Perpleja me he quedado cuando, tras presentar todos los papeles para acreditar
que somos una institución mediadora ante el servicio de mediación intrajudicial
UMICAS con el fin de poder acceder a un turno de reparto transparente de casos
mediación, se nos ha remitido el siguiente mail que transcribo:
“Se parte de la
base de que todo profesional que presta un servicio merece una retribución
adecuada. No obstante, se considera que en un primer momento y con la finalidad
de promover la mediación y lograr un mayor número de experiencias que valorar
para su mejor funcionamiento, es preferible que la mediación sea gratuita en un
primer período. Así se está haciendo en lugares en que se aborda por primera vez
este sistema alternativo de resolución de conflictos.
En consecuencia, se ha tomado
la decisión de que la mediación intrajudicial gestionada por esta Unidad (UMICAS)
se preste por los profesionales con carácter gratuito hasta finales del próximo
año 2016, por el momento.
Esta modalidad de prestación
del servicio tiende tanto a la difusión de la mediación, como al conocimiento
por los potenciales usuarios de los profesionales expertos.
No obstante, se deja abierta
la posibilidad de que el mediador que lo desee lo sea con carácter retribuido.
En este caso, actuará cuando sea expresamente designado por las partes, con
conocimiento de que sus servicios son retribuidos. Por lo tanto, no entrará en
el turno correspondiente.
A fin de adecuar la lista y
los datos que obran en esta Unidad de Mediación y hacerlo de la forma más
sencilla y menos incómoda, se comunica que quien desee prestar sus servicios de
forma retribuida deberá comunicarlo expresamente, como también si desea ser
suprimido del listado, no más tarde de las 14,00 horas del próximo día 30 de
abril de 2015. En otro caso (silencio), quedará incluido en la lista como
mediador sin retribución.”
Me parece del todo indigno
que se nos exija a los mediadores trabajar gratis. Resulta excéntrico, por no
decir lamentable, tener que incurrir en la necesidad, a estas alturas, de
evidenciar que la mediación es el ejercicio de una profesión. Me surgen también
algunas cuestiones. ¿Los funcionarios de la administración de Justicia llevan a
cabo sus servicios profesionales con carácter gratuito? O mejor aún. En cada
ocasión que los funcionarios que trabajan en los Juzgados dan una conferencia de
mediación o de ADR, ¿lo hacen gratis? Entiendo que hacen su trabajo y cobran por
ello, como es natural.
Los mediadores, o mejor
dicho, la institución de la mediación no tiene como objetivo prioritario la
descarga judicial. Este aspecto, esencial para la eficiencia del funcionamiento
de un juzgado, debe ser articulado desde el Ministerio de Justicia. Y, si bien
es cierto que una función característica de la mediación aplicada al ámbito
intrajudicial puede tener esa finalidad, es necesario reseñar que el fin
primordial y conformador de la esencia de la mediación es servir como
herramienta de ayuda a las partes que así lo desean (para lo que se requiere un
enorme esfuerzo y dedicación en las sesiones) a que por sí mismas puedan adoptar
acuerdos en el marco de la legalidad, adecuados para sus intereses y
necesidades, algo que sin duda, en muchas ocasiones escapa del conocimiento del
sistema judicial. Pero no todo es mediable, ni mucho menos.
Me sorprende que en el
escrito remitido se vincula la gratuidad para obtener experiencias en el campo
práctico. Si es lo que pretenden con la gratuidad, les recomiendo que pongan sus
ojos en Catalunya, epicentro de vanguardia en el ámbito de la Mediación donde,
desde que desde que se creó el Centro de Mediación, siempre ha supuesto un
servicio ofrecido por la Conselleria de Justicia, gratuito para el ciudadano que
puede acceder a él, pero por el que lógicamente los profesionales mediadores han
percibido honorarios. Jamás se ha contemplado como un servicio gratuito por
parte de los mismos. Incluso para aquellos supuestos en los que las personas
tienen acceso a la justicia gratuita, el mediador también percibe sus
honorarios.
El éxito de la mediación no
lo engendra la gratuidad, y quien lo piense así es posible que no haya leído con
atención ni indagado con interés o ahínco suficiente en la historia de la
mediación. Alcanzar el éxito en una mediación supone el análisis de muchas
variables: el mediador, las partes, la intensidad, antigüedad o naturaleza del
conflicto, su origen, en qué momento se inicia la mediación, entre múltiples
factores.
Nosotros no hacemos política:
somos técnicos, profesionales que, para ser mediadores, invertimos nuestro
tiempo y nuestro dinero. Tiempo y dinero en nuestra formación inicial, esa que
en un primer momento nos habilita como mediadores. Tiempo y dinero en un acceso
a formación continua, exigida por la Ley, que nos permitan obtener los
conocimientos y las herramientas para ser mejores profesionales. Pero también
gastos derivados de la necesidad de suscribir una póliza de Responsabilidad
Civil, tal y como exige la Ley. Dinero en los desplazamientos, dinero en
material fungible, tiempo en preparar las sesiones, tiempo que robamos a
nuestras familias, pago de impuestos derivados de nuestro ejercicio profesional
y de la prestación de servicios. En fin, tener que hacer un listado de los
costes crematísticos y humanos a estas alturas resulta desalentador.
La mayoría de los que nos
dedicamos a esta profesión tenemos un sueño que conforma nuestra vocación: que
nuestros hijos vivan en una sociedad más pacífica, una sociedad que toma sus
propias decisiones, una sociedad madura. Queremos ayudar a la gente, queremos
contribuir a ese maravilloso sueño que gira entorno a la Paz social.
Miren; en mi caso concreto
llevo mediando desde el año 2000, año en el que aún no existían leyes de
mediación. También he tenido la suerte de participar en la formación de muchos
mediadores, profesionales de todas las disciplinas motivados con la mediación:
con ilusión, con proyectos de futuro profesional en este campo y a los que,
sinceramente no soy capaz de decirles que se están formando para “trabajar sin
cobrar”.
Ustedes, los que firman
grandes convenios, con fotos y titulares de prensa seductores, son los que
plantean la gratuidad de la mediación, o mejor dicho que sus inicios sean
gratuitos. Con el debido respeto, cada día vemos más muestras de que la política
y la técnica en estos momentos de nuestra historia parecen incompatibles, y más
cuando ustedes viven de su profesión. Me pregunto cómo se permiten el lujo de
disertar sobre la gratuidad de la nuestra.
Yo no quiero este futuro para
la mediación y mucho menos para esos extraordinarios profesionales que trabajan
por pacificar las relaciones familiares –matrimonios y empresas familiares-,
mercantiles, laborales, entre vecinos.
Yo, a lo que aspiro, como
ser humano, es a lo mismo que ustedes: a que podamos vivir dignamente de nuestra
profesión. Ni más, ni menos. |