Durante
los
días
16 y
17
de
este
mes
de
octubre
se
han
desarrollado
en
el
Salón
de
Actos
del
Ministerio
de
Sanidad,
Servicios
Sociales
e
Igualdad
las
Jornadas
Internacionales
de
la
Fundación
Atyme
bajo
el
título
“MEDIACIÓN
UNA
HERRAMIENTA
ÚTIL
EN
CONTEXTOS
FAMILIARES”
a
las
que
asistimos
muchos
mediadores
ávidos
de
compartir
experiencias
de
la
puesta
en
práctica
de
la
Mediación
en
diferentes
países
y
situaciones.
J. Luis
Utrera
Gutiérrez,
juez
de
familia
de
Málaga,
fue
el
encargado
de
presentar
a doña
Trinidad
Bernal
Samper
destacando
la
increíble
labor
que,
bajo
su
dirección,
viene
desarrollando
la
fundación
desde
hace
25
años
y
mostró
su
preocupación
por
la
posible
desnaturalización
que
puede
suponer
el
haber
convertido
este
método
de
resolución
de
conflictos
en
una
institución
jurídica
desde
la
aprobación
de
la
ley
5/
2012.
Por su
parte,
Trinidad
Bernal
quiso
compartir
con
todos
los
profesionales
que
habíamos
acudido
al
encuentro
su
modelo
de
trabajo:
el
MODELO
DE
COMPETENCIA.
Un
modelo
diferente
a
los
estándar
que
conocemos,
por
ser
un
modelo
adaptado
a la
sociedad
española
y
basado
en
la
experiencia
propia
.
Así mismo,
Trinidad
Bernal,
comentó
que
el
nuevo
reto
que
se
plantea
la
fundación
Atyme
es
la
Mediación
en
conflictos
familiares
con
adultos
mayores.
Desde
Atyme
se
defiende
la
dignidad
de
los
mayores
y se
ofrece
una
nueva
vía
de
solución
para
gestionar
los
conflictos
familiares
fomentando
la
seguridad
y
elevando
la
autoestima
de
las
personas
mayores.
Resultó de gran interés la intervención
del
magistrado
don
Pascual
Ortuño
Muñoz
(vicepresidente
de
GEMME
y
miembro
del
Patronato
de
la
Fundación
ATYME)
que
reflexionó
en
torno
a
las
posibilidades
de
la
Mediación
en
situaciones
familiares
donde
hay
un
incapacidad
del
cónyuge,
de
un
hijo
o
incapacidad
sobrevenida
de
personas
mayores.
Comentó
cómo,
a
pesar
de
que
a
partir
de
los
años
80
empezó
a
generarse
una
conciencia
de
que
las
personas
discapacitadas
requerían
de
una
protección
no
paternalista,
la
discapacidad
ha
entrado
en
los
juzgados
de
la
mano
de
lo
económico,
puesto
que
si
no
hay
patrimonio,
rara
vez
estos
temas
llegan
a
los
tribunales.
El
problema
es
que,
actualmente,
nos
encontramos
con
la
inadecuación
de
un
modelo
normativo
rígido
que
deja
vacíos
de
contenidos
los
derechos
fundamentales
del
incapaz.
Habría
que
dar
un
giro
al
marco
legal
que
protegiera
el
derecho
del
discapacitado
a la
autodeterminación
en
la
medida
de
sus
posibilidades.
Novedosa también fue la
ponencia
de
doña
Esperanza
Torrijos
Pérez,
que
como
mediadora
de
la
Asociación
MiKK,
compartió
su
experiencia
en
Alemania
en
torno
a la
mediación
en
casos
de
sustracción
de
menoress.
Nos
habló
de
cómo
la
globalización
ha
traído
consigo
la
facilidad
de
matrimonios
multiculturales
que,
cuando
se
rompen,
crean
situaciones
como
la
de
que
la
madre,
generalmente,
regrese
a su
país
con
los
hijos
en
común
ignorando
que
sus
acciones
son
tipificadas
como
“sustracción
de
menores”.
