos no son lo mismo…Sus
argumentos son del tipo: “tal vez la
mediación sea un medio de entrar en razón,
de que se lleven bien” “la empresa está por
encima de todo” “está en juego el nombre de
la empresa, de la familia” ”tenemos que ser
un modelo de actuación para la sociedad”.
Estas son algunas de las frases que se
repiten constantemente en las mediaciones de
EF.
La
mediación de E.F. es un reto para un
mediador. Los modelos de relaciones
existentes en ese contexto se asientan en
creencias muy arraigadas que tienen la
categoría de sagradas y que no debemos
cuestionar. Constituyen la piedra sobre la
que se asentó la empresa y tienen carácter
estructural en ese ente inseparable que
constituye la EF. Sobre esas creencias se
sustentan los comportamientos de cada uno de
los miembros de la familia. Uno de los retos
de los mediadores, es el de ser capaces con
nuestras habilidades y herramientas de
trabajar con las personas en base a sus
comportamientos sin cuestionar esos valores.
¿Cuáles
son los principales retos para un mediador
de E.F.?
1.
Obtener la legitimación del patriarca para
hacer la mediación
2.
Definir el rol del mediador y del patriarca
3.
Mantener la confidencialidad
4.
Defender nuestra neutralidad e imparcialidad
5.
Entender el sistema familia/empresa
1.-
Legitimación
Es
primordial y empieza por el respeto a
nuestra labor por parte de toda la familia y
fundamentalmente por parte del patriarca.
Éste tiene que asumir que nosotros dirigimos
el proceso de mediación y entender muy bien
en qué consiste dicho proceso. Nosotros no
les vamos a solucionar el problema. De ellos
es la responsabilidad.
Para
legitimarnos nos tienen que aceptar y el
listón está muy alto. Los patriarcas son
inteligentes, intuitivos, perspicaces,
tienen don de gentes, manejan bien cualquier
situación, se saben poderosos y saben que es
difícil estar a su altura aunque se muestran
humildes. Dicho así parece un reto
complicado. No nos servirá ser blandos ni
tratar de agradar a un patriarca familiar.
Sólo nos legitimarán si nos ven a su altura,
si perciben que les comprendemos y les
respetamos. Nadie mejor que ellos conoce su
empresa y ya es un gran paso que nos dejen
“husmear” y meternos en sus dominios.
Al
principio el mediador es visto como un
extraño por lo que se activan todos los
mecanismos de protección y defensa. Esto
sucede en una primera etapa de contacto y a
medida que aumenta la confianza se van
abriendo las puertas hasta pasar a ser un
miembro más de la empresa/familia.
2.-
Rol del mediador y del patriarca
El
mediador tiene que explicar en qué consiste
la mediación, los principios que la rigen y
el rol de mediador, diferenciándolo
claramente del abogado o consultor.
Igualmente importante es explicar cuál será
el rol del patriarca en la mediación. En ese
sentido es importante que entienda que no
estamos bajo su dirección ni va a haber como
en el caso por ejemplo de un consultor, un
informe final o un reporte de las sesiones
que se van realizando con las partes. En una
ocasión el patriarca me pidió un informe
final y me dijo que ya vería él cómo lo
utilizaba. Al explicarle por qué esto no era
posible no tuvo más remedio que aceptar si
bien dejó claro que no lo entendía.
La
cultura de la empresa está conformada por la
personalidad del patriarca que ha creado no
sólo una empresa sino todo el valor
inmaterial de la misma y que ha constituido
una parte importante de su éxito: el
esfuerzo, el sacrificio, la entrega, la
fidelidad, la unión, el respeto, la lealtad,
el honor, la fiabilidad, la honestidad, la
imagen, la tradición, son los valores que
rigen todos sus actos.
Desde
esta visión, muchos patriarcas conocen los
problemas que existen pero son prudentes a
la hora de correr riesgos o de aceptar esos
“daños colaterales ”.Todo esto podría poner
en peligro esos valores que han conformado
su forma de entender la empresa.
3.-
La confidencialidad
Es
importante dejar claro que ésta afecta a
todos los miembros de la familia. He oído
frases como “si lo veis necesario, me
llamáis y entro yo a la sala”. La
confidencialidad en la E.F. peligra porque
los mismos mediados que pueden ser hijos,
nietos, cónyuges o personal al servicio del
patriarca, tienen muy asumido que no hay
principio legal que esté por encima de él.
Es por eso que si éste les pide
explicaciones sobre lo que ha pasado en una
sesión de mediación, con certeza se las van
a dar. Los intentos de mediación paralela
bien intencionados por parte del patriarca
tienen que ser atajados de manera inmediata
y contundente por nuestra parte.
4.-
Mantener nuestra imparcialidad
En la
E.F hay conflictos que vienen de muy lejos,
de “cuando éramos pequeños pasó ésto…”,
“cuando tú te casaste a ti de dieron esto
otro…”. Los problemas que subyacen en la E.F.
son relacionales aunque se disfracen de
otros motivos.
Suele
haber competitividad entre los hermanos,
entre los cónyuges de éstos, más por la
valoración que el patriarca pueda hacer de
ellos que por las funciones que tienen
asignadas en la empresa, que ya están
fijadas desde el principio y suelen ser
incuestionables.
También
se pueden dar coaliciones en las que
predominan la madre y algún hijo o el padre
y algún hijo, teniendo menor incidencia las
que se dan entre los hermanos.
En este
contexto se pueden dar situaciones injustas,
actitudes en ocasiones violentas,
deshonestas y es aquí donde el mediador ha
de mantenerse imparcial y tiene que tratar
de no perder la neutralidad. ¿Cómo? con
nuestra principal herramienta: la empatía.
5.-
Conocimiento del sistema
familiar/empresarial
La
mediación en una E.F. no es igual a una
mediación familiar ni a una mediación
empresarial. Si bien aparentemente el
conflicto con el que nos encontramos pudiera
ser empresarial (entrada de nuevos miembros,
definición de tareas, reparto o no de
beneficios, impagos, denuncias, etc.) en la
empresa familiar esto no va a ser más que la
punta del iceberg y por lo tanto debemos de
abordarlo desde una perspectiva sistémica.
Debajo
y muy oculto podemos encontrar cuestiones
relacionales/familiares que será cuestión de
tiempo y de habilidad para que salgan a
flote. Sólo resolviéndolas se podrá avanzar
en los temas mercantiles. Es importante
conocer la etapa en la que se encuentra la
E.F. lo que conocemos como generación. El
encontrarse en la primera, la segunda o la
tercera generación (las menos) nos dirá en
qué proporción lo relacional se impone a lo
empresarial.
Cuando
vamos a mediar a una E.F. debemos saber que
cualquier cambio que modifique su sistema
será puesto en duda y muchas veces
rechazado. Es por ello que tenemos que
conocer los mecanismos que rigen dicho
sistema y no esperar resultados inmediatos.
Este
artículo está basado en mi experiencia
personal en mediaciones de E.F. sin que ello
quiera decir que hay otros perfiles de E.F.
que no están aquí reflejados.