
Natalia Velilla
Creo que estamos asistiendo a un cambio social en el que la igualdad efectiva está cada vez más cerca. Las nuevas generaciones suelen tener más interiorizada la igualdad de género y no conciben espacios públicos dominados por hombres. Cada vez chirrían más las mesas redondas, los grupos de trabajo o las listas de candidatos en las que o no hay mujeres o hay muy pocas. Sin embargo, el techo de cristal aún no se ha roto.
En la medida en la que el poder es eminentemente masculino, las designaciones de confianza y las elecciones de cargos discrecionales siguen recayendo preferentemente en hombres, ya que estos se relacionan normalmente en círculos masculinos. Siempre he creído que no se trata de un machismo consciente, ni siquiera buscado. Es el machismo natural de las estructuras de poder: hay que designar a alguien y se elige a quien se tiene confianza, alguien con quien se ha compartido horas de conversación, proyectos laborales, vivencias profesionales y confidencias. Los hombres se relacionan mayoritariamente con hombres y es normal que confíen en estos.
Esta dinámica es inercial y va a costar mucho romperla mientras no accedan más mujeres a los núcleos de poder, aunque esto no garantizará tampoco un incremento de mujeres en puestos directivos, porque las mujeres tenemos otra forma de actuar y no tenemos problema en designar a hombres de nuestra confianza.
En cuanto al poder judicial, dada la paralización recalcitrante del órgano de gobierno de los jueces, paradigma de la situación de estrés insoportable que están sufriendo las instituciones, el techo de cristal se ha convertido en techo de hormigón, tanto para hombres como para mujeres. No se están designando presidencias, ni magistrados del Tribunal Supremo, por lo que no se eligen mujeres, pero tampoco a hombres. A nadie parece importarle que el Alto Tribunal languidezca y vaya perdiendo efectivos por mor de la jubilación de sus miembros.
Estoy segura de que si fueran mujeres las que tuvieran en las manos la posibilidad de solucionar el problema de renovación del Consejo General del Poder Judicial, tendríamos el órgano renovado hace años. Las mujeres tenemos un sentido muy práctico de los conflictos y no tenemos tanto ego. No en balde la Universidad de Harvard, entre otras organizaciones a nivel mundial, ha objetivado que la presencia de mujeres en los consejos de administración de las empresas mejora los resultados financieros de las empresas. Esto sucedería también en las presidencias de gobierno y de los partidos políticos.

8M – Magdalena Valerio: Sin corresponsabilidad no habrá igualdad real

8M – María Emilia Adán: LIBERTAD Y EDUCACIÓN: ARIETES PARA ROMPER EL TECHO DE CRISTAL

8M – Victoria Ortega: El día que no queden techos por romper

8M – Isabel Winkels: ¿Han conseguido las mujeres romper el «techo de cristal» en el sector legal?

8M – Yvonne Pavía: ACABAR CON LOS ESTEREOTIPOS, TAMBIÉN EN LA ABOGACÍA
