No
se
ha
prestado
atención
y
menos
se
ha
hecho
una
análisis,
con
profundidad,
rigurosa
a la
proliferación
de
idas,
o
escapadas
de
la
actual
vida
publica
española.
El
desfile
que
comenzó
con
Rubalcaba,
seguido
por
el
entonces
Rey
de
España,
ha
sido
continuado
por
numerosos
políticos
que,
poco
a
poco,
pero
continuadamente,
se
han
ido
marchando
de
la
actual
vida
política
y
publica
española,
por
diferentes
y
muy
variadas
razones.
A
eso
hay
que
unir
los
ceses
por
cuestiones
de
orden
moral
o
moralizante
como
son
el
largo
listado,
todavía
no
concluso,
ni
mucho
menos
de
ceses
o
dimisiones
por
razones
derivadas
de
la
corrupción
política.
Los
nombres
de
Matas,
Mato,
Blesa,
Rato,
Arturo
Fernandez
y un
largo
etc.
se
han
venido
produciendo,
sobre
todo
en
los
últimos
meses.
Nada
de
lo
anterior
tiene
que
ver
con
la
dimisión
o
renuncia
de
Eduardo
Torres
Dulce
a la
muy
delicada
función
del
Fiscal
General
del
Estado.
El
tiempo
que
ha
llevado
en
el
cargo
ha
sido
de
tres
escasos
años
sin
duda
insuficiente
para
rematar
cualquier
programa
serio
de
reforma
de
la
Fiscalía.
Ha
renunciado,
incluso
antes
de
que
se
notificara
la
admisión
a
tramite
de
la
peliaguda
querella
contra
Artur
Mas
y
demás
congéneres,
con
motivo
sus
devaneos
esa
separatistas.
Me
resulta
todo
ello
inexplicable,
así
como
la
su
sucesión
por
una
Fiscal,
parece
que
de
buena
relación
amistosa
con
la
vicepresidente
del
Gobierno.
Con
anterioridad
al
año
2008
en
que
yo
frecuentaba
la
Sala
segunda
del
Tribunal
Supremo,
no
recuerdo
haber
coincidido
nunca
con
ella.
Me
dicen
que
es
“muy
técnica”
(¿)
pero
que
no
está
dotada
por
el
don
de
la
facundia,
lo
que
no
es
algo
leve
para
una
Fiscal.
No
cabe
la
menor
duda
que
se
podría
haber
encontrado
otra
persona
mas
adecuada,
pero
una
ves
más
ha
podido
su
buen
entendimiento
con
la
citada
miembro
del
poder
ejecutivo,
muy
a la
española.
Le
deseo
mucha
suerte,
como
también
a la
querella
presentada
por
Torres
Dulce
que,
admitida
a
trámite,
por
el
TSJ
de
Cataluña
les
deseo
para
que
éste
haga
resplandecer
la
justicia,
con
una
correcta
instrucción,
como
así
espero.
Aprovecho
para
subrayar
que
el
nombramiento
del
Fiscal
General
del
Estado
es
algo
muy
delicado
y
que
tiene
una
grandísima
importancia.
Torres
Dulce
actuó
muy
centradamente
y en
el
asunto
de
Cataluña
con
toda
corrección,
seriedad
y
respeto
por
la
Ley,
como
lo
he
dicho
desde
las
paginas
de
esta
Revista
en
diferentes
ocasiones.
Así
lo
deseo
también
para
la
nueva
Fiscal,
con
toda
mi
consideración..
Me
permito
hacer
una
rectificación
o
mejor
aclaración:
el
miembro
de
la
Comisión
para
la
redacción
de
un
proyecto
de
nuestra
Constitución,
el
profesor
Solé
Tura
no
es
que
haya
abandonado
la
política
como
decía
hace
una
semana
en
esta
misma
Revista,
es
que
me
comunican
que
ha
fallecido
hace
unos
pocos
años.
Lo
siento
muy
de
veras
pues
tuve
con
él
una
relación
muy
cordial.
Fue
Diputado
en
varias
legislaturas
por
Barcelona,
representando
al
Partido
Comunista
de
España
y
desempeño
la
cátedra
de
Derecho
Constitucional
de
la
Universidad
del
mismo
nombre.
Siempre
me
hablaron
en
términos
elogiosos
nuestros
diferentes
colegas
universitarios.
Vuelvo
a la
reflexión
de
principio.
Cuando
se
retiran
de
la
vida
publica
o
mejor
de
la
política,
personas
tan
valiosas
y
también
tan
escasas
en
momentos
difíciles
como
los
que
vive
España
actualmente
me
produce
una
serie
y
profunda
pena
por
mi
país
que,
últimamente,
parece
que
han
caído
sobre
el
una
serie
de
desventuras
y
que,
como
ya
he
dicho,
en
varias
ocasiones
el
Derecho
Penal
no
va
ha
resolver
ni
remediar.
El
daño,
según
he
expuesto
hace
meses
que
le
ha
producido
a la
Corona
de
España
el
matrimonio
Urdangarin
todavía
no
ha
terminado
y no
vislumbro
un
final
medianejo
ni
por
asomo.
Espero
equivocarme.
Pero,
quizá
convendría
que
me
ocupara,
con
más
amplitud,
en
próximas
colaboraciones.
Los
errores
procesales
se
pagan
a
muy
alto
precio.
No
lo
deseo
y lo
lamento,
de
verdad.
Manuel
Cobo
del
Rosal
Abogado
y
Catedrático
de
Derecho
Penal.
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