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José Muelas Cerezuela - COMPAREZCO Y DIGO - BLOGS de LP emprende

 

"COMPAREZCO Y DIGO"

José Muelas Cerezuela - @josemuelas

27 de AGOSTO de 2013

Las cosas por su nombre

Es tiempo de llamar a las cosas por su nombre. Porque sólo llamando a las cosas por su nombre podremos entendernos en esta Torre de Babel que han creado quienes se empeñan en llamar justicia a la parcialidad, deber al fraude, futuro al pasado y gobernante al títere. Se ha instaurado en España desde hace decenios el gobierno del eufemismo, del artificio, del juego de palabras, de la falacia en suma y, de esta "falaz gobernación", es un ejemplo tan bueno como cualquier otro nuestro actual ministerio de justicia.
Corren ahora rumores de origen incierto de que el actual ministro del ramo pudiera ser cesado en una crisis de gobierno que se anuncia próxima, y es verdad que a muchos no les faltarían razones para aplaudir tal cese:
El ministro de justicia, por ejemplo, ha contravenido flagrantemente los principios y compromisos asumidos por su partido durante la campaña de 2011. Su partido, recordémoslo, hace menos de dos años proclamó solemnemente en su programa:
Promoveremos la reforma del sistema de elección de los vocales del Consejo General del Poder Judicial, para que, conforme a la Constitución, doce de sus veinte miembros sean elegidos de entre y por jueces y magistrados de todas las categorías. (Punto 11 página 179 del programa electoral)
Lo que el ministro ha hecho después ya lo conocen ustedes: De esa elección de los vocales del Consejo "de entre y por" los jueces y magistrados se cayó la preposición "por" y la realidad final es que serán elegidos sí "de entre los jueces" pero no precisamente por ellos.
A esto se le llama faltar a la palabra dada y es este un concepto tan reñido con la buena fe y el buen gobierno como el concepto de imparcialidad lo está con los de partido y parcialidad.
El ministro, además, ha agotado en el sentir de muchos todas las falacias del catálogo clásico:
Como muy bien cuenta mi amigo Joludi, cuando llegó la peste negra a Europa, en el siglo XIV, mataron a los gatos. Simplemente porque allí donde había peste, había gatos. Pero fue un error fatal. El clásico error post hoc ergo propter hoc. En realidad, el vehículo de la peste eran las ratas. Y, lógicamente, allí donde había ratas, también había gatos. Pero matar a los gatos solo hizo que el problema se hiciese mucho mayor.
Nuestro ministro, como los viejos hombres de la Edad Media y
apoyándose en las más que discutibles cifras del Consejo General del Poder Judicial, afirmó que la alta litigiosidad que supuestamente se daba en España obedecía no a la existencia de un importante número de injusticias sino a una malsana inclinación de los españoles a litigar; inclinación que según él era alimentada por el alto número de abogados que ejercen en nuestro país.
Todo el razonamiento ministerial es una mezcla perfecta y altamente explosiva de sofismas y falacias. Sobre unos datos interesadamente interpretados el ministro construyó el sofisma de la "inclinación a la litigiosidad de los españoles" que aderezó después con la vieja falacia post hoc ergo propter hoc de que los abogados "estimulan" dicha inclinación. Menos mal que nuestro ministro lo era de justicia y no de sanidad pues, con idénticos razonamientos, habría podido afirmar que los españoles son hipocondríacos por naturaleza y que es la existencia de médicos la causa del aumento de sus padecimientos.
Con todo este andamiaje de sofismas y falacias el ministro decidió reducir la litigiosidad imponiendo unas tasas judiciales que hiciesen imposible en muchos casos a los ciudadanos pedir justicia y así confundió la consecuencia con la causa, atacó el síntoma pero no la enfermedad, y con su ley de tasas judiciales redujo el número de tratamientos (litigios) a costa hacer aumentar las enfermedades (injusticias) de forma que hoy, España, gracias a esa ley, es un país sensiblemente más injusto del que el ministro recibió.
Finalmente, el ministro,
aquejado de un brote agudo de provinciofrenia,  olvidó que la justicia es para las personas, llamó futuro al pasado y propuso una ley de planta que puede devolver a España al siglo XIX si alguien no lo remedia. Y este es el estado de cosas a día de hoy.
Verdaderamente hay muchas y muy buenas razones para cesar al ministro y es verdad que muchos aplaudirán su marcha si tal sucede, pero tengo para mí que ningún país cambia de fortuna por cambiar solamente de gobernantes y no de formas de gobernar. Nada se ganará cambiando al ministro si no se cambian también los modos y maneras que nos han traído hasta aquí.
Por eso, al comienzo de este curso, es tiempo de recordar que los cambios duraderos empiezan por los principios. Es hora de alzar la voz y llamar a las cosas por su nombre, porque a estas alturas ya no necesitamos persuadir a nadie de que este país necesita justicia y no sofismas; porque ese, de verdad, sí que sería un auténtico cambio de gobierno. Es el momento.
Vale.
 

 
 
 

 


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"COMPAREZCO Y DIGO"

José Muelas Cerezuela - @josemuelas

Me llamo José Muelas, soy abogado desde hace más de 25 años y tengo un despacho pequeño como el 85% de los abogados de España. Los abogados a los que admiro no miden su éxito en dinero, les ruego que me disculpen si ese es su criterio.

Se me reconocen ciertas habilidades en el mundo del derecho penal y el derecho de seguros, pero donde más a gusto me siento es reflexionando sobre el derecho y las nuevas tecnologías. En ese campo, para mi sorpresa, alguna vez se me ha reconocido la categoría de “experto” (no sé si echarme a temblar), esto me ha permitido participar en algún programa europeo y dar conferencias e impartir cursos en algunas universidades.

No me gustan las ideas preconcebidas ni los lugares comunes, prefiero las terceras vías (ya me entiendes: ni F.C. Barcelona ni Real Madrid, soy del Atletí desde que Reina se comió el gol del Bayern). Trato de entender la justicia y la moralidad humana de forma científica; no me busques en el Contrato Social, estoy más cerca de Darwin que de Rousseau. Trato también de entender cómo las tecnologías de la información han cambiado y cambiarán el mundo: Vivo una época apasionante y me fastidiaría no enterarme.

Por lo demás juego bastante bien al ajedrez (¿te he contado cuando me jugué la final del Masters 2004 de Benidorm contra el campeón del mundo?), toco el bajo eléctrico (bastante mal por cierto) y canto flamenco según dice un diploma de la Escuela de Arte Flamenco de La Unión, pero lo que dice ese papelito no es verdad.

Hace muchos años fui un outsider en política (hay una columna en El Mundo escrita por Paco Umbral que lo cuenta bastante bien) y ahora soy Decano del Colegio de Abogados de Cartagena, una ciudad a la que amo. Soy también Consejero en el Consejo General de la Abogacía (comisiones de infraestructuras tecnológicas y competencia, aunque no suelen hacerme mucho caso), patrono de la Fundación Abogacía para la defensa de los derechos humanos y la promoción de la cooperación internacional y Secretario General de la Asociación Murciana de Empresas de Nuevas Tecnologías, las comunicaciones y el Audiovisual.

Creo en las personas y en la creatividad.





 



 

 
 

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