Leíamos hace unos días, que los eclipses siempre han inspirado temor en los
seres humanos. Nuestros antepasados creían que oscurecer el sol, no podía traer
nada bueno y era un signo de malos augurios. Cada eclipse nos recuerda ese temor
ancestral a que el día se haga oscuro, y el eclipse apague la luz que es la
fuente principal de la vida. Quizás no exista otra imagen mejor para explicar
con la figura del eclipse, cómo se ha ido oscureciendo nuestra justicia.
Quizás debiéramos preguntarnos quiénes y cómo la eclipsan.
-Eclipsan la justicia, los responsables políticos, que no reaccionaron a tiempo
cuando advirtieron desde el primer indicio, que personas corruptas instaladas en
el “poder” político, institucional, o económico-financiero, se amparaban en él
-así como en la confianza depositada- para poder fácilmente esconder sus
comportamientos delictivos y enriquecerse desmesuradamente a costa del esfuerzo
común. La corrupción que no se ataja pronto, se extiende como un mal virus, y va
infiltrándose en las altas instituciones, arruinando su credibilidad y su
prestigio.
-Eclipsan la justicia, aquellos que legitimados por el voto de las urnas, creen
equivocadamente, que se les ha dado un cheque “en blanco” para legislar,
vulnerando los principios constitucionales e incluso incumpliendo el compromiso
de su propio programa electoral. Recuérdese la reforma del Consejo General del
Poder Judicial en la que claramente se observa, cómo el legislo/ejecutivo
quiebra con ella la independencia judicial, al hacerla depender de los repartos
de los partidos. La Comisión Europea y la propia ONU, ya no dudan sino que
afirman categóricamente que en España no existe la independencia judicial.
-Eclipsan la justicia aquellos que creen que se puede gobernar repartiendo
dolor entre los más débiles, sin respeto alguno hacia la dignidad de las
personas y de los trabajadores, legislando como si la justicia fuera tan sólo
una cuestión de clases sociales y de números, y no una materia de derechos
fundamentales innegociables donde no cabe ninguna división ni ningún recorte.
En apoyo de esta rotunda afirmación, basta remitirnos a la Ley de Tasas
Judiciales que dejó sin justicia a miles de ciudadanos y pequeñas empresas- Como
también hay que remitirse a la Ley 8-12 de 28 de diciembre que dio un trato
indigno a quien ha prestado durante treinta años servicios esenciales a la
justicia, los jueces sustitutos, sin retribución alguna y sin los derechos
sociales más básicos. Ahí está el trato a los abogados del turno de oficio, que
ejercen el noble oficio de la defensa de los intereses de quienes no tienen
recursos, y sin una retribución digna. Sin olvidar, entre otros, el indigno
trato que se les ha dado a las víctimas de los desahucios, y de las cláusulas
abusivas de los bancos.
- Eclipsan la justicia, quienes ya sea de forma imprudente o deliberada han
debilitado al Poder Judicial, cuya función según previsión constitucional
es la de actuar de “contrapoder” frente a los demás poderes del Estado. De ahí
la importancia de la separación de poderes. Resulta como mínimo sospechoso que
el Gobierno haya reducido el 20% de la plantilla judicial, eliminando a los
jueces que hacían de refuerzo, cuando lo cierto es que los juzgados ya estaban
al límite de su propia capacidad y cuando eran más que previsibles las
consecuencias.
Ya era harto conocido el colapso judicial crónico y agravado en la presente
legislatura con un 60% de juzgados por encima del 150% de la ratio óptima de
entrada de asuntos, con la inadmisible consecuencia de señalamientos de juicios
para el año 2019 que deja a los ciudadanos en la más absoluta indefensión.
Como conocida era también la falta de “ratio” de jueces en España, 10'3 jueces
x 100.000 habitantes.
Véase cómo en este contexto, el poder ejecutivo eliminó a 1500 jueces y (y otro
tanto de fiscales). En definitiva, el poder ejecutivo que necesariamente tiene
que ser controlado, y más en la preocupante situación de crisis económica y de
corrupción del poder político, elimina de “facto”, a casi una cuarta parte del
poder judicial, el único poder que le es incómodo, y que tiene la obligación de
controlarlo, con la excusa de una pretendida y falaz eficiencia presupuestaria.
