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25 de SEPTIEMBRE de 2015

Pablo Jiménez de Parga, socio director de Despacho de Jiménez de Parga:
“Los despachos hemos acompañado a nuestros clientes en la travesía de la crisis”

LAWYERPRESS / @LuisjaSanchez

Pablo Jiménez de Parga, socio director de Jiménez de Parga Abogados:

“Hemos intentado hacer una combinación de lo que supone el ejercicio clásico de la profesión con los aspectos que definen a la abogacía anglosajona”, así se expresa Pablo Jiménez de Parga, socio director del Despacho Jiménez de Parga  e hijo del que fuera Presidente del Tribunal Constitucional y Catedrático, toda una referencia en el mundo del Derecho. Desde las oficinas de Madrid, este despacho ofrece servicio, especialmente en el mercado español a empresas nacionales como a inversores y empresas que vienen de fuera.  “Algunos despachos, como el nuestro, podemos estar satisfechos de cómo hemos gestionado dicha crisis. A lo largo de la misma hubo un cambio de servicios que reclamaron los propios clientes. Antes de la misma, las demandas de servicios legales tenían que ver con la expansión de la economía. Todo eran operaciones y proyectos nuevos. Un entorno más ilusionante”, subraya. La apuesta de este abogado y experto en arbitraje es mantener el despacho con el sello de independencia que le ha caracterizado estos años con un tamaño medio. “El mercado español ha pasado por diferentes etapas. Nosotros hemos explorado diferentes modelos y hemos llegado a la conclusión que el mantenerse como firma independiente, multidisciplinar centrada en el derecho de la empresa, merece la pena y aporta un valor añadido tanto al cliente nacional como al internacional”, afirma.

Sr. Jiménez de Parga, ¿cómo ha evolucionado su firma, de un concepto familiar a un despacho moderno y multidisciplinar?

No ha habido recetas mágicas, salvo mucho trabajo y atender las demandas de nuestros clientes. Pese a este desarrollo creo que hemos logrado mantener la esencia del fundador de la firma, Manuel Jiménez de Parga, mi padre, quien supo compaginar sus tareas en la Universidad como Catedrático y el ejercicio libre de la abogacía.

Nuestro bufete fue evolucionando aunque hemos querido mantener aquellos aspectos positivos de nuestros orígenes, donde la cercanía al cliente y el seguimiento de los asuntos son esenciales en nuestra actividad diaria.

¿Cuál ha sido el legado que su padre, Manuel Jiménez de Parga, ha dejado en usted a la hora de entender la profesión jurídica?

Su legado sigue ahí con nosotros. Tuve la suerte de trabajar muchos años con él. Fue, además de mi padre, mi maestro en la profesión de letrado. Por destacar algunas de las cosas que me enseño le resaltaré algunas.

En primer lugar, no tener miedo a ponerte la toga. Siempre nos dijo que fuéramos a los tribunales, cuestión que aún hacemos nosotros de forma habitual.  No concebía ser abogado sin pedir justicia ante el propio juez.

“El mercado español ha pasado por diferentes etapas. Nosotros hemos explorado diferentes modelos y hemos llegado a la conclusión que el mantenerse como firma independiente merece la pena y aporta un valor añadido”

Otro aspecto a destacar fue el de insistir en la formación contínua de los abogados. Esta profesión requiere que estés al día de normas y reformas y mucho estudio. Mi padre así lo hizo así hasta casi el último día de su vida.

Y la tercera cuestión, ya comentada, la cercanía al cliente. Que se pudiera crear una relación basada en la confianza entre las dos partes de forma progresiva.  El propio cliente agradece esta relación de proximidad basada en un servicio jurídico de calidad que le prestamos.

Le pregunto ahora sobre la crisis de la que parece ya estamos saliendo. ¿Cómo se preparó un despacho como el suyo para afrontar esa recesión?

Algunos despachos, como el nuestro, podemos estar satisfechos de cómo hemos gestionado dicha crisis. A lo largo de la misma hubo un cambio de servicios que reclamaron los propios clientes. Antes de la misma, las demandas de servicios legales tenían que ver con la expansión de la economía. Todo eran operaciones y proyectos nuevos. Un entorno más ilusionante.

Por desgracia, desde el año 2008 hemos vivido un cambio de paradigma, los despachos hemos acompañado a los clientes en la travesía de la crisis. Así nos hemos centrado en procedimientos concursales; de reclamación de cantidad o contenciosos de diferente índole. Ahora empieza notarse un cierto cambio en los servicios de nuestros clientes.

Y ese crecimiento de la economía, ¿cómo va a afectar a una firma como Jiménez de Parga Abogados?

Nuestra firma siempre ha apostado por un crecimiento siempre orgánico. Hace años incorporamos a Fernando Vizcaíno de Sas y su equipo en el área laboral, más tarde reforzamos la parte fiscal.

Al mismo tiempo, estos fichajes se han compaginado con la formación y promoción interna de nuestros profesionales. Queremos que nuestros abogados apuesten por la firma y realicen su carrera profesional con nosotros.

¿Cómo se mantiene la independencia del despacho, en un entorno de integraciones y llegada de nuevos bufetes al mercado?

El mercado español ha pasado por diferentes etapas. Nosotros hemos explorado diferentes modelos y hemos llegado a la conclusión que el mantenerse como firma independiente merece la pena y aporta un valor añadido tanto al cliente nacional como al internacional.

