El off the record que nunca existió

Publicado el miércoles, 3 junio 2020

Carlos Capa / @capa_carlos

Carlos Capa

Había decidido -salvo algún ocasional tweet de respuesta a algún amigo opinador en la red- dejar pasar este asunto del off the record  en su sentido metafísico, el conectado con la segunda acepción del Diccionario de la Real Academia Española (DRAE), de Irene Montero hasta que la pasión que puso ayer en un programa de  televisión una magnifica profesional de la comunicación política, Verónica Fumanal, a la que tengo entre mis referentes y con la que tuve el placer de coincidir durante un tiempo – ella como directora de Comunicación y yo como periodista-, en afirmar que mis compañeros de diversos medios al publicar el famoso vídeo de la ministra sobre el 8-M ,que doy por reproducido, no habían respetado la deontología profesional al publicar esa grabación. ¡Hasta ahí podíamos llegar!

“Siempre que se pueda a las fuentes auténticas”, decían mis maestros, y eso que algunos el oficio lo mamaron no en la Escuela – Facultad no había- sino del plomo de la linotipia.  Y como hablamos de deontología, vayamos pues al Código Deontológico de la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE), aprobado en Asamblea Ordinaria celebrada en Sevilla el día 27 de noviembre de 1993 y actualizado en Asamblea Ordinaria celebrada en Mérida el día 22 de abril de 2017

Dice el mismo, al que nos sujetamos la inmensa mayoría de la profesión, en el punto 4 de su Título III que “con las mismas excepciones previstas para el secreto profesional, el periodista respetará el off the record cuando haya sido expresamente invocado o se deduzca que tal fue la voluntad del informante”.

De la visualización repetida del vídeo- o video que diría también con corrección Carlos Herrera -no parece que la ministra lo hubiera invocado expresamente ya que si así fuera sería la propia periodista la que hubiera buscado un lugar reservado para la confidencia para preservar su fuente y su información privilegiada. No parece tampoco deducir la voluntad de Irene Montero cuando se expresa libremente en un tono de voz que probablemente llegara más allá de las paredes de la sala de arreglos.

Pretender devenir un off the record de una mera falta de prudencia, experiencia o responsabilidad de Irene Montero es un ejercicio de malabarismo dialéctico. Un técnico le ajusta los auriculares, un operador de cámara está haciendo previos y su equipo tiene una luz roja, que indica que está grabando,  a dos metros de su cara, una de sus asesoras está preocupada de como lleva la melena y se la compone mientras sigue hablando la ministra ( lo curioso es que si perteneciera a su equipo de comunicación estuviera más preocupada de la cabellera, que del piloto luminoso delator), la propia periodista de aleja –no parece lo normal de una confidencia- y obliga a la ministra a elevar la voz a Montero para seguir explicándole, en tono campechano, los intríngulis de la comunicación gubernamental… No. No había off the record, aunque en este oficio nuestro haya quien defienda lo contrario.

Permítanme que vuelva al Código Deontológico de la FAPE, esta vez a su punto 4 del Título II  que reza “corresponde al periodista vigilar escrupulosamente el cumplimiento por parte de las Administraciones Públicas de su obligación de transparencia informativa. En particular, defenderá siempre el libre acceso a la información proveniente o generada por aquéllas, a sus Archivos o Registros Administrativos”. Contrario sensu, si las Administración, y un ministro es la cabeza de la Administración en su ámbito, oculta deliberadamente información de trascendencia pública no es ya derecho del periodista, es su obligación, hacerla llegar a los ciudadanos.

Esta es mi opinión y mi interpretación de la deontología profesional aplicada a este caso. Si quisiera para no dejar cabo suelto -también lo decían los maestros- que en ningún caso supone una aceptación del todo vale por un buen titular, muchos he perdido por no pasar por eso, ni devaluar principios que deben regir en cualquier periodista que se precie. Testigos son todos los que esto lean y hayan hablado conmigo en un off the record de los de verdad. Que levante la mano quien se haya visto traicionado.

Es de recordar que en febrero de 2019 la Asociación de Comunicadores y Periodistas Jurídicos (ACIJUR) – a cuya Junta Directiva pertenezco- otorgo sus prestigiosos premios Puñetas. El premiado en la modalidad “Vete a hacer Puñetas” fue el juez Florit, ahora juzgado por el TSJIB con una petición de 42 años de inhabilitación- por haber incautado los móviles a varios periodistas que investigaban el llamado caso Cursach. Bien hecho.

El secreto profesional y la protección de las fuentes, bajo cuyo paraguas habita el of the record son tan sagradas para un periodista como el secreto de confesión para un sacerdote. Pero una cosa es arrodillarse en un confesionario y otra confesarle un crimen al párroco en la barra de un bar. No es cuestión de extender la presente a los ya conocidos ejemplos de tantos que, desconociendo que estaban siendo escuchados fueron objeto del escrutinio público. Y tampoco es este un debate corporativo, sin negar que esta cualidad este arraigada en el gremio. Es mucho más, porque el derecho a la información no es de los periodistas, es de los ciudadanos, es del pueblo soberano y de cada uno de los que lo forman. Nosotros somos portadores de los elementos que la informan, pero no es nuestra.

Y por supuesto nada tiene que ver mi reflexión con la identidad de los protagonistas: cambien género, partido y edad de la protagonista que en nada cambiará la misma.

Permítanme que cite al maestro Ryszard Kapuściński, premio Príncipe de Asturias en 2013, para abrochar esta pieza: “nuestro trabajo no consiste en pisar cucarachas, sino en prender la luz para que la gente vea cómo las cucarachas corren a ocultarse”.

Epílogo: La importancia de que quienes tienen responsabilidades en la sociedad, públicas o privadas, dispongan de profesionales de la comunicación para que les asesoren en sus relaciones con los medios es indispensable. Un consejo: Nunca digas ante una cámara o un micrófono que crees apagado, nada que no dijeras si estuviera abierto. Y otro: es más importante fijarse en piloto rojo, que por dónde te cae la melena.

El Código Deontológico de la FAPE puede descargarse aquí

https://fape.es/home/codigo-deontologico/

Sobre el autor
Carlos Capa

Periodista jurídico. Autor de Vida Jurídica en Cinco Días y Director de Lawyerpress TV. Redactor jefe área despachos e instituciones de Lawyerpress. carlos.capa@lawyerpress.com - @capa_carlos

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