Sin jueces suficientes se ralentiza mucho más la acción de la justicia, no puede
garantizarse la tutela judicial efectiva, ni puede atajarse de forma rápida y
eficiente esta penosa lacra de la corrupción. Preguntémonos quién tomó esta
medida, por qué motivo, a quién beneficia, y qué responsabilidades deberían de
exigirse.
-Eclipsan la justicia quienes lejos de poner freno a los abusos de los que no
tienen escrúpulos, no dotan de medios suficientes a la justicia manteniéndola
obsoleta, colapsada, en condiciones insalubres, y no apta para dar una respuesta
eficaz a las legítimas demandas de justicia de la sociedad española. La justicia
tardía equivale a denegarla, y es tardía porque no hay inversiones en justicia.
-Eclipsan también la justicia quienes con prepotencia, e ignorando a los
operadores jurídicos, emplean discursos de propaganda electoral, anunciando
grandes reformas, que retumban y suenan a hueco, porque están vacíos de
voluntad, de contenido y de presupuesto.
Ahí tenemos por poner un sólo ejemplo, la pretendida reforma de la Lecrim, que
pretende agilizar los procesos, reduciendo los plazos de instrucción sin poner
más medios y a coste cero. Sabido es, que ello es una autopista hacia la
impunidad de los corruptos y que supondrá cierres en falso de la instrucción.
Como sabido es el desconocido paradero de 500 millones de euros recaudados con
las tasas que no han ido a su destino de justicia gratuita, ignorando la
“propia” previsión legal, ni tampoco a inversión alguna en justicia.
-Eclipsan la justicia, quienes con el falso pretexto de la seguridad y en
detrimento de la libertades “amordazan” con sus leyes y sanciones desmesuradas
desprovistas de la garantía de los jueces, los derechos consagrados en nuestra
carta magna de libertad de información, libertad de expresión, y la legítima
protesta frente a los abusos.
- Pero también eclipsan la justicia, aquellos que callan desde su “zona de
confort”, y atendiendo sólo a sus intereses privados , miran para otro lado,
mientras el Estado de Derecho se agrieta con cada reforma, se rompe y se cae a
trozos, de la misma forma que se nos caen encima los techos de los edificios de
la justicia.
- Cuando se ataca la independencia Judicial, el Estado de Derecho, los Derechos
Fundamentales y Libertades públicas de nuestra Carta Magna, y se deja obsoleta
la Administración de Justicia para dar una respuesta, se encienden las luces
rojas, y sin necesidad de adscripción política, TODOS debemos de implicarnos en
su defensa, pero muy especialmente los abogados, jueces, fiscales y el resto de
juristas y con mucho más motivo aquellas instituciones que los representan. Y
ello es así, porque no podemos tolerar este estado de abandono, de un servicio
básico y de primer orden que deja a los ciudadanos en un estado de desamparo y
desprotección en sus derechos, respecto de los cuales, no olvidemos que somos
sus principales garantes.
No debemos, ni queremos acostumbrarnos a la penumbra del eclipse y queremos
dejar atrás de una vez por todas las tinieblas.
Pero miremos el vaso medio lleno. Los eclipses también pueden ser incluso
necesarios y nos dan la oportunidad para cerrar definitivamente un ciclo
oscuro. Suponen un punto de inflexión, para que de una vez por todas, la
justicia vuelva a brillar y a resplandecer desde lo más alto. Es imperiosa la
necesidad de devolver la confianza a los ciudadanos en la justicia, en sus
instituciones, en sus representantes.
Para ello, necesitamos quitarnos la venda de los ojos, reaccionar, sacudir
nuestras conciencias, quitarnos el miedo y luchar codo a codo para conseguir lo
que todos deseamos, para encarar con éxito los grandes retos del Siglo XXI.
“una justicia independiente, igual, accesible, próxima, con garantías, agil,
eficaz, y por encima de todo J U S T A.” |