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¿Cuál debe ser la formación práctica de un mediador?
MADRID, 09 de SEPTIEMBRE de 2013

Por Franco Conforti, director de Acuerdo Justo (www.acuerdojusto.com)

Franco Conforti, director de Acuerdo JustoVoy a confesar que éste artículo no es idea mía, un amigo de esos que siempre esta para empujar el carro y ayudarte es el responsable de sacarme de mi trabajo sobre la Tesis para escribir sobre éste fascinante tema, LuisJa Sanchez de Lawyerpress, Gracias ¡¡¡

Hablemos del qué y del cómo.

El Qué. Hay cientos de libros que enseñan la teoría de la mediación. Todos recogen (más o menos) los mismos principios, los reproducen y explican acabadamente para dar una información-formación inicial necesaria para, por ejemplo, saber que un operador jurídico debe preguntar de distintas formas según el ámbito en que este trabajando, o que un psicólogo profundizaría en las emociones para tratar de llegar a determinar si detrás hay o no una patología, etc., etc., etc.
Tengo para mí que es evidente e indiscutible que al igual que en cualquier otra disciplina ‘la teoría’ es indispensable.
También tengo para mí que no se ‘transmite’ de la misma forma a un docente, que a un abogado, o a un psicólogo, notario, médico, etc., pues en mi experiencia práctica he podido comprobar que se ‘asimila’ de distinta forma, a distinto tiempo, y con distinto orden de importancia respecto de cada uno de los temas.

El Cómo. No hay libros que enseñen la práctica de la mediación, a ser honesto, hay muy pocos libros que expliquen ‘cómo se hace’.
Las razones pueden ser múltiples. Así de pronto se me ocurre que la principal razón que colabora a ello (a la ausencia de estos textos) la constituye el hecho de que no existe un ‘modelo único’ una única forma de practicar mediación ya que cada ‘modelo’ atribuye a la mediación una finalidad distinta.
Sin embargo no menos cierto es que quienes llevamos algunos años en esto nos vamos reconociendo cada mes más eclécticos e integradores en cuanto a ‘cómo’ llevar adelante un proceso de mediación.

Así como la formación teórica es indiscutible, la formación práctica de un mediador deviene incuestionable.
Es aquí, en la formación práctica, cuando se advierten `errores´ comunes como el hecho de presentarse a las partes diciendo: “Buenos días, soy José, abogado y mediador que va a llevar esta mediación...” a lo que más de una parte suele decir algo como “ah! vale entonces usted como abogado ya podrá explicarle que yo tengo razón” otro ‘típico’ ejemplo es ”Buenos días soy María psicóloga y mediadora …” lo que enciende todas las alarmas de la parte que suele decir “pero yo no quiero una psicóloga, no estoy loco, quiero que me solucione un problema y nada más” ambas situaciones revelan varias cosas 1) la pre-mediación no existió o fue ineficaz, 2) la audiencia informativa no fue suficientemente informativa (valga la redundancia) y 3) obliga al mediador ha explicar que el ‘rol’ que va a cumplir es otro distinto y que se diferencia por esto y aquello.

La formación practica del mediador ha de servirle, ha de serle útil para saber cómo lidiar cuando una parte es ‘verborragica’ (que padece verborrea), los insultos y ‘malas palabras’ no cesan y la parte no se comporta adecuadamente, cómo atender a un usuario exigente, cómo empoderar a un cliente/usuario/parte, cómo cerrar una mediación sin acuerdo para evitar la posible sensación de ‘fracaso’, cómo suspender una mediación, etc. etc. etc., en los ya más de 12 años de formador he visto muchos ‘role playing’ en los que no se gritan, no se insultan, no se interrumpen, no buscan alianzas con el mediador, no lloran, etc. etc. etc., esos ‘role playing’ de entrenamiento práctico se alejan tanto de la realidad que el mediador no estará preparado.

La formación práctica del mediador habrá sido buena y provechosa cuando el mediador logre responder a preguntas simples como: ¿podría haber dispuesto los muebles de otra forma?, ¿podría haber trabajado sin muebles?, ¿por qué en este caso ha abierto el proceso de esta forma y en el otro no?, ¿ha sido útil asentir con la cabeza frente a la parte?, ¿mis preguntas han mantenido la equidistancia?, ¿que frase ha sido determinante para continuar?, ¿podría haberla dicho de otra forma?, ¿qué sentido ha tenido tal pregunta?, ¿el reencuadre estuvo bien o se podría mejorar?, ¿el ‘caucus’ que hice se justifico?, ¿a pesar del no acuerdo, he cumplido con ‘ayudar’ a las partes y en qué?, ¿que he dicho de más?, ¿qué he dicho de menos?, ¿he sido muy rígido o exigente para con las partes?, ¿he respondido bien a las expectativas de las partes?, ¿he respondido a mis expectativa?

La formación práctica del mediador ha de prepararlo sólo para una cosa: lo ‘inesperado’.
Porque sólo cuando se está preparado para lo inesperado es cuando el mediador asume el compromiso de ‘ser’ y no de ‘hacer’.

 


 
 

 

 


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