Recientemente hemos tenido la oportunidad de tener en España a Joseph Folger
creador del modelo de mediación Transformativo. El evento, magníficamente
organizado por Ágora Mediación, no dejó a nadie indiferente ya que si bien
conocíamos las premisas teóricas que los sustentan, tuvimos la oportunidad de
profundizar en sus postulados y técnicas a través de la práctica.
Este modelo nace en EEUU en los años 90 como respuesta al excesivo control y al
dirigismo que se ejercía en los procesos alternativos de resolución de
conflictos en los que se anulaba el poder de decisión de las partes, siendo la
finalidad de los mismos la consecución de un acuerdo y era esto lo que
determinaba el triunfo o el fracaso de la intervención. Así mismo existía una
necesidad de preservar la singularidad y el valor de la mediación respecto de
esos otros métodos existentes.
Robert Bush Baruch y Joseph Folger son los referentes de este modelo centrado en
la transformación de las relaciones humanas a través de la comunicación sin
tener en cuenta el acuerdo al que puedan llegar las partes.
Folger nos describe el conflicto como una crisis en la interacción humana que
desestabiliza a las personas y les impide comunicarse de manera efectiva. El
objetivo de la mediación es el cambio o transformación de esa interacción
destructiva que se logra cuando las personas, ayudadas por el mediador,
consiguen hacerse cargo de la situación y empiezan a saber qué quieren, qué es
importante para ellos (revalorización) y poco a poco van a comenzar a comprender
a la otra parte (reconocimiento). De esta manera se van produciendo pequeños
pero importantes cambios a los largo del conflicto que se van retroalimentando y
que afectan directamente a la interacción entre las personas y evitan que éstas
entren en una espiral de difícil salida.
El modelo parte de dos premisas fundamentales que van a conformar la manera en
la que las partes y el mediador van a interactuar en el proceso de mediación y
que son la autodeterminación de las partes en la mediación y el poder
humanizante del diálogo.
Las partes tienen desde el inicio, un control absoluto tanto del proceso como
del contenido del mismo por lo que las técnicas empleadas por otras escuelas no
tienen aquí cabida en la medida en que limitan esa autodeterminación. Así mismo,
la facilitación de un diálogo humano va a crear una conexión entre las partes y
tendrá unos efectos diferentes a lo que ocurre en los juzgados o en el
arbitraje. Ambas premisas dotan a la mediación de esa singularidad y valor hasta
entonces inexistente.
En la mediación transformativa no se habla de las fases del proceso, de la
duración del mismo, de las reglas ni de nada que frene o dirija la interacción
entre las partes. El mediador no puede entrar a valorar si existe o no
equilibrio entre ellas ya que no tiene información suficiente para hacer este
juicio por lo que se excluye la utilización de técnicas enfocadas a logra la
empatía como ponerse los zapatos del otro, la reformulación o el parafraseo. Las
preguntas se utilizan pero con mucha cautela ya que pueden interferir en las
decisiones que se tomen.
El rol del mediador es el de facilitador de la comunicación a través de la
escucha activa y de la utilización puntual de técnicas como el reflejo, el
resumen y preguntas de verificación. De esta manera, ayuda a que las personas
elaboren sus propios resultados, basados en una comprensión más clara y segura
de sí mismas, de la otra parte, y de la naturaleza de los temas que las dividen.
Las aportaciones de este modelo tienen un gran valor para la mediación. Además
de incidir en la importancia de la revalorización y el reconocimiento como
claves para avanzar a través del entendimiento mutuo y la comunicación, hace
que reflexionemos sobre las consecuencias de un rol excesivamente directivo por
parte de los mediadores que se debe, según Folger a la necesidad que éstos
tienen de proteger a los mediados. Los abogados a su vez reaccionan tratando de
liderar la mediación y protegiendo a su cliente del mediador directivo.
El modelo transformativo se basa en la confianza en el ser humano y sus
capacidades y requiere una gran capacitación del mediador y tiempo para que
estos cambios se produzcan. La mediación se iniciaría en la sala del mediador
pero podría seguir su evolución en cualquier otro contexto ya sin su
intervención y si eso es lo que las partes han querido, la mediación ha sido un
éxito.
Autodeterminación significa respeto hacia las partes, escucha activa, humildad y
autocontrol del mediador. Llevada al límite como hace este modelo conllevaría
seguramente reducir las “medallas” que nos ponemos los mediadores por cada
acuerdo que firman las partes. Seguro que más de uno ayer nos preguntamos:
¿cuántos acuerdos de mediación habrían firmado las partes utilizando este modelo
en su estado puro? Ahí dejo la pregunta…
Quizás, en pro de la misma autodeterminación que el modelo postula, habría que
considerar qué es lo que quieren las partes, para qué han acudido a mediación,
qué esperan del proceso. Si su deseo es transformar la interacción entre ellos,
mejorar la comunicación, obtener un reconocimiento, éste es el modelo de
mediación a seguir. Si lo que quieren es conseguir llegar a un acuerdo sobre un
tema en concreto y creo que éste es el contexto en el que nos movemos la mayoría
de los mediadores, nos será útil hacer uso de todas aquellas habilidades y
herramientas que conocemos, dentro de los límites legales y éticos permitidos
dirigidas a lograr ese propósito.
El trabajar desde este modelo nos ha dado a los mediadores la oportunidad de
conocer nuestros puntos débiles, nuestra gran responsabilidad que frente a las
partes, el poder de nuestras actuaciones, la dificultad de ser mediadores
silenciosos, la importancia de sentirnos cómodos en el conflicto para dejar que
evolucione a su ritmo. Gracias Mr. Folger porque recordando el gran potencial
del ser humano seremos más humildes y cautos en nuestras intervenciones como
mediadores. |