Estos
días el tema de las viviendas de uso
turístico ha dado mucho que hablar, en
especial en Barcelona, uno de los destinos
turísticos por excelencia: hemos visto
marchas de vecinos indignados a causa de
largas noches de insomnio provocadas por la
actitud incívica de algunos turistas – el
denominado por algunos turismo de
borrachera- y su exigencia de que el
Ayuntamiento imponga más control en este
tema.
Quizá
haya llegado el momento de plantearnos si
la regulación de estas viviendas es la
adecuada y/o suficiente y si este tipo
de alquiler está fomentando una clase de
turismo distinto al que sería deseable, sin
olvidar la inseguridad jurídica que genera
en las partes intervinientes.
Cataluña – nos centramos en su regulación ya
que es la zona que está en el punto de mira
en estos momentos- regula el alquiler y
requisitos de este tipo de viviendas desde
el año 2012. El Decreto 159/2012
exige a aquel propietario que pretenda
alquilar su vivienda por estancias cortas,
la comunicación previa de la actividad al
Ayuntamiento de la localidad
correspondiente, donde se hará constar que
la vivienda reúne las condiciones de
habitabilidad e higiene necesarias, además
de estar equipada con los enseres
imprescindibles para su ocupación inmediata.
Esta
condición – la habitabilidad- debería ser
un elemento crucial cuando hablamos de
control de las viviendas turísticas.
Más allá de la gravedad del fraude fiscal y
el incumplimiento del Decreto que conllevan
las viviendas turísticas encubiertas,
debemos plantearnos la calidad de los
alojamientos turísticos que estamos
ofreciendo a nuestros visitantes. No
creo, en modo alguno, que toda vivienda de
uso turístico “encubierta” carezca de las
condiciones de habitabilidad mínimas pero sí
que pueden existir casos en que así ocurra.
Esta falta de control por parte de las
autoridades de parte de la oferta turística
española puede hacer mucho daño al sector -
no olvidemos la indiscutible importancia del
turismo para nuestra economía: en el año
2013 el turismo aportó el 15,2% del PIB
español- ya que no dudo que existan casos
de turistas que hayan contratado por
internet el alquiler de una de estas
viviendas basándose en las fotos publicadas
en la web de turno para encontrarse, una vez
pagado el alojamiento, que la realidad es
muy distinta.
También
surge la cuestión del tipo de turismo que
buscamos. Ofertas a bajo precio atraerán a
un público – en general- más joven y deseoso
de “pasárselo bien” que en muchas ocasiones
acarrearán las consecuencias que hemos visto
en la Barceloneta estos días.
Por
último, existe el innegable perjuicio que ha
causado a muchos vecinos en estos días este
“turismo de borrachera”. Si bien es cierto
que no se centra únicamente en las viviendas
de uso turístico, sí lo es que el
perjuicio es más directo cuando la vivienda
de uso turístico se encuentra en un inmueble
de viviendas habituales. Los vecinos
tienen un primer recurso para evitar estas
situaciones, vetando en los estatutos de la
comunidad la posibilidad de que alguna de
las viviendas integrantes se destine a uso
turístico. Además, siempre contarán con el
recurso de quejarse, en caso de
comportamientos no deseables por parte de
los inquilinos de “temporada”, a la agencia
o el propietario que alquila la vivienda y,
en último caso, la policía. Me gustaría
destacar que algunos propietarios de
viviendas turísticas también pueden
convertirse en víctimas de este fenómeno,
ya que corren un alto riesgo en caso de
haber alquilado su vivienda a inquilinos
incívicos. En muchos casos, propietarios de
buena fe que no esperan que sus inquilinos
no respetan las normas mínimas de
convivencia pueden ser objeto de fuertes
sanciones como consecuencia de tales
comportamientos: desde posibles inspecciones
ante las quejas reiteradas de los vecinos,
multas elevadas o, incluso, la posible
cesación de la actividad.
La
cuestión es si estas medidas son
suficientes… A la vista de los últimos
incidentes parece ser que no.
Puede
que la solución pase por un mayor control de
la calidad de este tipo de viviendas
turísticas y, quizás, tal y como apuntan
desde Cataluña, el que se concentren en
inmuebles y no de modo aislado, sobre todo
en determinadas zonas más conflictivas.
El
tiempo dirá…