Ignoro si el actual Ministro conoce nuestros
problemas, estoy seguro que la ciudadanía no los
conoce, por ello, a través de las redes
sociales, difundo esta carta en las redes
sociales como el medio más eficaz y libre de dar
a conocer nuestra situación.
Al ser nombrado como juez sustituto nadie te
informa sobre tus derechos y obligaciones, no se
firma un mal contrato, no existe un estatuto y,
por ejemplo, los módulos de productividad son
para nosotros un arcano indescifrable puesto que
ni siquiera se nos permite el acceso al área
privada de la página del poder judicial.
No hablemos de la formación, por raro que
parezca, los jueces titulares reciben cursos y
más cursos sobre las cosas más curiosas y
llamativas como la Dirección de grupos humanos,
mientras a nosotros, que tenemos la misma
responsabilidad, no se nos ofrece un mal curso
sobre temas tan importantes como las sucesivas
reformas del Código Penal.
Hasta el año dos mil doce, los jueces sustitutos
trabajábamos en dos situaciones diferenciadas:
1.
Las sustituciones de corta duración:
consistentes en suplir la baja de algún juez
titular sobrevenida por alguna razón meramente
coyuntural de duración muy breve.
Este tipo de sustituciones implicaban que el
juez sustituto era dado de alta y remunerado
exclusivamente por aquellos días en que el
titular sustituido tenía señalamientos.
Personalmente, y por poner un ejemplo, sustituí
a una juez titular durante un mes completo por
el precio de ocho días, que eran los que tenía
señaladas vistas.
Evidentemente las sentencias no se ponen solas,
con lo que los días que, de ordinario, se
dedican a dictar sentencias, los que no hay
juicios, trabajábamos gratis y sin dar de alta
en la seguridad social.
Por insólita que parezca esta situación, lo
habíamos aceptado y tolerado así y de forma
general consentíamos con ello porque, al fin y
al cabo, estas maneras que la Administración
adoptaba con nosotros formaban parte de nuestro
“acervo de derechos y obligaciones” casi como un
estipendio que teníamos que pagar por no haber
aprobado la oposición.
Me pregunto qué hubiera dicho la inspección de
trabajo de haber aparecido por el juzgado un día
de esos que no nos pagaban ni cotizaban y
habernos sorprendido trabajando sin dar de alta.
Es de suponer que estas sustituciones “no eran
un negocio para nosotros” y sí lo eran para la
Administración que por el precio de ocho días
tenía allí a un señor que le trabajaba treinta.
2. Las sustituciones de larga duración: se
producían en los casos en que quedaba vacante la
plaza de algún titular y se nos llamaba y
trabajábamos en las mismas condiciones que
ellos, aunque pagándonos normalmente con uno o
dos meses de retraso.
En su descargo la Gerencia correspondiente solía
decir que la certificación del secretario le
llegaba después de cerrar la nómina
correspondiente. No es broma, esto pasaba de
verdad en plena era de las tecnologías.
Al terminar estas sustituciones íbamos al paro a
cobrar nuestra prestación, después de convencer
al funcionario de turno que no formábamos parte
de ningún show de cámara oculta y que,
realmente, éramos “jueces en paro” y que no
cobrábamos absolutamente nada ni estábamos dados
de alta entre sustitución y sustitución.
La Administración había prolongado esta
situación convirtiendo en duradero aquello que
nació como provisional y generando en nuestro
colectivo la confianza legítima de que podíamos
hacer de esto una profesión. Pero, insisto, fue
la Administración la que creó una situación que
nosotros aceptamos sin protestar.
En estas circunstancias el anterior Ministro de
Justicia no desaprovechó la ocasión de trabajar
contra su partido poniendo a todo el colectivo
en su contra al iniciar una cruzada contra
nosotros en la que con un empeño, digno de mejor
causa, se propuso acabar con nosotros.
El primer “gancho al hígado” de nuestro
colectivo (la reforma de la LOPJ), lo propinó el
día de los Inocentes de 2012, y hay reconocerle
que nos mandó a la lona.
Durante todo el año dos mil trece nos tuvo sin
trabajar y, por supuesto, sin cobrar nada a
medida que se iban agotando las prestaciones por
desempleo con lo que no era raro encontrar
jueces cobrando el subsidio por desempleo (me
pregunto qué opinarían en el resto del Mundo de
la famosa Marca España si supieran esto).
Este venablo que había clavado en nuestra
espalda comenzó a sobresalir y a sangrar en el
pecho y en la boca del servicio público que se
prestaba a los ciudadanos.
Los jueces titulares no podían asumir la
sustitución de sus compañeros, y esto generó
suspensiones de señalamientos, retrasos y el
empeoramiento que se puede suponer cuando se ha
prescindido de aquellos que dictaban el 30% de
las resoluciones que se ponían en el Poder
Judicial.
Ahí están las hemerotecas donde puede verse como
un Juzgado de Violencia de Género cerraba
mientras en el parlamento los partidos políticos
hacían una declaración de intenciones para
luchar contra esta lacra.
No nos habíamos recuperado todavía del todo
cuando recibimos el directo al mentón que supuso
el advenimiento de de jueces titulares “sin
plaza”, a los que se denominó “ayudantes de JAT”
y a los que hubo que colocar como si de un puzle
se tratara.
En definitiva el anterior Ministro había hecho
un pan con unas tortas, de facto nos eliminó
porque mandó a la calle sin indemnización a un
buen número de personas cuyo mayor delito era
haber servido a la ciudadanía con absoluta
dedicación y sin protestar (estamos muy
agradecidos por esto al anterior Ministro en
particular y al gobierno en general). Pero a
cambio había convertido en funcionarios a unos
nuevos jueces que no tenían plaza y que
cobraban, lógicamente, todos los días, no como
nosotros que, como jornaleros de la judicatura,
cobramos sólo cuando trabajábamos.
Esta nueva puñalada, al final, se había clavado
también en el bajo vientre de las arcas públicas
que engrosadas con las tasas que pagaban los
ciudadanos, decrecían merced a esta manera tan
eficiente de gestionar el dinero público.
La gestión del anterior Ministro ha sido para el
sector de la Administración de Justicia una
verdadera plaga bíblica, y es muy complicado
remediar todo el daño que hizo en tan poco
tiempo.
Son viejas nuestras reivindicaciones de tener un
estatuto propio, un alta y una remuneración
continuada (aunque fuera el SMI en los periodos
en que no trabajamos, a compensar con los
periodos de trabajo), o que cambiara el régimen
de compatibilidades profesionales admitiéndose
que pudiéramos trabajar en otra cosa, o
simplemente que no nombren más gente, que es una
vergüenza ver como se incrementa mientras
estamos en casa sin hacer nada, y si no nos
quieren que nos despidan como a trabajadores
normales, con un ERE y nuestra indemnización y
no simplemente se limiten a poner a prueba
nuestra resistencia económica obligándonos a
abandonar so pena de ver cómo nuestros hijos
empiezan a pasar estrecheces.
Lo que pedimos es una salida a nuestra
situación, nos hemos comportado lealmente con la
Administración y hemos trabajado duro durante
muchos años por los ciudadanos. Merecemos una
mínima consideración y un poquito de respeto.
Por favor dedíquennos un poco de su tiempo. |