Esta cuestión no nos impide colaborar con otros despachos en la llevanza de determinados temas de forma periódica, sobre todo en Europa y América del Norte. Nuestro nicho de mercado es sobre todo prestar servicios en el mercado español tanto a clientes del país como a otros extranjeros.

“Yo no hablaría tanto de guerra de precios como de la necesidad que tienes de ajustar tus presupuestos para que el cliente te contrate. Ahora se mira mucho el precio, sabiendo que hay una oferta importante de servicios legales.”

¿Qué percepción tiene usted de sus competidores, tanto nacionales como extranjeros en un mercado, el español bastante competitivo?

El mercado jurídico español es de muy alto nivel. Hay firmas con una enorme reputación tanto nacional como internacional. Hablamos de un mercado muy competitivo pero creo que este aspecto es positivo, tanto para los clientes como para los propios despachos de abogados que lo configuran.  La competencia siempre beneficia a todos.

¿Hay guerra de precios en la abogacía de los negocios en estos momentos?

Yo no hablaría tanto de guerra de precios como de la necesidad que tienes de ajustar tus presupuestos para que el cliente te contrate. Ahora se mira mucho el precio, sabiendo que hay una oferta importante de servicios legales.  Las empresas han tenido que ajustar sus presupuestos y los costes jurídicos se han resentido también.  El ajuste ha sido importante.

Sabemos que su firma en Derecho Deportivo tiene un posicionamiento importante dentro de esta actividad.

Llevamos muchos años trabajando en esta práctica. En el caso del fútbol, somos asesores jurídicos del At de Madrid, de hecho soy secretario del Consejo de Administración desde hace quince años. Otros letrados de la firma asesoran a clubes de baloncesto; somos abogados de la UCI en el ciclismo, sobre todo en el ámbito del antidopaje. La práctica en derecho deportivo, no cabe duda, que es importante para el despacho.

Usted, como abogado y experto en arbitraje, no en vano fue presidente de la Corte de Arbitraje del Colegio de Abogados de Madrid. ¿Como analiza el problema que ha existido con algunos laudos anulados recientemente por el TSJ de Madrid?

En primer lugar, le diré que el arbitraje es una solución muy satisfactoria a muchas cuestiones que se suscitan en el ámbito mercantil. Dicho esto, sobre la cuestión que me señala puedo comentarle que hay que verlo como un tema puntual. La doctrina jurisprudencial de los TSJ, que ahora se encargan de las posibles anulaciones de laudos, van en sentido correcto,  en la mayor parte de los casos.

Es posible que ahora algún tribunal haya hecho una interpretación de lo que es el orden público de forma excesiva, como son estos casos. Por el contrario, la mayor parte de las resoluciones van por el camino correcto.  No es justo que se cuestione nuestro modelo arbitral por casos puntuales.

Nuestro modelo arbitral es muy variado y con muchas entidades arbitrales. ¿Hacia dónde puede tender en el futuro?

Creo que no estaría de más buscar una mayor integración de las entidades arbitrales.  Este modelo arbitral está excesivamente atomizado en relación con el mercado del arbitraje. Hay demasiadas instituciones para lo que da de sí esta actividad aunque no es fácil integrar entidades arbitrales porque ahí se choca con cierta resistencia.  No obstante, la mayor parte de ellas realiza una gran labor y el mercado sigue a las que mejor trabajan.

Respecto a la mediación, ¿qué expectativas reales de crecimiento observa?

La idea en abstracto es correcta, pero en la práctica surgen dudas en su aplicación. En un país como el nuestro falta la llamada cultura de mediación. Sin ella, el desarrollo de esta técnica extrajudicial va a ser complicado. Va a ser difícil que cuaje realmente.

Sobre las reformas del Ministro Catalá, si le parece hablamos ahora. ¿Le gusta la reforma del Código Penal y de la Lecrim?

Vayamos por partes. Modificar la Lecrim era necesario e indispensable. Es necesario que se acometa una reforma a fondo, como en su día se hizo con la Ley de Enjuiciamiento Civil.

Aspectos como dar la instrucción al Ministerio Fiscal se antoja necesaria, aunque hay argumentos a favor y en contra. Si se adoptase por este modelo habría que adoptar todas las medidas para que fuera operativo, incluida la reforma del Estatuto Orgánico del Ministerio Fiscal.

No es bueno que nos quedemos a la mitad de esas reformas.  Al mismo tiempo, el modelo de juez instructor que a veces se comporta como juez de garantías tiene también aspectos positivos a reseñar.

¿Era necesaria la reforma, tan amplia que se ha hecho sobre el Código Penal?

En nuestro país tenemos la constumbre de acometer reformas muy seguidas en cuanto al Código Penal. Esta normativa debe asentarse con el tiempo y no hacer tantos cambios.

Ahora se reforma  la responsabilidad penal de las personas jurídicas, con el Compliance como elemento clave, cuestión que generó muchos cambios en nuestro ordenamiento. El cambio normativo ahora, respecto de la regulación del 2010, es bastante importante.

Creo que la regulación actual es más completa que la que existía antes. Lo preocupante del Código Penal es su uso excesivo en el ámbito empresarial. Creo que se está haciendo una criminalización innecesaria del empresario en este sentido.

 

 

 
 
 

 

 

 
 
 
 
 
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