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18 de MAYO de 2015

La revolución de cuello blanco: La era del Abogado 3.0

LAWYERPRESS

Por Sara Molina, CEO de Marketingnize,autora de “El Abogado 3.0”

 

Sara Molina, CEO de Marketingnize,autora de “El Abogado 3.0”“Hay una revolución en marcha, …que afecta a las empresas, una revolución de cuello blanco donde se necesita un nuevo tipo de directivos que gestionen a los profesionales del mañana de acuerdo con las nuevas exigencias…de la Era de la Innovación… donde las empresas tendrán que cambiar sus mecanismos antiguos de supervivencia…”  Virginio Gallardo Yebra
 

La revolución industrial provocó un cambio radical para los trabajadores denominados de “cuello azul”, expresión acuñada para hacer referencia a la vestimenta de trabajo de los obreros durante las horas de trabajo. El origen de aquella revolución se basó en el hecho de que la tecnología contribuyó a mecanizar los procesos productivos. Fue entonces cuando tuvo lugar la aparición de la máquina de vapor, entre otros cambios, lo que incidió en la forma de trabajar y directamente en los trabajadores. En 1970, por ejemplo, el mismo barco maderero que llegaba a Londres y que requería de 108 personas trabajando durante cinco días para ser completamente descargado ( 540 hombres/día), veinte años después se descargaba en un día, con apenas 8 personas que utilizaban controladores informatizados; reduciéndose un 98,5% la plantilla.

En 1930 Upton Sinclair, escritor norteamericano, utilizó la terminología de "cuello blanco" para designar a aquellos trabajadores cuya actividad no se basaba en el trabajo manual y que requerían una preparación intelectual.

Por tanto los términos "cuello azul" y "cuello blanco" son clasificaciones ocupacionales que distinguen a los trabajadores que hacen trabajos profesionales de los que hacen trabajos manuales. Y es dentro de este segundo grupo donde podemos encuadrar el trabajo de un abogado.

Hoy en día podemos entender que la irrupción de los cambios tecnológicos  está suponiendo la revolución de los trabajadores de “cuello blanco”, y el sector de la abogacía no es ajeno a ello. Si una máquina fue capaz de sustituir a un trabajador con un salario de 35.000 dólares al año, ahora hablamos de como los microprocesadores de 239 dólares sustituirán el trabajo de directivos de 150.000 dólares al año.  

Es en este contexto en el que cobra sentido el denominado “Abogado 3.0”.

La inteligencia artificial, aplicada en el ámbito profesional, es ya una realidad. La aplicación de la  tecnología más innovadora en los despachos como Winston & Strawn, que utiliza la revisión legal por medio de la codificación predictiva o la adaptación del proyecto Watson, son un ejemplo de ello.

Richard Susskind habla en su libro, “The End of the lawyers”, de cómo en poco tiempo desaparecerá o se reconfigurarán el ejercicio de la abogacía tal y como lo entendemos hoy. Susskind relata cómo la tecnología e Internet, la colaboración, la globalización y otras fuerzas están cambiando las normas fundamentales por las que los servicios jurídicos se compran y venden.

Desde mi punto de vista, la tecnología y los nuevos modelos de negocio, como  AXIOM o RADIANT LAW, en el sector legal, no deben suponer una amenaza al modelo tradicional, siempre que tengamos presente su evolución de la mano de la innovación. Es necesario entender “El Abogado 3.0” como un cambio de actitud y la necesidad de dar un valor añadido a nuestros servicios en base a la calidad.

Este cambio tendrá lugar cuando tengamos claro que el centro de nuestro despacho debe ser el cliente y sus preocupaciones. Será entonces cuando entenderemos que Google y otros modelos de negocio no serán nuestros competidores y que la tecnología debe ayudarnos a conseguirlo.

La clave para adaptarnos a este nuevo mundo será la innovación, entendida de forma global y no sólo tecnológica, adaptando estratégicamente nuestros servicios a las necesidades del mercado, con independencia del tamaño de nuestro despacho.

Para que la innovación sea efectiva debe repercutir en el cliente de una forma u otra. Así podremos hacerlo en base a la gestión interna del despacho, a la reorganización estructural o a la captación o fidelización de nuevos clientes.

La innovación como proceso debe ser gestionada en los despachos, formando parte de nuestra estrategia como respuesta al mercado y a lo que demandan nuestros clientes. Establecer procesos nos hace orientar los servicios al cliente, lograr los resultados planificados, incrementar la eficacia y la eficiencia de los procesos y actividades, fomentando la mejora continua.

El fin de la innovación en el sector jurídico va íntimamente ligado al Marketing, al análisis de la competencia, a la estrategia, a la búsqueda de la excelencia, a definir nuestros valores, al cambio...  Por ello me atrevo a decir que todos los despachos, de una forma u otra, innovan, y aquellos que no lo hagan estarán abocados al fracaso.

Citando a Einstein: "Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo". Por tanto la clave debe basarse en la renovación de nuestro despacho en base al modelo tradicional.

La revolución de los cuellos blancos da paso al “Abogado 3.0” y debe servirnos para adaptarnos, haciendo de la tecnología nuestro mejor aliado y no nuestro sustituto.

 

 

 

 
 
 

 

 
 
 
 
 
 
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