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La marcha del Fiscal General del Estado

MADRID, 23 de DICIEMBRE de 2014
 

No se ha prestado atención y menos se ha hecho una análisis, con profundidad, rigurosa a la proliferación de idas, o escapadas de la actual vida publica española. El desfile que comenzó con Rubalcaba, seguido por el entonces Rey de España, ha sido continuado por numerosos políticos que, poco a poco, pero continuadamente, se han ido marchando de la actual vida política y publica española, por diferentes y muy variadas razones. A eso hay que unir los ceses por cuestiones de orden moral o moralizante como son el largo listado, todavía no concluso, ni mucho menos de ceses o dimisiones por razones derivadas de la corrupción política. Los nombres de Matas, Mato, Blesa, Rato, Arturo Fernandez y un largo etc. se han venido produciendo, sobre todo en los últimos meses.

   Nada de lo anterior tiene que ver con la dimisión o renuncia de Eduardo Torres Dulce a la muy delicada función del Fiscal General del Estado. El tiempo que ha llevado en el cargo ha sido de tres escasos años sin duda insuficiente para rematar cualquier programa serio de reforma de la Fiscalía. Ha renunciado, incluso antes de que se notificara la admisión a tramite de la peliaguda querella contra Artur Mas y demás congéneres, con motivo sus devaneos esa separatistas.

Me resulta todo ello inexplicable, así como la su sucesión  por una Fiscal, parece que de buena relación amistosa con la vicepresidente del Gobierno. Con anterioridad al año 2008 en que yo frecuentaba la Sala segunda del Tribunal Supremo, no recuerdo haber coincidido nunca con ella. Me dicen que es “muy técnica” (¿) pero que no está dotada por el don de la facundia, lo que no es algo leve para una Fiscal. No cabe la menor duda que se podría haber encontrado otra persona mas adecuada, pero una ves más ha podido  su buen entendimiento con la citada miembro del poder ejecutivo, muy a la española. Le deseo mucha suerte, como también a la querella presentada por Torres Dulce que, admitida a trámite, por el TSJ de Cataluña les deseo para que éste haga resplandecer la justicia, con una correcta instrucción, como así espero.

Aprovecho para subrayar que el nombramiento del Fiscal General del Estado es algo muy delicado y que tiene una grandísima importancia. Torres Dulce actuó muy centradamente y en el asunto de Cataluña con toda corrección, seriedad y respeto por la Ley, como lo he dicho desde las paginas de esta Revista en diferentes ocasiones. Así lo deseo también para la nueva Fiscal, con toda mi consideración..

Me permito hacer una rectificación o mejor aclaración: el miembro de la Comisión para la redacción de un proyecto de nuestra Constitución, el profesor Solé Tura no es que haya abandonado la política como decía hace una semana en esta misma Revista, es que me comunican que ha fallecido hace unos pocos años. Lo siento muy de veras pues tuve con él  una relación muy cordial. Fue Diputado en varias legislaturas por Barcelona, representando al Partido Comunista de España y desempeño la cátedra de Derecho Constitucional de la Universidad del mismo nombre. Siempre me hablaron en términos elogiosos nuestros diferentes colegas universitarios.

Vuelvo a la reflexión de principio. Cuando se retiran de la vida publica o mejor de la política, personas tan valiosas y también tan escasas en momentos difíciles como los que vive España actualmente me produce una serie y profunda pena por mi país que, últimamente, parece que han caído sobre el una serie de desventuras y que, como ya he dicho, en varias ocasiones el Derecho Penal no va ha resolver ni remediar. El daño, según he expuesto hace meses que le ha producido a la Corona de España el matrimonio Urdangarin todavía no ha terminado y no vislumbro  un final medianejo ni por asomo. Espero equivocarme. Pero, quizá convendría que me ocupara, con más amplitud, en próximas colaboraciones. Los errores procesales se pagan a muy alto precio. No lo deseo y lo lamento, de verdad.

 

Manuel Cobo del Rosal

Abogado y Catedrático de Derecho Penal. 


 

 

 
 
 
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