Se
trata
de
mediar
con
ambos
progenitores
en
co-mediación
con
mediadores
del
país
de
cada
uno
de
ellos
para
llegar
a
una
solución
y
acuerdo
antes
de
ir a
la
consabida
vía
judicial
cuyo
resultado
está
sujeto
a la
convención
de
la
Haya.
mediación
en
empresas
familiaress,
donde
nos
encontramos
con
una
serie
de
dificultades
específicas
con
mezcla
de
historias
personales
y
profesionales,
conflictos
de
expectativas,
renovación
de
liderazgo,
aversión
al
riesgo
o
atribuciones
de
responsabilidad
inadecuadas,
que
son
un
campo
abonado
para
las
desavenencias.
En
estas
situaciones
la
mediación
posibilita
acuerdos
que
no
terminen
con
una
ruptura
familiar
tan
drástica
como
la
que
se
da
en
el
caso
de
llegar
a
los
tribunales.
Y
por
último,
para
cerrar
las
Jornadas,
los mediadores
pudimos
asistir
a un
encuentro
fascinante
entre
mediadores
y
mediados.
Fue
un
placer
escuchar
directamente
las
diferentes
experiencias
contadas
por
sus
protagonistas,
dos
parejas
y un
señor
divorciado,
que
aportaron
una
visión
directa
de
lo
que
supuso
solucionar
sus
conflictos
a
través
de
un
proceso
de
mediación
y no
acudiendo
a un
tribunal
de
justicia.
Uno de
los
asistentes,
de
origen
marroquí,
comentó
que,
acostumbrado
como
estaba
por
su
cultura
a
tener
siempre
la
razón,
su
paso
por
la
Mediación
ha
supuesto
un
gran
cambio
en
la
forma
con
la
que
ahora
afronta
los
conflictos
pues
ahora
es
capaz
de
darse
cuenta
de
que
algunas
veces
no
tiene
la
razón
y
añadió,
“me
va
muy
bien
desde
que
pasé
por
Mediación”.
A la pregunta
de
qué
sintieron
los
que
al
principio
estaban
reticentes
a
acudir
a
mediación,
fue
curioso
que,
en
ambas
parejas,
los
que
contestaron
fueran
los
hombres
que
dijeron
que,
si
bien
al
principio
tuvieron
reticencias
luego
éstas
desaparecían
paulatinamente
cuando,
a lo
largo
de
las
sesiones,
constataban
que
los
mediadores
no
tenían
ninguna
preferencia,
y en
ningún
momento
sintieron
que
existiera
un
desequilibrio
en
el
trato
o
favoritismo
en
beneficio
de
uno
u
otro.
“Uno se
pregunta
porqué
no
me
dan
la
razón
a mí
(dijo
una
de
las
asistentes)
pero,
poco
a
poco,
te
vas
dando
cuenta
de
que
la
situación
es
como
la
de
cuando
un
padre
te
regaña
y no
entiendes
porqué
y te
enfadas,
pero
con
el
paso
del
tiempo
entiendes.
Para
mí
los
mediadores
de
Atyme
son
los
padres
de
nuestro
divorcio.”
Por su
parte,
un
participante
italiano
dijo
que
gracias
a la
Mediación
“aprendió
que
no
hay
que
ceder
siempre
para
evitar
los
conflictos”
y
añadió
que
“hay
que
ser
menos
empático
porque
debemos
aprender
a
decir
NO,
al
igual
que
a
decir
SI,
sin
dejar
por
ello
de
ser
uno
mismo,
porque
ceder
siempre
no
te
permite
llegar
a
una
solución
equilibrada
y
tratándose
de
acuerdos
que
deben
durar
mucho
tiempo
no
se
puede
tomar
a la
ligera.” |